Hay dos villancicos gitanos andaluces que a mí me dan mucha risa, uno dice así
Al bar que tiene la Juana /
san José se fue a por vino, y cuando llegó a la ermita, /
vió que el Niño había nacido, /
y cuando llego a la ermita, /
vió al pastorcillo divino.
El otro dice:
Madroños al niño no le demos más
Que con los madroños se pue emborrachar
Que sí, que no, Rocío se llama la madre de Dios
La Virgen vendió la mula
Porque le daba coraje
San José como es gachón
se revela se revela
Y yo pensaba viendo la letra y llevándola a la oración, Jesús, que esto no le hace justicia ni a la Virgen, ni a san José.
SE LE APARECIÓ EN SUEÑOS
¿Cómo pudo haberse José perdido tu nacimiento, estando de copas? ¡O sea, no! Ni si hubiera perdido el nacimiento de Jesús por andar de bares, ni se revela.
Dice el Evangelio:
“María concibió un Hijo por obra del Espíritu Santo. José su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras José pensaba estas cosas, el Ángel del Señor se le apareció en sueños”. (Mt 1, 18-20)
Yo creo que esto es lo más importante de nuestro rato de oración, Jesús, que José dormía muy bien.
Es en serio, no estoy bromeando, de esto se trata la meditación de hoy, Jesús.
Unos versículos antes, el Evangelio dice:
“Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo”. (Mt 1, 16)
Pues el primer José, también era hijo de Jacob, Israel, y le llamaban el soñador.
A ver; san José antes que santo patrono de los trabajadores, debería ser santo patrono de los que duermen.
En 30 versículos, el Ángel del Señor se le aparece a san José en sueños: cuatro veces.
Cuatro veces el Espíritu Santo nos lo presenta durmiendo, y en ninguno de esos 30 versículos, el Espíritu Santo nos lo presenta trabajando.
DORMIR ES IMPORTANTE
¡O sea, que dormir es importante! En la Sagrada Escritura se duerme y además en momentos importantes.
Ahí te va:
• Dios crea a Eva apoderándose de Adán un sueño profundo.
• Igual que de Abraham en el momento de su Alianza.
• Jacob, padre de las 12 tribus, está dormitando cuando se le aparece la gran escalera.
• Desesperado deseando la muerte, Elías se queda dormido, un ángel lo toca, le da de comer y le devuelve la esperanza.
Y la verdad, es que una de las ventajas de la tierra prometida, según la escritura, serán “las noches tranquilas y los justos dormirán en paz”.
Dice la escritura:
“Sí se comportan según mis leyes y guardan mis mandamientos; pondré paz en su tierra, descansarán sin que nadie los atemorice.”
(Lev 26, 3.6)
¡Magnifico, Increíble! Los primeros cristianos, llamaban dormitorios a los cementerios.
“Las almas viven mientras el cuerpo duerme esperando la resurrección”, de eso se trata.
Dormir bien y morir en paz, es característica de alguien, cuya alma descansa en Dios.
Eso es a lo que íbamos, ¡Hay que dormir bien! “Quiero dormir bien, Señor”. Pero, para eso necesito descansar en Ti.
Pero, cosa curiosa, al mismo tiempo que vemos que necesitamos aprender a dormir como san José, Tú, Jesús, nos pides que velemos.
¡VELEN Y OREN!
¿Y esa contradicción, Señor? De hecho, se lo dices a Pedro, Santiago y Juan, en el Getsemaní: “Velen para no caer en la tentación”. Y luego les recriminas que están dormidos. ¡Entonces, yo ya no entendí!
Jesús no nos está diciendo: “no duerman”, dice: ¡Velen! Y para velar, necesitamos estar descansados.
Ahora que se acerca la Navidad, me surgía un recuerdo: cuando yo era niño, la tarde del 24 de diciembre, era muy emocionante para mí.
Mi papá me decía que durmiera la siesta, para aguantar por la noche, la cena de Navidad con la familia, pues había que desvelarse hasta la madrugada.
Pero la verdad es que yo estaba tan emocionado de que era Navidad, ya casi, que no lograba dormirme.
