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P. Marcos

4 min

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TE HACES TAN PEQUEÑO PARA ENGRANDECER AL HOMBRE

Podemos acompañar a “Jesús en la Eucaristía”, desde cualquier sitio que nos encontremos.

Quiero comenzar estos 10 minutos con Jesús, leyéndote una poesía, de una poetisa española que durante la guerra se exilió en México, Ernestina de Champourcin y un fragmento de esa poesía es:

Hay un grillo que canta muy cerca del sagrario…

Suena a espiga con sol; es un trozo de campo

que se nos ha metido porque Dios lo ha llamado 

en este rincón nuestro…  Soy un grillo olvidado.

Pobre grillo ciego a orillas del sagrario.

pequeño

El amor que Dios nos ha manifestado es tanto, tanto, que supera nuestro asombro y llena el corazón de agradecimiento. Estoy aquí, Jesús, junto a Vos en el Sagrario para hacer este rato de oración, de hoy.

Tu grandeza de Dios se hace tan pequeña para caber en la hostia y para engrandecer al hombre que de la hostia se alimenta. Tu grandeza se ha hecho tan pequeña para caber en la hostia…

“Creo Señor firmemente que estás aquí. Oculto bajo las apariencias de pan, latiendo, palpitando tu humanidad y escondiendo tu divinidad.

Creo que estas aquí como alimento, pero también atendiendo mi conversación de este día ¡que privilegio Señor que me atiendas!”

ALMA DE EUCARISTÍA

Quiero hacer este rato de oración, pidiéndote Señor:

“La gracia, de ser alma de eucaristía, de tener más devoción a la eucaristía, aunque sea haciéndote la monótona compañía, como un grillo, junto al Sagrario, que vela con su canto, con su monótono canto, con su letanía”.

 “Jesús, quisiera cada día pasar a visitarte al menos un rato para repetirte mi monótona cantilera de ruegos, mis sosas alabanzas, que solo se repetir una y otra vez, mis desabridas acciones de gracias y la paupérrima contrición por mis faltas”.

Dice san Josemaría:

“La gente tiene una visión plana, pegada a la tierra, de dos dimensiones. Cuando vivas vida sobrenatural obtendrás de Dios la tercera dimensión; la altura, y, con ella, el relieve, el peso y el volumen”

(Camino 279).

Esta época de la historia prioriza el plano más que el volumen, la velocidad más que la reflexión; hay que moverse rápido, hay que cambiar.

Hay que correr al ritmo del tiempo, es más, hay que correr más rápido que el tiempo para adelantarse a los tiempos y adelantarse a los competidores. Las pantallas son planas y la velocidad es vertiginosa…

Parece que no tenemos tiempo para visitar cada día a Jesús en el Sagrario. Vamos por el camino corriendo, teléfono en mano, manejando el coche con la otro mano, a gran velocidad.

O rezongamos, nos ponemos nerviosos y ansiosos en el embotellamiento que hace exasperantemente lento nuestro regreso a casa, tal vez después de un día de trabajo o estudio. ¡Tranquilízate! ¡Sosegad tu ansiedad! ¡No corras por el plano de la vida!

pequeño

VISITARTE EN EL SAGRARIO

Y si andas por la calle… aprovecha para pasar a visitar a Jesús en el Sagrario. Si salís de la oficina, de la universidad, de tu casa o del colegio para hacer una gestión, aprovecha para hacer otra gestión… y no sé…pasa por el banco, por el banco de una Iglesia cercana, para arrodillarte un instante junto al Sagrario y decirle:

“Jesús, yo quisiera recibirte con aquella pureza, humildad y devoción con que te recibió tu santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos”.

Te dice san Josemaría:

“¿No te alegra si has descubierto en tu camino habitual por las calles de la urbe ¡otro Sagrario?”

(Camino, punto 270).

Pasa a visitar a Jesús cuando salgas a la calle, has una visita al Santísimo Sacramento, a Jesús en la Eucaristía, ¡que está tan solo! Y cuando vayas por la calle, en un medio de transporte, anda buscando a la distancia, cuando asoma algún campanario.

Cuando pases frente a una Iglesia, no seas tan ciego, tan atolondrado, que dejas de meterte dentro de cada Sagrario cuando divises los muros o torres de las casas del Señor. ¡Él te espera! nos recuerda san Josemaría.

Podes hacerle compañía a Jesús, con la discreta letanía de tus preocupaciones diarias, como canta el grillo junto al Sagrario. Velá a Jesús, de esa manera. Acompáñalo cada día. ¡Un ratito al menos! Deja que los demás corran alocados, pone una cuota de serenidad y de cordura en este mundo enloquecido.

Si visitas a Jesús en el Sagrario, vas a ver que llegas a casa con otras disposiciones, con un repertorio emocional ampliado. Hace cada día una visita a Jesús en la Eucaristía. Visita a Jesús al salir o antes de llegar al trabajo.

Acudí al Sagrario cuando salgas a la calle aprovechando el tiempo, para hacer el más importante de todos los trámites; porque no tengo ni un minuto de tiempo…

Y entonces acudo al dueño de todo el tiempo, al Señor de la eternidad y de la historia, que multiplica los minutos que le doy y me devuelve eternidad, a cambio de mis poquitos minutos que le he dedicado.

TE HACES TAN PEQUEÑO PARA ENGRANDECER AL HOMBRE.

ACUDIR A SU CASA

Siempre hace así… Jesús, siempre multiplica, es la operación que más le gusta. Le damos un poquito de pan y el pan se multiplica para saciar a la multitud; le damos un minuto de nuestro tiempo y nos devuelve el tiempo multiplicado por la eternidad.

¿Tenés alguna necesidad y no acudís a la Eucaristía? ¡Qué locura! ¿Pasar hambre con la heladera llena? Qué insensatez. Pasar necesidades, teniendo millones disponibles… Piedad Eucarística ¡qué gran negocio!

Amor humano a cambio de amor Divino: Tiempo a cambio de eternidad, vale la pena este negocio, este admirable intercambio.

¿Cuánto tiempo perdés con tu teléfono y le dedicas a las redes sociales o leyendo WhatsApp frívolos, insustanciales?

¿Le dedicas mucho tiempo a ver unos videítos que te enviaron por WhatsApp, o enterarte de los últimos entretelones de la política?

Pero después no tenemos un minuto para una visita al Santísimo Sacramento. Señor Jesús, sin tu ayuda soy capaz de ser tan necio, de dar más importancia a esas tonterías, que ha mi piedad eucarística. Soy capaz de postergarte…Jesús ¡no me dejes!”.

Quiero hacer hoy un propósito firme, de visitarte diariamente para repetirte la monótona letanía de mis peticiones cotidianas: “¡Dame hoy el pan de cada día!” Monótono canto que se reitera como las letanías del Rosario.


Citas Utilizadas

1Jn 1, 1-4

Sal 96

Jn 20, 2-8

Reflexiones

María, que esa letánica melodía, borre la reiterada repetición de mis pecados.

Predicado por:

P. Marcos

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