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PIÑONCITO

Piñoncito
CORPUS UNA HISTORIA DE AMOR

Hace mucho tiempo vivía en un gran bosque un cazador quién escuchó en una ocasión, por entre los árboles, un llanto muy fuerte y dijo: ¿De dónde viene ese llanto? Y se puso a buscar y encontró que en la cima de un gran pino había un bebé que lloraba y lloraba. ¿Cómo llegó allá? Se lo llevó un águila.

Subió el cazador, tomó al niño en sus brazos y lo bajó, y lo vio tan lindo que dijo: -Me lo voy a llevar a mi casa para que crezca junto con mi hija Lina. Se lo llevó a su casa y los dos bebés crecieron, se convirtieron en niños y se querían mucho.
En una ocasión la cocinera Sanne -así le llamaban los niños- fue por agua y trajo unos baldes, unas cubetas llenas de agua y Lina le preguntó: -Sanne ¿para qué quieres tanta agua? Y ella le dijo: -Te respondo si me prometes que no le vas a decir a nadie. -Sí, sí. ¡Dime, dime, dime! -Pues mañana, cuando el cazador se vaya, voy a poner a hervir el agua, voy a meter ahí a Piñoncito, lo voy a cocinar y después me lo voy a comer… jajajaja.

Lina se quedó pálida, pero no supo qué hacer. Se fue a dormir y al día siguiente, cuando el cazador (su padre) ya se había ido, le preguntó a Piñoncito: – ¡Piñoncito, Piñoncito! Si tú nunca me dejas, yo nunca te dejaré. Él respondió: -Ni ahora ni nunca te dejaré. Y ella le dijo: -Piñoncito, Sanne está hirviendo el agua porque quiere cocinarte, así que vámonos. Hicieron su itacate (o sea, un lunch improvisado) y se fueron al bosque.

SI TÚ NO ME DEJAS, YO NO TE DEJARÉ

Cuando Sanne entró en la habitación y vio que no estaban los niños, montó en cólera y confusión hasta que se dio cuenta de que habían huido y mandó a unos servidores a que los encontraran y los trajeran de vuelta. Dijo: -Si llega el cazador y ve que no está su niña me va a cortar la cabeza.

Fueron estos sirvientes a buscar a los niños y ellos, al ver que los estaban siguiendo, le vuelve a preguntar Lina a Piñoncito: -Piñoncito, si tú nunca me dejas, yo nunca te dejaré. Y él le dijo: -Ni ahora ni nunca te dejaré. Así que ella le dijo: -Conviértete en rosal, y yo me convertiré en rosa. Y ¡pum! así sucedió.

Bueno, esto es un cuento de hadas; en los cuentos de hadas suceden estas cosas.
Llegaron los servidores y vieron solo el rosal y la rosa, así que volvieron con las manos vacías. La vieja Sanne les dijo: ¿Dónde están los niños? -Pues no los encontramos, solo vimos un rosal y una rosa. -Pues deben haber destruido el rosal y traído la rosa con ustedes. Vayan otra vez a buscarlos.

Los niños vieron que venían otra vez estos hombres. Lina le dijo a Piñoncito: -Piñoncito, si tú nunca me dejas, yo nunca te dejaré. Y él le respondió: -Ni ahora ni nunca te dejaré. -Pues conviértete en una iglesia, y yo me voy a convertir en la lamparilla de la iglesia.

Así que llegaron esos hombres y vieron la iglesia, y dijeron: ¿Y esto qué? Y volvieron con la bruja, porque Sanne realmente era una bruja: -Y ¿dónde están los niños? -Pues no los encontramos, sólo vimos una iglesia y la lamparilla. -Pues han de haber destruido la iglesia y traído la lamparilla con ustedes. Así que voy a acompañarlos porque son unos inútiles.

Así que fueron y los niños, al ver que venía la misma Sanne, le dijo Lina a Piñoncito (tú misma ya sabes qué le dijo): -Si tú nunca me dejas, yo nunca te dejaré. Y él respondió: -Ni ahora ni nunca te dejaré. -Pues conviértete en un estanque de agua, y yo me voy a convertir en un pato que esté flotando ahí. Y se convirtió en estanque y pato.

