< Regresar a Meditaciones

P. Juan

5 min

ESCUCHA LA MEDITACIÓN

PORQUE ME DA LA GANA

El Señor nos invita en el Evangelio a cumplir los mandamientos, y hemos de llegar a hacerlo con libertad y alegría.

Hoy escuchamos en el Evangelio que te lamentas, Señor, porque en la cátedra de Moisés, que era el que había dado los mandamientos a tu pueblo, quien había enseñado los primeros libros de la Biblia, se habían sentado en su cátedra los fariseos.
Los fariseos que también tenían, no solo los mandamientos, sino un montón de preceptos.
Pero con mucha pena, dirías Vos, Señor, que ellos cargaban un peso muy grande en los hombros de los demás, pero ellos no los movían a ese peso, a esas cargas, con preceptos, con mandamientos, ni con un dedo.
¡Qué pena! Porque para ellos era importante la ley, los preceptos, para estos fariseos, pero no tanto para cumplirlos, sino como un modo de someter o juzgar a los demás.

CUMPLIR LAS LEYES

Juzgarlos en si cumplían o no cumplían y por supuesto, esto ahora que queremos, Señor, hacer oración, ahora que estamos en estos días de gracia, con la esperanza de convertirnos.
Podemos pensar; si no soy yo a veces así. Que, en lugar de servirme los mandamientos, para acercarme a Vos, para hacer el bien, resulta que los tengo presentes para ver sido otros cumplen o no cumplen.
Para juzgarlos o para poner una etiqueta; esta persona es así, esta persona no hace esto, quizás esto es lo primero que me viene a la cabeza cuando lo veo.
Así como no te agradaba esta actitud por parte de los fariseos, tampoco te agradará, Señor, si esa es mi actitud.
Podemos pensar como en un segundo nivel, no tan malo, pero que también se podría mejorar, cuando ya sea o los fariseos o los demás, los cumplían, pero como algo externo, porque era algo que había que hacer.
Cumplirlos como leyes de las que no se puede escapar, que son por ahí una carga como decís Vos, Señor.
Pero que, a la vez, le decís también:

“Ustedes, pues, y hagan todo lo que ellos dicen; pero no sigan su ejemplo, porque dicen y no hacen.”

(Mt 23, 1)

O sea que las leyes había que cumplirlas, sin embargo, si las leyes que cumplimos ya sean de nuestra sociedad, las leyes civiles; ya sean las leyes de Dios o de la moral; de nuestra naturaleza, de la ley moral natural.

ME GUSTARÍA ESCAPARME

Si lo hacemos pensando un poco, ¡Bueno, qué carga esta! ¡Bueno, no me queda otra, es lo que tengo que hacer! Pero me gustaría como escaparme, no verme obligado por esto.

me da la gana, escapar, huir, libertad
Quizá todavía no estamos actuando con tanta libertad y con el espíritu que Vos, Señor, seguramente vivías y querías difundir, que es: querer hacer el bien.
Querer entender eso, no solo como algo que me evita un problema, en cumplirlo porque no estoy infringiendo ninguna ley…
Está bien, sirve para un cierto orden, sino con el espíritu de fondo, de querer. Quiero esto porque es una manera de servir a Dios o los demás o es algo que en el fondo sé que Dios lo pone para mi bien.
Eso lleva a vivirlo de otra manera, totalmente distinta, con unos frutos distintos, con libertad interior, con alegría.
Podemos pensar un poco en los mandamientos y leyes que la Iglesia nos da: ir a Misa el domingo o sostener las necesidades de la Iglesia.
También los que son de la ley natural, de honrar a nuestros padres, respetar al prójimo.
Bueno, si queremos vivir eso con libertad, incluso como dice en la primera lectura Isaías, que también invita a vivir la ley y a comportarse según ella.
Es una frase que es muy sugerente, que es:

“Aprendan a hacer el bien.”

(Is 1, 17)

¡Aprender a hacer el bien! Nosotros que quizá dedicamos mucho tiempo a aprender tantas cosas… En particular el oficio o el trabajo o la profesión que uno tenga.
Cuánto tiempo le dedicamos a aprender a hacer eso, para poder servir, para poder hacerlo bien.

