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P. Ricardo

6 min

ESCUCHA LA MEDITACIÓN

¿QUIÉN ES JESÚS?

Ante la pregunta de quién es Jesús, encontramos la respuesta de Herodes y la de Pedro. Una es una respuesta humana y la otra es la respuesta de la fe. Esa misma pregunta nos podemos hacer nosotros: ¿Quién es Jesús para ti?

Alguna vez he hecho una pequeña encuesta entre mis alumnos sobre quién es Jesucristo. Les preguntaba: Para ustedes ¿quién es Jesucristo? y es interesante escuchar las respuestas. Algunos dicen: Jesús es amor, Jesús ayudó a los pobres, Jesús hizo el bien, Jesús se preocupaba por los demás, decía parábolas…

Y así una serie de descripciones sobre Jesús, sobre Jesucristo. Muy pocas, diría, muy pocas respuestas decían que Jesús es el Hijo de Dios. Y esto, cada vez que lo hago, no deja de asombrarme porque, en efecto, nuestro Señor, se dedicó a atender a los demás.

Muchas veces leemos que está cansado y de pronto mira a la multitud que le sigue, que le observa como esperando algo de Él. Entonces nos dice el Evangelio que Jesús

“se llenó de misericordia, porque los vio como ovejas sin pastor”

(Mc 6, 34)

y entonces, el Señor vuelve a la carga: se olvida de su cansancio y empieza a curar y a predicar.

SE LA PASÓ HACIENDO EL BIEN

Es decir, Jesús, en efecto, se la pasó haciendo el bien. “Pertransiit benefaciendo”, son dos frases que a San Josemaría le gustaba repetir como un resumen de la vida de Jesucristo: “se la pasó haciendo el bien”.

Quien es Jesús?

Por supuesto que al Señor le importaba la caridad. De hecho, lo que está en el centro del mensaje del Señor, es la caridad, el amor; la caridad entendida no como voluntariado, sino amar, amar de verdad. Es verdad también que Jesús es amor. De hecho, ¿cuál es la definición que nos da San Juan de Dios?:

“Dios es amor”

(1Jn 4, 8)

es lo propio de Él.

Y estas definiciones, estas ideas, no pueden estar desconectadas de la Divinidad de Jesucristo, sino Jesús es únicamente un Hombre: un Hombre buenísimo, extraordinario, pero un Hombre que murió y que su obra quedó allí. Y sin embargo, tú y yo estamos aquí haciendo este rato de oración porque Jesucristo vive.  Jesucristo resucitó porque no era un simple Hombre, era perfecto Dios y perfecto Hombre.

LA CURIOSIDAD DE HERODES

Y esto, para meditar lo que nos presenta el Evangelio en la misa de hoy, nos dice San Lucas que:

“El tetrarca Herodes oyó todo lo que ocurría y estaba perplejo por lo que decían sobre Jesucristo, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos, otros que Elías había aparecido, otros que había resucitado alguno de los antiguos profetas. Y dijo Herodes: A Juan lo he decapitado yo; ¿quién es, entonces, ese del que oigo tales cosas?”.

(Lc 9, 7-9)

Por tanto, Herodes se hace esta misma pregunta que yo le hice o que suelo hacerle a mis alumnos: ¿quién es Jesús?  En el caso de Herodes encontramos, en primer lugar, sobre todo curiosidad.  Él quiere saber porque le llegan rumores, tiene gente que, a lo mejor, ha estado en la plaza, que ha venido de otra ciudad y le dice a Herodes: Oye, hay un personaje, hay un hombre de Nazaret que hace milagros, que habla muy bien y que le sigue mucha gente.

JUAN EL BAUTISTA

A Herodes esto le sorprende porque él conoce a una persona -o conocía a una persona- en quien se cumplían esas características y era Juan el Bautista. Tal vez Juan el Bautista no hacía milagros, pero sí era un hombre que, fruto de su predicación, fruto también de su ejemplo, del estilo de vida que llevaba -una vida austera, coherente- muchas personas iban a escucharle e iban a bautizarse porque Juan hablaba de la conversión, justamente porque el tiempo del Señor -el tiempo del Mesías- estaba listo para darse.

honradez cristiana

Entonces entendemos la perplejidad de Herodes porque dice: Oye, esta persona, es semejante a Juan el Bautista. Y añade una cosa más: porque yo lo he matado, yo lo hice decapitar. Y conocemos la historia, porque Herodes manda a matar a Juan el Bautista, a quien en un primer momento escuchaba con atención, pero a causa de esa promesa que le hace a la hija de Herodías, la mujer con la que convivía (porque no era su esposa, era esposa de su hermano) al hacerle esa promesa, termina por decapitar a Juan el Bautista. Entonces Herodes tiene una curiosidad.

