¿Qué busca Jesús cuando hace alguna pregunta?
Tengo un amigo sacerdote que escribió un libro sobre las preguntas que le hacen a Jesús. Se llama: “Entrevista a Jesucristo”, muy bueno.
Se publicó una segunda edición, una tercera incluso y está preparando una segunda edición de ese libro pero ya no con las preguntas que le hacen a Jesús sino con las preguntas que hace Jesús.
Señor, ¿qué buscas Tú cuando haces una pregunta? Recuerdo un amigo que siempre que hacía alguna pregunta era para pedir algo. Por ejemplo: oye ¿de qué es el jugo? Lo que quería decir realmente era: oye me sirves de ese jugo, quiero tomar ese jugo. ¿Quiénes van a ir a jugar fútbol esta tarde? Lo que quería decir era: quiero ir a jugar con ustedes esta tarde. ¿Puedo ir a jugar con ustedes esta tarde?
Hacía unas preguntas muy simpáticas, ya sabíamos lo que quería decir con ellas.
¿QUÉ BUSCA JESÚS CUANDO HACE UNA PREGUNTA?
En este rato de oración te quiero sugerir, plantear, que cuando leas el Evangelio pienses ¿qué busca Jesús cuando hace alguna pregunta?
Hoy en el Evangelio está Jesús rodeado de gente, sube a una montaña ahí está con sus discípulos y empieza a llegar gente, mucha gente, levanta los ojos y ve que acudía a Él mucha gente.
Yo te imagino Jesús pensando: ¿Qué necesidad inmediata tendrá esta gente? Va pensando, Él va viendo, va mirando, va reflexionando, va pensando y por eso hace una pregunta:
“¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?”
(Jn 6, 5).
Se la hace a Felipe que está a su lado, se ve que es el apóstol que estaba ahí en ese momento.
JESÚS DEJA UNA INQUIETUD EN EL ALMA
Señor, cuando Tú haces preguntas, Tú ya sabes cuál es la respuesta, Tú eres el Mesías. De todas maneras, cuando el Señor plantea un interrogante, lo quiere hacer para nuestro bien, no porque esté necesitado de obtener una información de la que carece. Es Dios, ¿cómo va a carecer de información? Él ya sabe.
Cuando Jesús deja una inquietud en el alma, hay una manera muy posible de avanzar, una posibilidad grande de avanzar en la vida interior. Cuando el alma tiene una inquietud, tiene una pregunta buena, puede avanzar.
Por eso Señor planteas esa pregunta, pero vas pensando: ojalá alguno de los presentes tenga algo de comida, sea generoso y se quiera desprender libremente.
No hay comida, hay mucha gente. Preguntó: ¿con qué compraremos panes para esta gente? Los apóstoles inmediatamente se ponen también a pensar y a mirar cómo resolver las cosas. Menos mal aparece un chico que tiene tres peces y dos panes.
FORMAR A LAS ALMAS PARA QUE QUIERAN
Señor, yo estoy haciendo oración, este es mi rato de oración, yo no estoy aquí dando una clase ni una plática, yo estoy haciendo mi rato de oración, pienso en mí; yo soy capellán en un colegio de niñas, ¿cómo puedo yo formar mejor a las almas para que quieran? ¿Para que avancen libremente?
Yo no le tengo que decir a nadie qué tiene que hacer, el sacerdote no está para decir lo que tiene que hacer.
Pero sí lo que te voy a pedir es, Señor en este rato de oración, generar preguntas, inquietudes, para que el alma quiera, para que las personas las resuelvan libremente y que en la dirección espiritual, cuando hablo con alguna persona, esa persona pueda avanzar libremente.
DIRECCIÓN ESPIRITUAL
Y más que en la dirección espiritual dar un mandato, es estimular la libertad.
Jesús vino para estimular la libertad, no más y por eso tiene una gran paciencia con los apóstoles, van avanzando poco a poco; alguna vez retroceden, meten la pata, pero el Señor los deja que avancen libremente y cuenta con el tiempo y la respuesta de esas almas, de esos corazones.
Hace unos días celebramos la fiesta de Santiago apóstol y la mamá va y le pregunta a Jesús: oye ¿mis hijos Santiago y Juan se pueden sentar a tu derecha y a tu izquierda en el Reino de los Cielos?