NO NACEMOS SABIENDO

También a veces, hacer el bien moral hay que aprender, no nacemos sabiendo, puede ser que nos equivoquemos.
Qué bueno si ahí también uno se ilusiona, tiene esperanza de mejorar, de llegar a hacer cosas que antes no sabía.
Muchas veces aprendiendo, imitando el ejemplo de los demás, pensando las circunstancias que nos toca afrontar.
Como un ejemplo; podría ser nuestro ambiente familiar; o en el trabajo, que tendrá sus desafíos.
Porque siempre encontramos que no todas las personas son iguales, que no todos le gusta lo mismo, que no a todos hay que tratarlos de la misma manera.
Si yo quiero ahí unir, si quiero a esas personas, que de alguna manera Vos, Jesús, me las encomendás, porque son con quienes convivo más en el día a día.

me da la gana, convivir, compartir, amigos
Si yo quiero hacerles la vida más feliz, si yo quiero que haya un ambiente mejor, quizá tengo que aprender, porque no me sale solo y tengo que pensarlo y ver cómo es cada uno.
¿Y qué le ayudaría? Aprender a hacer el bien: hablando con Vos, Señor, meditando nuestros actos, las cosas que nos toca afrontar cada día.
Es una manera también de hacer examen, de aprender. Y todos seguramente lo tenemos por ahí clarísimo, que es así: ¡Aprendemos a hacer el bien, haciéndolo! Cuando uno se da cuenta qué es lo que corresponde, qué es lo que está bien, ¡Y lo hace!
Eso también nos da un aprendizaje, como con naturalidad, por lo que uno se da cuenta cada vez más fácilmente, qué es lo que toca hacer, parte de la prudencia, y eso queremos, Señor, hacerlo con libertad.

SERVIR A LOS DEMÁS

Como hoy en día, los mandamientos, estos preceptos se ven como una carga, un yugo, Vos, nos decís: ¡háganlo!
Nos decís también:

“Mi yugo es ligero y mi carga es liviana.”

(Mt 11,30)

Porque cuando lo hacemos con libertad, ¡porque queremos! Cuando lo hacemos por quererte a Vos Señor, por servir a los demás, nos damos cuenta que eso no solo no nos oprime, sino que nos da felicidad.
Es un fruto en nuestra vida, hacer el bien, que se multiplique el bien, que haya muchas decisiones en nuestro día, que estén orientadas a hacer el bien, a buscar aprender.
Y ser cada vez más expertos en seguir, Señor, lo que es tu voluntad, que no siempre estará tan claro, ni será un camino marcado tan fácil.
Pero para eso también nos das los talentos, nos das la inteligencia, nos das la conciencia.
Nos das la voluntad, nos das la posibilidad de experimentarnos, de corregirnos, de crecer.
Que, en este tiempo de Cuaresma, tiempo de gracia, Señor, podamos aprender un poco más a hacer el bien y hacerlo sobre todo con más libertad, con alegría.
Alguna vez nos viene como una rebeldía, ante lo que es tu ley, ante lo que es bueno, que nos ayudes Señor a reflexionar, y a querer el bien.
Y hacerlo como decía san Josemaría: ¡porque nos da la gana! En el sentido de porque es lo que uno quiere, sin que nadie te obligue.


Citas Utilizadas

Is 1, 10.16-20

Sal 49

Mt 23, 1-12

Reflexiones

Ayúdanos Señor, a ser siempre buenos, a hacer siempre el bien, porque nos dé la gana.

Predicado por:

P. Juan

¿TE GUSTARÍA RECIBIR NUESTRAS MEDITACIONES?

¡Suscríbete a nuestros canales!

¿QUÉ OPINAS SOBRE LA MEDITACIÓN?

Déjanos un comentario!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.


COMENTARIOS

Regresar al Blog
Únete
¿Quiéres Ayudar?¿Quiéres Ayudar?