Icono del sitio Hablar con Jesús

RESPONDERLE CON CARIÑO A JESÚS

quién soy

El Señor era muy amable siempre. Muy buen amigo, muy simpático, muy acogedor y, a veces, entraba a los temas o a las conversaciones de manera muy directa, por la confianza de la amistad o también, a veces, dando un pequeño rodeo, parte de la conversación, para facilitar que uno vaya entrando al tema reflexionando un poquito.

Como a veces hacen los niños chicos, ir juntando los puntos y al final sale la figura: uno va con el lápiz del uno al dos, del dos al tres, del tres al cuatro, del cuatro al cinco y al 17, al 18, 19… y sale una figura; yendo de punto en punto, va saliendo el dibujo.

A veces, también es así, uno cuando va pensando las cosas, reflexionando, profundizando, viendo de un lado al otro…

EL SEÑOR ERA ASÍ

Y en la conversación que viene hoy en el Evangelio, lo cuenta san Marcos (seguramente porque san Marcos recoge en su Evangelio la predicación después de san Pedro).

Seguramente, san Pedro lo habrá contado más de alguna vez y otros apóstoles también, una conversación en Cesarea de Filipo.  Dice:

“Por el camino preguntó a sus discípulos”

(les pone este tema)

“¿Quién dice la gente que soy Yo?”

¿QUÉ SE DICE POR AHÍ?

¿Qué ha captado la gente de quién soy Yo? ¿Por qué voy recorriendo los pueblos? ¿Por qué voy predicando? ¿Por qué tengo el poder de ayudar a la gente?

Quizás también Jesús te pregunta a ti, me pregunta a mí ahora rezando: “Oye, alrededor tuyo, no en el mundo o en tu país, sino alrededor de ti, tus amigos, en tu familia, ¿qué dice la gente de mí? ¿Quién soy Yo para ellos?”

Nos sirve una pregunta así, una conversación como esta, en que estamos 10 minutos escuchando y hablándole a Jesús; intentando hacerlo, al menos, con cariño.  Es un buen tema.

PARA CONVERSAR

“Quizás Tú Jesús, ahora me quieres preguntar esto, no como si fuera un programa de televisión en que a uno le hacen una pregunta y si no la responde en treinta segundos, entonces perdió”.

¡No! De una manera muy amable, para reflexionar, para conversar, para buscar alguna manera de demostrar más las cosas a la gente.

El Señor plantea esta pregunta y, entonces, dice san Marcos que fueron contestando y nosotros también contestamos.

CONVERSAR CON EL SEÑOR

Tú en la oración, ahora mismo estos minutos o durante el día, de repente en el autobús, en la micro (decimos aquí en Chile) o caminando por la calle o ahí en la cocina ordenando algo o cocinando algo, de repente uno va rezando, conversa con el Señor:

“Señor, para tal persona, para este amigo mío, Tú eres más o menos así.  Para esta otra persona, para este amigo, Tú Señor eres esto.  Señor, para este otro amigo, Tú eres un mito.

“Señor, para esta otra persona, a mí me impresiona porque cómo te quiere, cómo te trata, como un amigo realmente”.  Y va saliendo una conversación simpática con Jesús.

Cuenta san Marcos le contestaron:

“Unos, que Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas”

(Mc 8, 27-28).

Esto lo recoge san Marcos, pero quizás Jesús quería llegar a este punto.  No solo hacerlos pensar o conversar sobre esto, tener un tema interesante.  Porque luego Jesús hace una pregunta más personal.  Dice:

“Les pregunto: Y ustedes ¿quién dicen que soy Yo?”

JESÚS PREGUNTA CON CARIÑO

No sirve una respuesta así tan evidente de: “Tú eres Jesús”.  No, Jesús está preguntando más y no solo lanzando la pregunta -por decirlo así-, sino que preguntando con cariño; preguntando con una mirada a los ojos.

