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QUE ÉL CREZCA

HUMILDAD

Al leer el Evangelio de hoy, al final me encuentro con unas palabras que nos van a ayudar a hacer este rato de oración. 

Es San Juan Bautista que dice:

“es necesario que Él crezca y que yo venga a menos”,

(Jn 3, 30)

Él es Jesús, es necesario que Jesús crezca y que yo venga a menos, eso se lo dice a sus discípulos, que fueron a decirle que Jesús estaba ganando adeptos; las personas que antes seguían a San Juan estaban siguiendo ahora Jesús. 

“¿Qué vas a hacer al respecto? le preguntan a Juan y él dice: “conviene que Él crezca. Es necesario que Él crezca y que yo venga a menos. 

LA VIRTUD DE LA HUMILDAD

Son palabras que nos hablan de una virtud maravillosa que nos va a ser muy felices y que a Dios le gusta mucho que tengamos, que es la virtud de la humildad y que se la pedimos ahora Jesús. 

Ayúdame a amar la humildad, ayúdame a ser humilde a darme cuenta que es una condición para recibir tus bendiciones.

 Si queremos llenarnos de la gracia de Dios, necesitamos ser humildes, si queremos recibir los tesoros que Dios nos quiere regalar es importante, es necesario ser humildes, por eso la Virgen está tan llena de bendiciones y de gracias. 

Tu, Madre Nuestra, eres muy humilde y por eso Dios te llenó de tantas gracias y tantos dones. 

DIOS QUIERE QUE CREZCAMOS

Es necesario que Él crezca y que yo venga a menos. Dios quiere que crezcamos, por supuesto, Dios quiere que nos vaya bien, que nos den premios, que triunfemos, claro que sí, Dios es Nuestro Padre y todo padre se pone contento ante el progreso de sus hijos, ante su crecimiento. 

Dios quiere que seamos grandes pero con la grandeza de Dios, porque a veces nuestros proyectos y nuestras ambiciones nos hacen olvidarnos de Dios.

 Y si nos olvidamos de Dios, nos empobrecemos tremendamente.

SAN JUAN EL BAUTISTA

Juan realmente era muy grande. Jesús dice una alabanza de San Juan y eso que Jesús no estaba ahí alabando a la gente, Tu Señor, reconoces la grandeza de Juan y dices:

“En verdad les digo, que no ha surgido entre los nacidos de mujer, nadie mayor que Juan el Bautista”

No han nacido entre los nacidos, no ha surgido entre los nacidos de mujer, nadie mayor que Juan el Bautista, son palabras muy serias, Tú haces una alabanza de San Juan. 

Y San Juan, también en la Iglesia es reconocido. Es de los pocos que se celebra, no solo su muerte, porque es el día que entró en el cielo, porque San Juan murió mártir, sino que también celebramos su nacimiento, la natividad de San Juan. 

San Juan es alguien que ha recibido gloria, pero la gloria por su unión con Dios, por su santidad porque la humildad, a fin de cuentas, es la verdad. 

RECONOCER LA VERDAD, QUE ES CRISTO

La humildad es reconocer la verdad de las cosas, la verdad profunda, lo importante. Y lo importante es que Tú, Jesús, eres el centro y todo lo demás está en función de Ti. 

O sea, la verdad realmente es las cosas en cuanto que se adecuan a Ti. Eso es algo muy profundo, la verdad es cuando la mente se adecúa a las cosas, pero en el caso de Dios, como Dios es el Creador, el que dice lo que las cosas son, las cosas son verdaderas en la medida en que se adecuen a la mente de Dios. 

Perdón, ya me estoy desviando en cosas filosóficas, volvamos a nuestra meditación.

JESÚS TÚ ERES EL CENTRO

 La humildad es la verdad, la verdad profunda y la verdad profunda es que tú, Jesús, eres el centro. 

Y ahora que estamos en el tiempo de Navidad, ya casi está por terminar, pues vemos el nacimiento y te vemos a Ti, Jesús, ahí al centro del nacimiento. 

Y vemos que todo gira en torno a Ti, por supuesto, la Virgen María es Tu Madre y ella fue concebida sin pecado para que fuera Tu Madre y ella existe para hacer tu Madre, San José, pues fue el varón, el hombre elegido para cuidar a María para hacer las veces de tu padre aquí en la tierra, para  que te cuidara, que te alimentara, que te formara también en las virtudes. 