Jesús ahí hace unas preguntas poderosísimas; se las hace a ellos sobre todo, no a la mamá.
Cuando la mamá le pregunta, Jesús no le responde a la mamá sino que le pregunta a ellos: ¿Pueden soportar la muerte? ¿Será que son capaces de derramar sangre? ¿Será que van a ser capaces de morir?
Pero claro Señor, también esa pregunta sabes cómo hacérselas porque dices:
“¿Sois capaces de beber el cáliz que Yo he de beber?”
(Mt 20, 22)
l Señor siempre va por delante, Jesús nunca va a sugerir algo, va a plantear algo, alguna inquietud que Él no haya resuelto con su vida, con su santidad. Así tenemos que también ser nosotros, si queremos que la gente, nuestros amigos, las personas que tratamos con amistad y que queremos, avancen en la vida interior. Tenemos que primero ayudarles con el ejemplo.
Cuando Tú Jesús le dices a Santiago y a Juan: oigan ustedes me están pidiendo una cosa que Yo no puedo dar, porque eso le corresponde a mi Padre, pero aprovecho para preguntarles: ustedes ¿van a ser capaces de beber el cáliz que yo he de beber?
JESÚS QUIERE QUE LE IMITEMOS
Porque así Jesús los estimula a una respuesta más generosa.
Esto lo voy a hacer Yo, esto lo voy a vivir Yo, ¿ustedes van a ser capaces de imitarme?
Señor tus preguntas nos interpelan, nos mueven, nos ayudan un montón y tenemos que obedecer, sabemos que la clave de la santidad, de la lucha por la santidad, es ser dóciles a la voluntad de Dios, a las inspiraciones de Dios; ser obedientes.
En el Antiguo Testamento, obedecer se traduce por escuchar y también por confiar en Dios. En estos días tuve una clase y el profesor lo dijo así.
¡Qué maravilla entender así la obediencia! También en el aspecto espiritual, no solamente en el material, formal. O ser obediente al papá, a la mamá o a un profesor, sino también en la vida espiritual.
Obedecer, primero es escuchar y después confiar en Dios. Señor Tú nos esperas y en esa espera nos haces libres, estás atento a nuestras iniciativas. Tú tomas la iniciativa también, porque cuando haces preguntas Tú eres el que toma la iniciativa, pero con qué delicadeza lo haces, para que nosotros seamos los que nos movamos.
QUE EL ALMA QUIERA
¡Que el alma quiera! Esa es la petición que yo voy a hacer en este rato de oración, Jesús que el alma quiera, que mi corazón quiera.
Nosotros fuimos creados para ser hijos. Cuando uno por ahí piensa que es el hombre o quién es el hombre, es muy fácil pensar de pronto que el hombre es un pecador, no.
La respuesta primera tiene que ser el hombre, es hijo de Dios; Dios quiso que el hombre fuera hijo, lo creó como hijo y por eso la respuesta de un hijo siempre tiene que ser libre siempre.
Siempre tiene que ser una respuesta que responda al deseo de plenitud.
Este mismo profesor, cuando hablaba de la obediencia, decía que recordaba una definición que dio en algún momento san Juan Pablo II:
“La obediencia es la capacidad de autodeterminación para alcanzar la plenitud”.
La obediencia en el ámbito espiritual.
QUE MI VOLUNTAD SE MUEVA SEGUN TU INSPIRACIÓN
Señor, ayúdame a entrenar la voluntad para que pueda decir que sí, para que pueda responder a que sí y la voluntad es muy frágil.
Los barcos, por ejemplo, puede ser lo más grande del mundo, como esos cruceros que son unos edificios completos. ¿Qué es lo que dirige a ese barco? Un pedacito de madera, un pequeño timón lo dirige hacia donde quiera la voluntad del piloto.
Señor haz que mi voluntad se mueva inmediatamente a tus inspiraciones, a tus sugerencias.
La santísima Virgen se iba dando cuenta cómo respondían los discípulos. Yo me la imagino también hablando con Jesús y Jesús contándole: «mira este apóstol cómo avanza; mira este discípulo; mira este grupo de mujeres que nos ayudan a los demás también para que avancen con su delicadeza femenina…»
Señor te pido como fruto de este y de todos los ratos de oración, que el alma quiera responder libremente con amor a todo lo que el espíritu insinúa y sugiere en mi alma y en mi corazón.