Terminamos el mes de diciembre, hoy día, con la fiesta de san Andrés apóstol y vamos a oír en el Evangelio de san Mateo, el momento en que Tú Jesús pasas cerca de san Andrés, que estaba con su hermano Pedro y lo llamas.
Igual va a pasar con Santiago y Juan, que están también pescando o regresando de pescar y Tú los llamas.
«Venid en pos de Mí y os haré pescadores de hombres».
Es un día que nos lleva a mirar a esas que llamamos columnas de la Iglesia, los doce apóstoles que, elegidos por Ti, Señor, han correspondido y te han ayudado en esta tarea de la redención. Ellos, con sus vidas, con sus enseñanzas, te han ayudado a construir la Iglesia.
Es bonito que nosotros pensemos que algo de la vida de los apóstoles tiene que ver con nuestra vida. Por ejemplo, podríamos pensar en cómo era la vida en concreto de Pedro y su hermano Andrés, Santiago y Juan.
Era, como dice el Evangelio de hoy,
«Echando la red en el mar»;
eran pescadores. Esa era su actividad, su modo de vivir. Y nos describe en esas poquitas palabras, probablemente, su lugar de nacimiento, su lugar donde han crecido, el oficio al que se dedican y, muy probablemente, el oficio al que se iban a dedicar, del que iban a vivir.
Está descrita su vida. Probablemente, hijos de pescadores. Nacieron y crecieron en ese ambiente. Aprendieron el oficio y, probablemente, si tuvieran hijos, ellos también irían a ser pescadores.
Pensarían morir en el oficio; noches en ese oficio, días haciendo lo propio, también momentos para vender lo que pescaban, etc.
PESCADORES DE HOMBRES
Hay un día en que Tú, Señor, pasas por sus vidas:
«Venid en pos de Mí y os haré pescadores de hombres».
Ellos, ante estas palabras y por lo que sabemos después, dice el Evangelio:
«… inmediatamente, dejaron las redes y lo siguieron».
De pescadores han pasado a ser pescados, han pasado a ser captados por Ti, Señor, por algo especial que tenías. Si no, no se entiende exactamente esta parte del Evangelio, pero hay un antes de Cristo y un después de Cristo.
Lo que estamos deduciendo, es que ahí hay una bisagra que une lo que eran esos pescadores antes de conocerte y lo que van a ser como apóstoles después de haberte conocido.
Es evidente que su vida ha cambiado, que sus intereses han cambiado. Dice:
«… inmediatamente, dejaron las redes y lo siguieron»
(Mt 4, 18-22).
O sea, sus implementos de trabajo pasan a ser secundarios y la plata que podían ganar con la pesca y la misma familia. Ahí hay un reordenarse sus prioridades y queda atrás. Entonces te siguen a Ti.
Nos los podemos imaginar contentos, ilusionados y con una sensación de libertad muy grande, porque realmente podemos decir que lo que los ataba, ahora ya no los ata.
DEJARNOS «PESCAR POR JESÚS»
Yo creo que, como dije, la vida de estos apóstoles por haber trascurrido cerca de tu vida, Señor, tiene que ver con la vida de cada uno de nosotros. Creo que todos podemos vivir este antes de Cristo y después de Cristo y no sólo una vez, sino varias veces en nuestra propia vida.
Podemos pensar, todos los que estamos ahora haciendo oración, sobre nuestro mundo, nuestro horario, nuestra rutina, nuestros hábitos… ahí nos movemos, de eso vivimos, en eso nos desempeñamos y a eso estamos acostumbrados, es lo que conocemos.
Pero Tú nos ofreces, Señor, en un momento, quizás ahora, la libertad de dejarnos “pescar por Ti”.
No necesariamente igual que a los apóstoles; no necesariamente haya que dejar la pesca, la plata, la familia, pero sí hay un cambio de vida, porque las prioridades se reordenan y entonces tengo claro que estar contigo vale la pena.
Hacer las cosas que te agradan vale la pena; procurar imitar lo que Tú harías, también vale la pena. Entonces, se da un seguirte, que se parece mucho al de los apóstoles, porque muchas veces lo hemos relacionado con este seguimiento a una mudanza, a un traslado y no necesariamente.
BUSCAR A CRISTO
Yo lo entiendo, según lo que he aprendido de san Josemaría, que Tú, Señor, me has puesto en la familia que yo debo querer y que me facilita conocerte y quererte a Ti.
Me has dado una profesión que me permite también encontrarme contigo y un entorno de personas que conozco, que me conocen, a quienes quiero y quieren lo mismo; me hacen sentirte cercano y queriéndome.
Por lo tanto, es un seguimiento que tiene que ver más con la actitud del corazón que busca a Cristo y que busca convivir con Cristo antes que un traslado de lugar.
Por lo tanto, vamos a procurar dejarnos pescar por el Señor, que a nosotros también nos dice: “Venid en pos de Mí y ayúdame”. O, dicho en otras palabras: “¿Te animas a hacer algo junto conmigo?” y nosotros le decimos: por supuesto que sí.
Entonces, es nuestra vida con sus características lo que el Señor quiere hacer con nosotros; convivimos con Cristo y con Él todo tiene una iluminación, una calidez, una intensidad, una profundidad siempre atractiva.
Madre nuestra, que has vivido con Jesús y lo has seguido, enséñanos a vivir con Él y a seguirlo también.