Y es importante San José por esa misión en relación a Tí. 

Y luego los Reyes Magos que estuvieron tanto tiempo de viaje, no sabemos, quizá fueron años de viaje para llegar finalmente a Belén y poder ofrecer a Jesús sus dones.

 Y los pastorcitos que estaban ahí, pues todo está en función a Tí, Tú Jesús eres el centro. 

Realmente todo fue creado; leemos en el prólogo del Evangelio de San Juan:

“Todo fue creado en vistas a Ti y sin Tí no fue creado nada de lo que es”

Tú eres el origen y Tú eres el fin. 

EL BELÉN QUE PUSO DIOS

Hay un libro muy bonito qué se llama: “El Belén que puso Dios” y el Belén, o sea, el nacimiento que Dios puso.

Dios también puso su nacimiento, así como nosotros ponemos nuestro nacimiento en nuestra casa así, Dios también pone su nacimiento, pero ese nacimiento es verdadero, es real. 

En los nacimientos ponemos estrellitas, ponemos montañas, pues, las estrellitas que puso Dios para su nacimiento son, pues todo el cosmos, todas las estrellas que vemos en la noche y las montañas que Dios puso para su nacimiento, pues son todas las montañas de la tierra y el río, que pues así todo, o sea, todo está en función de del Niño, de Dios hecho hombre. 

JESÚS ES NUESTRO SALVADOR

Por lo tanto, Juan no se enoja porque Cristo crezca, porque Él tiene que crecer, Él tiene que llegar a ser el centro, el fin de todos, que todos nos demos cuenta que Él es nuestro Salvador, que sin Él no tenemos vida. 

Porque sin Él todo pierde color, belleza y sentido. Tú, Jesús, eres realmente el que nos das,  nos das el ser porque nos creas, nos hace el sentido de nuestra vida, porque porque Tú eres el que  nos llama a tener la vida eterna y que nos dice lo que vale, un acto de amor a Dios, que ofrezcamos a Dios lo que hacemos, que le ofrezcamos un pequeño sacrificio, que hagamos un ratito de oración todo eso es valiosísimo, Tú nos lo muestras. 

Y San Juan por eso se pone muy contento, es necesario que Él crezca y que yo venga menos y está contento con eso. 

¿Y cómo sé que está contento con eso? Pues porque lo leemos también en el Evangelio del día de hoy, justo antes de que dice:

“Es necesario que Él crezca”

Afirma:

“En una boda el que tiene la novia es el novio, en cambio, el amigo del novio, que lo acompaña y lo oye  hablar se alegra mucho de oír su voz, así también yo me lleno ahora de alegría”.

(Jn 3, 22-30)

YA LLEGÓ EL SALVADOR

Juan, el precursor, al ver que Jesús ya llegó, que está haciendo milagros, que está bautizando, se llena de alegría. ¡Ya llegó!, ¡Ya llegó el Salvador!, eso es lo importante realmente, no que yo crezca, no que yo reciba alabanzas, sino que Él, porque Él es el que nos da la vida, Él es nuestro Salvador y se pone muy contento  dice yo amigo del novio. 

ESTAMOS INVITADOS AL CIELO

Usa la comparación del novio y de la novia, de la fiesta de bodas. 

Porque eso es Dios, es el novio, la Iglesia es la novia y estamos invitados a esa fiesta de bodas, que es, pues el cielo y nosotros estamos invitados. 

La Iglesia es la novia y tenemos un lugar importantísimo ahí y San Juan se  alegra al oír la voz del esposo.

Señor, que yo me alegre también al escuchar tu Evangelio, al escuchar estas palabras y que también como San Juan quiera que Tú crezcas en mi vida. Leía en una homilía de San Josemaría, del día de la Epifanía que acabamos de celebrar, dice San Josemaría: 

“A los pies de Jesús Niño en el día de la Epifanía, ante un rey sin señales exteriores de realeza podéis decirle, Señor quita la soberbia de mi vida, quebranta mi amor propio, ese querer afirmarme yo, e imponerme a los demás, haz que el fundamento de mi personalidad sea la identificación contigo”.

 

Se lo pedimos al Señor por la intersección de Nuestra Madre. 

 

 

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