O sea, no me podían obligar a dormir, ¡no podía! Luego me andaba durmiendo en todos lados y estaba quejumbroso y en fin…
Pero me acuerdo que mi papá me decía: para que puedas velar, necesitas dormir ahorita.
Cuando san Pablo dice a los romanos:
“Ya es hora que despierten del sueño; nuestra salvación está cerca.” (Rom 13,11)
No habla a los dormilones, sino a los que andan en orgías, desenfrenos, pleitos y envidias, que son los excesos del no dormir.
La vela, la vigilia que nos propones Tú, Señor, es, ante todo: creer que Tú, Dios nuestro Padre, el Espíritu Santo, vela sobre nosotros, incluso cuando nos roncamos.
EL SUEÑO DE SAN JOSÉ
Esa es la fe del sueño de san José, fe de un descanso que lo empuja a levantarse después y cumplir la voluntad de Dios.
La verdad es que yo no acabo de saber cómo hacen los residentes médicos, al menos la fama que tienen, es que mal duermen y son explotados, y al mismo tiempo les toca atender emergencias.
Yo no quiero tener una emergencia, cuando tenga un residente médico mal descansado o alguien de servicio social.
Nadie puede estar en constante vigilia. Alguien debe velar y cuidar el sueño de quien lo sustituye.
El doctor Roberto Canessa, sobreviviente de los Andes, explicaba:
Nosotros teníamos privilegios por ser expedicionarios, escogíamos los mejores lugares para dormir en el avión, si a eso se le llama a dormir.
Cuando ya íbamos bajando hacia Chile, Nando y yo, una noche, intentamos colocar la bolsa de dormir, pero se deslizaba, porque el suelo estaba muy inclinado.
Terminamos clavando dos bastones, tubos de aluminio, frente a nuestros pies, nos introdujimos suavemente en la bolsa.
Estábamos suspendidos, colgados de la cornisa, a un suspiro de despeñarnos.
Entonces nos estamos entre nosotros, apoyamos los pies en cada bastón, estábamos congelados y agotados.
Pero había que mantener un ojo abierto, los pies no debían moverse, porque ¿y si me duermo y saco el pie de su apoyo? Me caigo, me mato y arrastro a Nando conmigo.
Entonces le pedí a Dios; que si quería me lo hiciera lo más difícil, pero no imposible. Si lo permitía, entonces le cumpliría a Él, a mi madre, a los amigos que habían quedado en el fuselaje y a todos los que Él pusiera en mi camino.
-Milagro en los Andes-
¡QUÉ AFÁN DE NO DORMIR!
Así es la fe de san José, que le permite dormir. Dios nuestro Padre, Tu, Padre nuestro, proteges a san José y san José duerme, puede dormir.
Dice el salmo:
“En vano se van tarde a descansar por trabajar, porque Él da a sus amigos mientras duermen”.
(Sal 127, 2)
¡Así es! ¡Qué afán de no dormir! Dios da a sus amigos mientras duermen.
«José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu esposa porque lo engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de todos sus pecados.» Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a María”.
(Mt 1, 20-21)
¡Pero, ojo! También el diablo hace esto, dice el Evangelio que el diablo tomó consigo a Jesús, para tentarlo.
¿Cuál es la diferencia entre san José, que toma consigo a María; y el diablo que toma consigo a Jesús? “el Sueño”.
Porque el demonio no duerme, -dice la sagrada escritura. El demonio no duerme, pensando a quién devorar.
Es bueno que no lo imitemos, al demonio, -lo recomiendo. Como el demonio quiere ser el protagonista de todo, no puede descansar.
San José, nuestro padre y señor, fue padre, porque fue hijo de Dios. Padre que puede hacer posible lo imposible. Padre, porque descansaba en el otro Padre, en Ti, Padre nuestro.
Madre mía, tú cuidaste también a san José, para que durmiera bien, después de los días del taller.
Y pudiste descansar con la seguridad que bajo su protección, todo iba a salir bien.
Bueno, pues imitemos a María también en esto.
Jesús, María y José, que esté siempre con los tres.
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