Hoy día encomendamos a todos los difuntos. Tanta gente tan buena, muy buena, que están en el Purgatorio purificando, embelleciendo, iluminando el corazón, el alma, todo todo para entrar al Cielo; están a un paso muchos de ello, mucha gente muy buena muy cerca de la santidad, de la plena perfecta comunión con Dios. Y hoy día rezamos por todos ellos, mucho ¡ojalá!.
Seguro que todos hemos tenido la experiencia de que a veces las cosas no se ven en una habitación, por ejemplo, en una pieza que está oscura, a veces las cosas no se ven, pero no porque las cosas no estén ahí, si las cosas están; yo puedo incluso no ver mi mano en una noche muy oscura en una habitación sin ninguna luz yo puedo no ver pero tengo perfectamente claro que mi mano está aquí.
Si no es cuestión de que las cosas estén o no estén, que claro que están, claro que existe, claro que están ahí y son realísimas, pero si no hay luz ¿cómo las voy a ver…?
Dar luz
Y hay personas que no tienen la luz, no sólo de la fe sino también de los conocimiento, así intelectuales, filosóficos (Sócrates lo tenía clarísimo: la inmortalidad del alma); no es que se necesite ser Cristiano para tener esta luz.
También es bueno que hoy día pidamos por las personas que no tienen esta luz, que no saben de los difuntos y de que los difuntos están muy requete vivos y muy cerca de Dios también; los que están en el Purgatorio están a un tris…
Y nosotros agradezcamos ahora quizás en la oración, decirle hoy: “Señor gracias por esta luz, porque por decirlo así yo sé de los difuntos y “los veo”, entre comillas, “los veo”; pero yo sé que muchos de nosotros: mis abuelos, mis bisabuelos, mis tatarabuelos, amigos, amigas, quizás los padres, un hermano, hijos, gente a la que queremos mucho y que “los vemos”, entre comillas, “los vemos”.
Sabemos que están y que son muy reales; y lo sabemos por la luz del conocimiento intelectual, hay evidencia filosófica, si uno quiere en este sentido, pero también por la luz de la fe.
Esto es muy bonito, es decir, saber que tengo idea esa bisabuela mía que tenía tanto cariño, quizás la alcance a conocer, o ese amigo, no es que haya se desaparecido, que se haya disuelto en nada, no, no, no…
Está: y por supuesto, que puedo rezar por él y rezo por él hoy y por supuesto que nos vamos a volver a encontrar y a dar un abrazo muy fuerte y a conversar y a reírnos y además, por todo lo alto, porque va a ser en el Cielo, porque esta luz da una paz una alegría y unas ganas de rezar por los difuntos para que vayan al cielo, muy grande.
Hay una homilía de San Josemaría, que se puede buscar muy fácil, que se llama:
Sacerdote para la eternidad.
Habla de muchas cosas sobre el sacerdocio, por supuesto, pero entre ellas, un pedacito que habla sobre la Santa Misa, una maravilla.
Dentro de ese momentito en el que está hablando del sacerdocio, hablando de la Santa Misa, San Josémaría dice lo siguiente;
“Nos sirve ahora para hacer oración, pero también, pensando los difuntos dice, en la Santa Misa encontramos la oportunidad perfecta para expiar por nuestros pecados y por los de todos los hombres para poder decir con San Pablo qué estamos cumpliendo en nuestra carne lo que resta que padecer a Cristo.
Amemos el sacrificio, busquemos la expiación, ¿Cómo? Uniéndonos en la Santa Misa a Cristo, Sacerdote y Víctima: siempre será Él quien cargue con el peso imponente de las infidelidades de las criaturas, de las tuyas y las mías”.
San Josemaría está hablando, y ahora nosotros también con el Señor, de la Santa Misa, quizá ahora no tenemos tan fácil ir a la misa por la situación sanitaria; decirle, Señor yo quiero la misa y nos podemos unir quizás presencialmente, quizás no, quizás con el corazón, o mediante una transmisión, unirnos a la misa, unirnos al sacrificio de Cristo y expiar, limpiar, purificar, iluminar nuestros corazones, los de todos los hombres, rezar por los que no rezan para que recen, pero también por los difuntos.
Estos días, en noviembre podemos rezar tanto, ganar tantas indulgencias, que son dones, cariño del Señor ahora que estamos rezando, quizá tenemos por ahí alguna imagencita, podemos ver al señor quizás en la Cruz, o lo podemos traer al el corazón, en la imaginación y, ahora que estamos hablando contigo Señor, decirle,
“Señor gracias por las indulgencias, porque son modos tan cercanos, tan misericordiosos y tan cariñosos de poder limpiar, purificar, iluminar, encender, santificar, a ser Santo: Sanctum Facere.
Llegar a ganar indulgencias, muchas, con actos buenos; con rezar el Rosario en familia, por ejemplo. Hay muchas indulgencias que podemos ir ganando. Ahora, durante la pandemia, sabemos cómo el Papa nos ha facilitado esto, muchísimo.
Vamos a rezar mucho por estas buenas personas, por estos amigos, abuelitos, digo, como no tengo tantos años quizás, yo siempre miro hacia los abuelitos. Seguro hay de muchas edades en ¨10 minutos con Jesús».
Entre tantas cosas muy buenas que dice Dante, La divina comedia en El canto tercero del purgatorio, va cruzando Dante, haciéndose viaje, pasa por el purgatorio, por el infierno y llega al Cielo.
En El canto tercero del purgatorio se encuentra con un hombre que se llama Manfredo y le dice:
“Tú que vas a volver ahí donde los vivos, tú que estás vivo y que estas solo de paso por aquí dale un mensaje a mi hija cuando vuelvas a la vida normal, y le dices lo siguiente:
– si hacerme feliz puedes, sé discreto y que me viste dile a mi Constanza y la espera a que me hallo aquí sujeto. Que acá por los de allá mucho se avanza -”.
Esto es sólo una creación poética de Dante, pero también nos sirve para hacer oración, para darnos cuenta que también el Señor nos anima, como una obra de misericordia, como algo de caridad, de unos por otros en la Iglesia, como nosotros aquí podemos hacer esto; rezar mucho, es lo que Manfredo le pide a Dante, que le recuerde su hija Constanza, dice: “acá por los de allá, aquí los del purgatorio por los de allá en la Tierra, mucho se avanza”.
Nosotros nos podemos perder oportunidades y quizás estos días, podamos tomar el Rosario con más fuerza. La Virgen se encarga, con un cariño maternal, de los difuntos.
Podemos tomar el Rosario y rezar por ellos, podemos sobre todo, unirnos a la Santa Misa, como lo decía San Josemaría.
Podemos ganar indulgencia y podemos ofrecer algún pequeño sacrificio, algo que aquí a mí me cuesta un poquito de esfuerzo. Bueno esto que le dice Manfredo “acá por los de allá, por ustedes, por nosotros, mucho se avanza”.
Los equipos de fútbol siempre buscan grandes talentos; que vienen de talento juvenil, de otros países, dé otro equipo porque dicen, dentro de nada este va a ser una figura, va a ser un aporte impresionante en el equipo.
Los equipos grandes buscan talentos y traerlos a sus equipos. Nosotros tenemos allí el Purgatorio, pero a nada, almas qué van a ser santas. Vale la pena rezar mucho por ellas, porque después ellas serán tan buenos con nosotros.
Pidámosles por nuestra propia santidad, por nuestra familia, tener amistad con las del purgatorio.