Así que llegaron los sirvientes y la bruja y vieron que no había nadie y les dio mucho coraje. Pero ella, después de hacer tantos corajes y de caminar por el bosque, le dio sed, así que acercó sus labios al agua para beber. Y hete tú que Lina se acercó (que era pato en ese momento) y le sumergió la cabeza en el agua hasta que pereció ahogada.

Los niños volvieron a su estado natural y volvieron a su casa felices. Así crecieron, después se casaron y fueron felices para siempre.

CORPUS CHRISTI, CRISTO QUE SE QUEDA CON NOSOTROS

Bueno, pues esta historia de los hermanos Grimm me gustó mucho, sobre todo por lo que ella le decía a Piñoncito. Piñoncito realmente, es de los hermanos Grimm este cuento, y Piñoncito su nombre original es Fundevogel (fundevogel que es encontrado por el pájaro o algo así en alemán).

Pero pues la traducción Piñoncito es como más tierna, más local. Me gustó esta historia de Piñoncito porque, ahora que hemos celebrado la fiesta del Corpus Christi ¿qué es la Eucaristía? La Eucaristía es Dios con nosotros, Dios que permanece con nosotros, que quiere estar siempre con nosotros.

“Gracias Señor, por este gran milagro por el cual Tú te quedas presente en nuestras iglesias; te quedas presente en los sagrarios, en todos los sagrados del mundo Tú estás realmente presente para acompañarnos, para alimentarnos, para que podamos ir a hablar contigo, para que nos puedas ver. Ir, estar contigo y que Tú te alegres también al percibir nuestra cercanía, nuestra compañía”.

MILAGRO DE AMOR

çSi tú nunca me dejas, yo nunca te dejaré. Este cuento, pues como todo cuento infantil, tiene elementos como muy sapienciales, como muy… que a todos nos tocan un poco. Por ejemplo, se habla del amor, del amor de estos niños, un amor puro que supera el mal. Hay un enemigo, un peligro, pero el amor vence. Si tú nunca me dejas, yo nunca te dejaré, ni ahora, ni nunca te dejaré. Siempre estaremos juntos, porque el amor busca estar juntos, busca la unión.

En este cuento se habla de un niño abandonado que está ahí, en la cima de un árbol, sin una esperanza de sobrevivir. Y alguien lo protege, lo recibe en su casa, le da un nombre, le da incluso a alguien a quien amar y alguien de quien recibir amor.

Me parece que esa es la historia del hombre, porque sin Dios estamos perdidos. En cambio, con Dios lo tenemos todo, porque Él realmente se nos da. Incluso podemos pensar que Él nos dice: Si tú nunca me dejas, yo nunca te dejaré. Si tú nunca me dejas, si tú crees en mí, yo nunca te dejaré.

“Y la Iglesia que cree en ti, Señor, nace de la Eucaristía. Y la Iglesia que cree en ti, ordena sacerdotes para que puedan hacerte presente. Si no te dejamos, tú nunca nos dejas. Que yo nunca te deje. Yo quiero permanecer siempre contigo porque quiero tener esa vida que tú me das”.

Leemos varias veces en el Evangelio como Tu, Señor nos invitas a permanecer contigo.

“Permanezcan en mi y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en mí”

(Jn 15, 4)

Y más adelante, el mismo Evangelio de San Juan:

“Como el Padre me amó, así los he amado yo; permanezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”

(Jn 15, 9-10).

LA ENTREGA DE JESÚS EN LA EUCARISTÍA

Pero el grado máximo de permanencia pues es cuando te recibimos en la comunión:

“El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él”

(Jn 6, 56).

Estamos unidos. Si tú nunca me dejas, yo nunca te dejaré.

“Señor, yo quiero estar siempre unido a Ti, y ahora te digo que, como San Pedro te dijo también en su momento, yo nunca te dejaré. Pero somos débiles y podemos traicionarte también, como San Pedro. Por eso te pedimos que Tú mismo nos mantengas muy unidos a ti y te expresamos este deseo con una oración que dice el sacerdote en su corazón durante la misa y te la voy a leer”.

Con eso terminamos nuestro rato de oración: “Señor Jesús, Hijo de Dios vivo que, por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo; líbrame, por la recepción de tu cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti”, así como tu Madre Santísima nunca se separó de Tí.

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