No, por decirlo así, por poner en una situación complicada o dame la respuesta correcta.  O, si no me dices justo lo que quiero escuchar, entonces me voy a defraudar.  ¡No! De una manera muy amable, muy abierta, muy en confianza, muy cariñosa.

Y Jesús, así como les preguntó a ellos, te pregunta a ti, me pregunta a mí: “Oye, Yo para ti, ¿quién soy?”

Porque según sea, entonces será la relación que tengamos con Él y la manera en que lo trataremos con cariño; con más o menos cariño, con una confianza más o menos profunda.

Confianza en el sentido de si respondemos como Pedro responde a continuación, entonces la confianza en Él es total.  Por eso, estamos haciendo estos diez minutos de oración.

Si no respondiéramos como responde Pedro, no tiene tanto sentido estar ahora rezando.  En cambio, si le respondemos, lo cuenta san Marcos:

“Tomando la palabra Pedro le dijo: “Tú eres el Mesías””

(Mt 8, 29)

que es la manera hebrea de la palabra que nosotros usamos en castellano: Ungido por Dios.  O en griego o en latín: el Cristo.

JESÚS ES EL MESÍAS

Por eso Pedro y los demás están con Jesús.  Por supuesto, porque es muy amable, porque es muy sabio, porque es divertido, porque dan ganas de estar con Jesús…

Por todas esas cosas, por supuesto, pero por algo más profundo, por algo mucho más grande: “Tú Jesús, eres el Mesías”.

Depende de la versión del Evangelio.  Aquí en san Marcos aparece así muy cortito (San Marcos suele ser súper sintético);  en otros Evangelios (san Mateo, por ejemplo), se explaya un poco más:

“El Cristo, el Hijo de Dios…”

(Mt 16, 16).

RESPONDERLE A JESÚS

Tú y yo también podemos responderle a Jesús, pero mirándolo a los ojos y encontrando una mirada tan cariñosa en el Señor.

No nos quedamos solo con responderle a Jesús ahora en la oración o durante el día, especialmente, si tenemos la oportunidad en la comunión.

No nos quedamos solamente en responderle, por decirlo así, en dar una respuesta verbal con palabras, sino que rápidamente, además de las palabras, va un abrazo apretado, cariñoso; es natural.

DEUS CARITAS EST

Benedicto XVI, en su primera encíclica esa que se llama “Deus Caritas Est”, en el primer punto -y es algo que después el Papa Francisco también ha recogido muchas veces, citando al Papa Benedicto- decía:

Hemos creído en el amor de Dios.  Así puede expresar el cristiano; la opción fundamental de su vida”.

Es decir, el fundamento donde se apoya, desde donde se construye todo lo demás.

Hemos creído en cómo nos quiere Dios, en cuánto nos quiere Dios, en quién es Jesús.

“Tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo”

(Jn 3, 16).

Ese es Jesús.

Sigue Benedicto:

“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona que da un nuevo horizonte a la vida. Y, con ello, una orientación decisiva”.

Una orientación, es decir, lo que orienta todo lo demás.

TÚ JESÚS ERES MI AMOR

Por eso, estamos haciendo estos diez minutos de oración; por eso los 10 minutos con Jesús, por eso existe algo así como un proyecto que se llama 10 minutos con Jesús y por eso hay un montón de administradores de grupos y plataformas: Instagram, Spotify, YouTube…. “Porque Señor, creemos en Ti”.

Le encantará a Jesús que le digamos muchas veces: “Tú Jesús eres el Mesías; Tú Jesús eres mi amor”.

Cuántas cosas bonitas le habrá dicho la Virgen María a Jesús.  Cuántas cosas bonitas, cariñosas, le habrá dicho san José.

También nosotros, con la Virgen, con san José; como la Virgen y como san José, podemos responder esa pregunta con harto cariño a Jesús.  Responderle que esa respuesta oriente a nuestra vida y darle un abrazo grande al Señor.

Salir de la versión móvil