“Antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley”.
Me voy a morir, ¿cuáles son esas últimas letras, comas o tildes que debo poner en el poema de mi vida? No nos vamos a morir, bueno, cuando Tú quieras Señor.
El Evangelio de la misa de hoy dice:
“En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos; pero quien los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los Cielos”
(Mt 5, 17-19).
Yo me quiero quedar con eso Señor: tilde, coma, punto de la Ley, de la vida… ¿Cómo puedo enseñar, cumplirlos y enseñarlos antes de que me muera? Antes de que me muera debo dejar en mi jardín una guitarra inmensa que se vea desde el Cielo.
Te cuento la historia de la guitarra que se ve desde el Cielo. El protagonista es Pedro Martín Ureta que le hace un homenaje póstumo a su esposa Graciela Yraizoz en Córdoba, Argentina.
Ella muere a los 25 años, en 1977 y Pedro quiere tener un detalle con su esposa: construirle una guitarra gigantesca para que ella la vea desde el Cielo.
Entonces, siembra siete mil árboles en 25 hectáreas y tuvo que esperar 35 años a que esos árboles crecieran; (hoy en día los pilotos, incluso Google Earth, se asombran al ver ahí un sembrado) cerca, al noroeste de la localidad de General Levalle, una guitarra.
Tuvieron cuatro hijos. Graciela murió cuando esperaba al quinto hijo.
Esta es una historia de amor muy bonita. Ahí se ve la guitarra, hay decenas de fotos en internet. Bonita historia de amor.
LA CASA DE LAS PIEDRITAS
Hay otra historia muy bonita que es la casita de las piedritas, en Envigado Antioquía, allí en Medellín. Es un señor que le tira piedritas a la ventana de su novia, porque podía visitarla hasta las siete de la noche y algunas veces pasaba más tarde.
Comenzó a tirarle piedritas y le dio por construir una casa llena de piedritas para su amada.
Y ahí está, uno puede ir a visitar la casita y lo recibe a uno doña Gloria y le muestra a uno la casita que está llena de piedritas.
No sé cuál historia te gusta más. A mí quizá me gusta más la de las piedritas, porque esto lo fue construyendo en vida, de a poco, detalles pequeños de amor; piedritas de amor. Aunque la de la guitarra también es chévere.
En el cuidado de las cosas pequeñas y de los preceptos menos importantes, se pone de relieve la finura y la delicadeza con la que debemos corresponder al amor grande que Dios nos tiene.
¿Por qué tengo que cumplir la última letra o tilde de la Ley? ¿De cuál Ley? De la ley del amor. Estos señores son capaces de hacer locuras: siete mil árboles, 35 años, 25 hectáreas… un loco, eso solamente lo hace un loco.
Pero ¿por qué lo hace? Por amor, por amor a su esposa, a la madre de sus hijos. O ¿por qué un señor construye una casa de piedritas? Por amor también.
“Señor, ¿cuál es la Ley por la que debemos corresponder tu amor? Y por ese amor tuyo cumplir los pequeños preceptos, las cosas pequeñas, las cosas que parecen menos importantes, cumplirlas, vivirlas por amor”.
¿Cuál es la última letra o tilde? El amor, la justicia, la verdad, el bien.
“Quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos”.
¿CUÁLES SON ESAS TILDES?
Hace poco murió la hermana de un amigo y me contó que un día tuvo con ella una conversación de qué cosas le gustaría dejar bien en este mundo: el estudio de uno de sus hijos…
Pero también comenzó a recordar que debía arreglar las cosas con varias personas, conversaciones difíciles con personas ausentes. Y poco a poco fue dejando esos pendientes listos, enmendando la plana, poniendo las últimas letras o las últimas tildes.
“Señor, muéstranos cuáles son esas tildes, no cuando me esté muriendo ¿para qué?”
¿Para qué construirle una guitarra a la esposa ya muerta para que la vea desde el Cielo? Mejor construirla antes. Porque ella se lo pedía: “¿Puedes diseñar una guitarra en el jardín?” No se la pedía tan grande y Pedro le iba dando largas.
“Señor, mejor antes en este mundo, construir esa guitarra, fabricar esa guitarra. Señor, muéstrame cuáles son esas letras o comas que debo poner en el poema de mi vida.
Tú Jesús nos enseñaste todo: a sonreír, a amar, a perdonar, a dar a cada cual lo que le corresponde, a servir, a entregar la vida por servir. A eso viniste: a servir”.
¿Está dentro de mis últimas letras o tildes la palabra servicio? Para servir, servir.
SERVIR EN ESTA CUARESMA
Mira lo que decía san Josemaría:
“… el amor se demuestra de modo especial en pequeñeces. Ordinariamente, los sacrificios que nos pide el Señor, los más arduos, son minúsculos, pero tan continuos y valiosos como el latir del corazón.
¿Cuántas madres has conocido tú como protagonistas de un acto heroico, extraordinario?
Pocas, muy pocas. Y, sin embargo, madres heroicas, verdaderamente heroicas, que no aparecen como figuras de nada espectacular, que nunca serán noticia -como se dice-, tú y yo conocemos muchas: viven negándose a toda hora, recortando con alegría sus propios gustos y aficiones, su tiempo, sus posibilidades de afirmación o de éxito, para alfombrar de felicidad los días de sus hijos”
(San Josemaría, Amigos de Dios, no. 134).
Algún día escuché que las madres son las que van a estar en primera fila en el Reino de los Cielos. Se lo escuché a un sacerdote, me pareció simpático.
Servir. En esta cuaresma tenemos la posibilidad de servir. Sabemos que la Iglesia nos invita, por ejemplo, a la limosna.<
¿Qué es la limosna sino dar lo mejor que tenemos, no lo que nos sobra? Dar lo que nos sobra no está bien, tenemos que dar lo mejor que tenemos: nuestro tiempo, nuestro cariño, nuestro amor, nuestro interés.
“Antes pasarán el cielo y la tierra…”.
“Señor, enséñame a amar todos los días, cada día, con pequeños detalles”.
Madre mía Inmaculada, así como ese hombre dibujó una guitarra inmensa en su jardín, ayúdame a mí a dibujar cada día para ti y para mi Dios, letras y comas de amor, de servicio, para sembrar por todas partes la alegría y la paz.