En cambio, qué distinta es la actitud, por ejemplo, de Pedro. Pedro hace un acto de fe cuando escuchamos que confiesa que Jesucristo es el Hijo de Dios, que es el Mesías -por supuesto iluminado por Dios- y es que la fe es un don de Dios.

EL HIJO DEL DIOS VIVO

Nos encontramos con dos respuestas a la pregunta ¿quién es Jesús? Herodes no encuentra la respuesta porque se queda únicamente en lo exterior, le falta fe. Y él dice: ¿será Juan el Bautista? Yo lo mandé a decapitar. ¿Qué son esas cosas que oigo?  Pedro, en cambio, le hemos escuchado que, movido por la fe, iluminado por Dios, proclama, confiesa que Jesucristo es el Hijo de Dios, del Dios vivo.

NO TENGAMOS MIEDO

Y por supuesto no podía faltar esta misma pregunta dirigida a nosotros mismos: ¿Quién es Jesús para ti? ¿Jesús es alguien a quien recurrimos únicamente cuando tenemos algún problema? Por supuesto que sí. Y al mismo tiempo, el Señor no quiere quedarse únicamente como un recurso para cuando tenemos problemas: quiere estar todos los días de tu vida contigo.

¿Y cómo podemos hacer esto? ¿Por qué? Porque me imagino que los que estamos haciendo este rato oración -escuchando esta meditación, estas palabras de la Sagrada Escritura-, pues somos personas que trabajamos en el día a día, que tenemos una familia, que ahora salimos más o menos dentro de lo que se puede… Es decir, estamos en medio del mundo.

JESÚS ESTÁ EN MEDIO DE NOSOTROS

Por tanto, ¿cómo podemos hacer para que Jesús esté en medio del mundo con nosotros? Pues bueno, “Señor, tenemos ya, digamos, el primer paso y es que Tú quieres estar con nosotros”.

En primer lugar, hemos sido bautizados y formamos parte del cuerpo de Cristo. Tenemos el don de la fe y te pedimos que también, como Pedro lo hizo, nosotros podamos confesar de que Tú eres el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, que ha tomado nuestra naturaleza” -una naturaleza inferior a la divina, pero nuestra- y de este modo, Dios se ha hecho más cercano, se ha hecho humano, se ha hecho cercano para que podamos tratarle. Ha muerto en la Cruz y por eso ¡qué importante es la señal de la Cruz!

Qué bonito, por ejemplo, al empezar este rato de oración, a lo mejor hemos empezado así, haciéndonos la señal de la Cruz o al terminarla.  O cuando veamos, tal vez desde nuestra ventana una iglesia, un campanario o al salir por la calle, pasamos por una iglesia que puede estar cerrada o abierta… Pues pensemos que allí está el Señor.

LOS SÍMBOLOS QUE NOS AYUDAN A PENSAR EN JESÚS

Quien es Jesús?

Y nos dirigimos allí donde vamos, a lo mejor porque estamos haciendo un poco de deporte, a lo mejor porque vamos a trabajar o simplemente estamos volviendo a casa o estamos en nuestra casa. Pues todos esos símbolos nos ayudan a pensar en Jesucristo, además de todo lo que podamos hacer con esos ratos de oración, con esa lectura del Evangelio o simplemente darle gracias.

Gracias Señor por este día. Gracias también por esas dificultades. O, perdóname Señor porque aquí, pues no he sido generoso, aquí te he fallado… ayúdame más.

Y esa es la humildad de saber agradecer, de saber pedir perdón, de saber pedirle al Señor con sencillez, con la sencillez de hijos. Por eso pídele también a nuestra Madre santísima que nos responda, que nos diga quién es Jesús.

¿Quién es Jesús para ti y para mí? Pues la respuesta depende de ti y de mí. La respuesta es clarísima: es el Hijo de Dios.  Sin embargo, tiene unas consecuencias prácticas. ¿Cómo haces para que Jesús, el Hijo de Dios, esté presente en tu vida? ¿Quién es Jesús para ti?


Citas Utilizadas

Qo 1, 2-11

Sal 89

Lc 9, 7-9

Mc 6, 34

1Jn 4, 8

Reflexiones

María, ayúdame a saber quién es Jesús en mi vida y a tenerlo presente con coherencia en mi diario vivir.

Predicado por:

P. Ricardo

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