No sé si serás de las personas que a la mañana le gusta mirar el pronóstico del clima, ver si va a hacer frío o calor, si va a llover. O cuando vas a hacer un viaje o ir a otro lado, ver con mayor anticipación cómo va a ser el clima.
Ahora es muy fácil hacerlo, en la época de Jesús lo hacían como podían. Se ve que acertaban porque en el Evangelio de hoy vemos Señor que les decís a la gente de tu tiempo que veían subir una nube y decían:
“tenemos chaparrón y sucedía. O soplaba sur, va a hacer bochorno y hacía bochorno”
(Lc 12, 54-55).
INTERPRETAR LAS PROFECÍAS
Sabían interpretar el aspecto del cielo. Pero entonces viene un reproche: ¿Cómo es entonces que no interpretaron el tiempo presente? ¿Cómo no saben interpretar que se están cumpliendo tantas profecías que ya las habías anunciado?
Estaban en el Antiguo Testamento, estaban en los escritos de los profetas y que eran, nada menos que, tu venida Señor, la venida del Mesías.
Que, en lugar de reconocer y aceptar con júbilo, -como podemos ver- que te recibieron Señor con sospechas, que terminaron condenando a estancias de los fariseos. Más bien te rechazaron, consiguieron que te condenen a muerte. Es cierto que así también se cumplieron aquellas profecías
Y lo más interesante de este pasaje, para nosotros, es que también me podés decir a mí, Jesús, cómo Vos sabés interpretar el tiempo, cómo Vos sabés interpretar lo que sucede a tu alrededor.
Que no sólo son acontecimientos fortuitos, casuales, sino que hay una intencionalidad, hay alguien que te está queriendo decir algo ahí, que te está hablando, que te quiere llevar a algún lugar.
PEREGRINO
Recordaba lo que se dice de Abraham, que cuando Dios Padre lo llama y quiere llevarlo a fundar un nuevo pueblo en una nueva tierra, él deja Ur de Caldea, deja un lugar en la tierra que tenía y después va, aparentemente, sin un destino conocido, sin una meta clara. Pero él sabía que Dios lo estaba llevando a algún lugar, tampoco es un vagabundo.
Hace poco hice una peregrinación y un sacerdote que habló al comienzo hacía la diferencia entre el peregrino y el vagabundo.
El peregrino que camina y sabe que quiere llegar a una meta. No es alguien que va deambulando no más. Y Abraham caminaba hacia el cumplimiento de las promesas del Señor, pero lo que lo guiaba muchas veces era los propios acontecimientos.
Si tenía un conflicto con un pariente, si abría una tormenta de arena acá; si era peligrosa esa otra ruta porque había ladrones… y así va avanzando un poco marcado por las circunstancias en el camino que lo llevará hacia el cumplimiento de esas promesas de Dios.
DIOS NOS HABLA
A nosotros también Dios nos quiere hablar; Dios nos habla. ¿En qué me querés hablar Señor? ¿En qué estás esperando una respuesta mía? Para que yo me acerque hacia mi propia meta y se cumplan tus promesas de salvación en mi vida; que yo vaya hacia la santidad.
Probablemente nos hablás, Señor, hasta en las cosas más chiquitas. Qué lindo es cuando encontramos como esos guiños de Dios, hasta en cosas pequeñas que Él nos regala, que se hace presente y sentimos que está ahí, que nos da una caricia, que nos acompaña…
Pero también, a veces, en situaciones más personales, hasta físicas, como puede ser una enfermedad, cansancio o más espirituales, algo que nos entusiasma, algo que nos deja un poco intranquilos, cuestiones más exteriores de situación laboral, situación del país, situación económica, oportunidades…
Y muchas veces, seguramente, nos querrás decir algo Señor y nos querrás guiar hacia nuestra meta, que es la santidad, hacia el Cielo. También a través de las personas que nos rodean y de sus necesidades.
¿Qué necesitan los demás de mí? ¿En qué yo puedo ayudar, ser más generoso? ¿Dónde está por ahí Jesús “disfrazado” de esa persona que necesita una mano?
Podemos ver si no estamos un poco ensimismados y estamos como abiertos a que el Señor nos hable; pues sobre todo es una actitud que surge también de la fe y de saber que vamos hacia un lugar.
VALE LA PENA
Si uno tiene fe de que Dios existe, de que Dios me quiere llevar, de que Dios -como dice san Pablo:
“Se sirve de todo para el bien de los que lo aman”
(Rom 8, 28),
tendremos como mayor afinidad y una mayor intuición para encontrar esas oportunidades de responder, de ir en el camino correcto.
Puede ser que a veces no lo tengamos hoy todo claro.
Leí hace poco de san Josemaría que, con el tiempo escribía: “Ahora entendí por qué me hice sacerdote yo”. Dio ese paso porque realmente sentía que Dios le pedía algo, pero después solo, tiempo después, dijo:
“Ahora entendí por qué me hice sacerdote”.
Porque ese paso y esa vocación formaba parte de su vocación de fundar el Opus Dei, se dio cuenta después.
O también escuchaba un podcast de una señora muy buena, le hice una entrevista en una radio y decía: “después ya entendí cómo esta enfermedad que tuve, pude ayudar a otros”.
Porque ella dio un testimonio de cómo llevó adelante un embarazo aun teniendo cáncer. Su caso se hizo conocido en algunos medios y mucha gente la consultó. Fue una inspiración para otras personas que pasaron por una situación parecida.
Lo entendió después; la enfermedad valió la pena, algo que no le salía así naturalmente, era dice, hablar en medios de difusión, de llegar a mucha gente.
RECTIFICAR
En el camino puede ser que, incluso, nos demos cuenta en algún momento que hemos errado, que hay dificultades, que no supimos escuchar tu voz y bueno, será cuestión de rectificar.
También en el Evangelio de hoy, nos decís Jesús,
“cuando vas de camino, si alguien te hace un pleito, asegurate de arreglarlo”
(Lc 12, 58).
A veces nuestro camino es también reconciliarnos con Dios, con los demás. Y, si hemos errado en el camino, retomar, porque eso también es parte del peregrinaje.
Si uno se desvía un poco, lejos de desanimarse: “acá me equivoqué, aprendo de la experiencia, pido perdón y vamos para adelante”.
Danos, Señor Vos esa intuición. Concédenos, sobre todo, esa fe para que vivamos nuestra vida más en apertura a esas señales que nos vas dando en el camino para que, en primer lugar, sintamos la seguridad de tu compañía, el sentido de que vamos hacia una meta, para que la alcancemos así más rápido.