¡GRACIAS!
Nos alegramos muchísimo por la Resurrección del Señor y Jesús, te lo decimos a Ti:
¡Gracias! ¡Gracias por estar vivo! y ¡Gracias por estar conmigo! ¡Gracias por acompañarme toda la vida! ¡Gracias por haber muerto por mí!
Y hoy te lo digo especialmente: gracias por haber vuelto a la vida. No a la vida antigua, sino una vida nueva, una vida gloriosa. Y mediante la cual eres capaz de situarte junto a los hombres de todos los tiempos, para acompañarnos en el camino hacia el Cielo.
Siempre me he preguntado, ¿por qué en estos días de Semana Santa en la televisiones, en los canales que tradicionalmente se suele ofrecer al público esas películas antiguas, que tratan de diferentes temas religiosos, entre ellas está esa antigua película sobre los Diez Mandamientos?…
Y me preguntaba, ¿qué tiene que ver Moisés con la Pascua de Jesús?
Suponía que era simplemente por poner motivos religiosos en la televisión, para ayudar a la gente a que estuviera en conexión con Dios.
Sin embargo, me he dado cuenta de que esa película en concreto, tiene no solo mucho que ver, sino muchísimo que ver con la Pascua del Señor.
De hecho, en la Vigilia Pascual, en esa ceremonia en la que quizá algunos participamos anoche, hay una lectura que es central y que es la lectura del paso del Mar Rojo por el pueblo guiado por Moisés.
Y efectivamente, la Iglesia quiere que en esta Pascua, pongamos también los ojos en esa liberación que tuvo lugar de la mano de esa persona elegida por Dios, que era Moisés; porque esa historia del Antiguo Testamento es un símbolo de la Pascua de Cristo.
LA VIDA TRIUNFA SOBRE LA MUERTE
Así como Moisés liberó al pueblo de Israel de la esclavitud que tenía degradado al pueblo bajo el dominio egipcio, así Jesucristo atravesando no el mar rojo, sino el mar de la muerte, nos ha liberado a nosotros de la esclavitud del pecado y nos ha llevado a la libertad de los hijos de Dios.
Así como el faraón y los soldados oprimían al pueblo de Israel, así también el demonio, la muerte, el pecado son los que nos oprimen y nos han oprimido a los hombres durante toda la historia.
Cristo nos libera de esas fuerzas venciéndolas en primer lugar, en su propia carne y así como la muerte dominaba en el mundo en toda la historia desde el pecado de Adán, así desde que Jesús resucita en un día como hoy, la vida puede dar ese triunfo sobre la muerte.
Esa vida nueva de la gracia de Dios.
Y es así, lo que era un simple símbolo en el Antiguo Testamento, con la Resurrección de Jesús, se hace realidad.<
LA CREACIÓN AL SERVICIO DEL HOMBRE
Por eso, el acontecimiento que hoy conmemoramos, es el punto inicial con el que también nosotros somos transformados, y con nosotros toda la creación, que fue hecha para servir al hombre, pero con el pecado original se volvió contra el hombre.
En un día como hoy, con la Resurrección de Jesús, la creación vuelve a estar al servicio del hombre nuevo, del hombre hijo de Dios.
En la historia hay muchos ejemplos, hay uno muy típico y muy gráfico que es el de San Francisco de Asís.
Cuando estaba en la ciudad de Gubbio, ese lobo estaba atemorizando a toda la población, el mismo Francisco se acercó y lo sometió pero con con la ternura podríamos decir de su alma en gracia.
Así la creación desde este día la Resurrección vuelve a estar ordenada hacia el nuevo hombre, hacia los hijos de Dios.
Por eso hoy es un día de muchísima alegría y todos nosotros queremos entonar junto con la Iglesia entera, ese himno que ha estado como mudo a lo largo de toda la cuaresma:
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Queremos nosotros decírselo tantas veces al Señor, Aleluya, Aleluya, alabado sea Dios, porque como también dice el salmo de la misa de hoy, vamos a cantar todos en este día la Resurrección y durante esta octava de pascua:
“Este es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en él”.
Este es el día que hizo el Señor, es como un día nuevo, es como una nueva creación que hace de Dios, no es un día en el que simplemente actúa Dios, sino que lo hace de alguna manera, es una nueva creación.
De hecho, volviendo al a la historia de Moisés y la liberación a través del mar rojo, cuando en el libro del éxodo se cuenta este acontecimiento.
Justo después de pasar el mar rojo, nos dice el capítulo 15 del Éxodo, que todo el pueblo cantó un cántico que es un cántico que ayer en la misa de la vigilia pascual hemos recitado todos.
En un momento de ese cántico se dice:
“Tu diestra Señor reverbera en su poder, tu diestra Señor doblega al enemigo.
Se habla del brazo de Dios, de la diestra de Dios, de la mano de Dios y me acordaba de cómo se conecta esto con la liturgia del día de hoy de la misa de la Resurrección porque al inicio de la misa, cuando no hay canto de entrada se dice esta antífona:
“He resucitado y estoy de nuevo contigo, pusiste tu mano sobre mí, qué admirable es tu sabiduría, Aleluya, Aleluya.
LA FUERZA DE DIOS, LA SABIDURÍA DE DIOS
«He resucitado» dice Jesús. «Y estoy de nuevo contigo», se lo dice a Dios Padre.
Pusiste tu mano sobre mí, qué admirable es tu sabiduría. Es decir, pusiste tu mano sobre mí, se manifestó la fuerza de Dios. Esa misma fuerza que actuó abriendo el mar rojo, y haciendo pasar a los israelitas a través.
La fuerza de Dios y la sabiduría de Dios, ¡Qué admirable es tu sabiduría!
Eso que sucedió hace ya dos mil años con la Resurrección de Jesús, la fuerza de Dios que es capaz de resucitar a un muerto y de darle una nueva vida, también sigue actuando en nuestro mundo de hoy.
El profeta Isaías lo dice en una breve frase: “Mirad que no se ha acortado la mano del Señor para salvar”. No se ha cortado la mano, ese brazo de Dios que hizo pasar a los israelitas por el mar rojo.
Ese brazo de Dios que resucitó a Jesús, también está presente hoy en nuestros días, porque el brazo de Dios es ahora el mismísimo Jesucristo.
Él es esa mano de Dios que da consuelo, que da fortaleza y que vence también hoy al demonio, a la muerte, al pecado.
El gran anuncio de este día es que Jesús está vivo.
San Josemaría lo decía así:
¡Cristo vive!
Esta es la gran verdad que llena de contenido. Jesús que murió en la Cruz, ha resucitado. Ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia.
Y esta semana que vamos a contemplar esas apariciones de Jesús Resucitado a los discípulos, quizá podemos preguntarnos cada uno de nosotros:
¿Qué experiencia tengo yo de esa potencia de Dios?
¿He tenido la experiencia de Cristo Resucitado en mi vida?
¿Cómo es mi relación con Jesús?
Simplemente, ¿la de un recuerdo de una persona que vivió hace muchos años? O, ¿la de alguien que está vivo a mi lado y que me sostiene y me da su vida?
Gracias Señor por haber resucitado, Gracias Señor por estar a mi lado.
Hoy te pido que me sigas acompañando. Te pido por todas esas personas que en el mundo necesitan también de tu compañía.
Y por último, en nombre de todo el equipo de los 10 minutos con Jesús de América Latina, les deseo a todos los que me escuchan:
¡una muy Feliz Pascua de Resurrección!
¡Que Dios los bendiga y la Virgen los acompañe!