Cuando empezamos estos ratos de oración, siempre acudimos a la Sagrada Familia: a Jesús, María y José. Y hoy celebramos esta solemnidad, este domingo cede el espacio a la fiesta grande, a la solemnidad de la Sagrada Familia y la Iglesia entera se pone de nuevo de fiesta, porque hace pocos días hemos celebrado la Navidad y hoy celebramos a la Sagrada Familia, en donde ya han recibido a Jesús, María y José después de una espera larga.
LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO EN EL TEMPLO
El Evangelio de hoy nos habla de la purificación cuando van al templo a presentarlo al Señor como está escrito en la Ley que:
“Todo varón primogénito sea consagrado al Señor”
y también deben ofrecer el sacrificio de un
“par de tórtolas o de pichones de paloma como ordena la Ley del Señor”
(eso es para las personas más pobres) y
“vivía entonces en Jerusalén, un hombre llamado Simeón que era justo y piadoso y esperaba el consuelo de Israel.
El Espíritu Santo estaba en él”
y le habían revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo espíritu, fue al templo y cuando los padres de Jesús llevaron al Niño para cumplir con Él las prescripciones de la Ley,
“Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios diciendo:
Ahora Señor puedes dejar que Tu siervo muera en paz como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de Tu pueblo Israel”.
Y dice el Evangelio:
“Su padre y Su madre estaban admirados por lo que oían decir de Él”.
Luego continúa la profecía:
“Simeón después de bendecirlos dijo a María, la Madre: Este Niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel. Será signo de contradicción y a ti misma, una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”.
(Lc 2, 22-35)
Muchas veces María habrá considerado estas palabras:
“una espada le haría daño al corazón”
y eso habrá vivido la Virgen cuando perdió a Jesús a los doce años en su visita al templo y eso habrá vivido también y recordado esas palabras cuando la muerte de San José y también en las miles de vicisitudes que en una familia normal se producen.
LA IMPORTANCIA DE LA FAMIILA
La fiesta de la Sagrada Familia tiene una especial importancia en estos tiempos, especialmente en este último siglo, en los cuales se quiere destruir a la familia y sobre todo a la familia cristiana. Debemos tener también nosotros esa claridad, como tuvo la Virgen desde el principio, de que una espada es probable que muchas veces toque nuestro corazón y de que de la misma familia vengan cosas que a veces nos produzcan mucho dolor.
Sin embargo, tenemos herramientas que nos ayudan a luchar por estar unidos. El Papa Pío XI nos decía sobre la familia y el rosario:
“No existe problema social, político o familiar que no se pueda remediar con el rezo del Santo Rosario, porque la familia que rece unida, siempre permanecerá unida”.
La familia es la célula básica de la sociedad y tenemos todos claro que tenemos que cuidar la familia. Hoy, en este día, tenemos que velar especialmente por nuestras propias familias y una cosa que nos puede ayudar, es cómo la Virgen velaba por su familia y San José velaba por su familia. Siempre van haciendo lo que sea para dar lo mejor de ellos, porque la familia es también servicio, servicio sobre todo entre nosotros.
SERVIR A LOS DEMÁS
Es importante tener hambre de servirnos, aunque seamos personas de edad, debemos estar pendientes de servir a los demás. Todos podemos afinar más en este punto. Vamos a pedirle al Señor que nos ensanche el corazón y la cabeza para servir, servir y servir. Para hacer una gran labor en nuestra familia, para acercar a todos más a Dios.
Que se nos note contentos, que se nos note que luchamos por dar lo mejor que tenemos que es el perdón, la comprensión, el no dejarnos llevar por la ira y, si alguna vez no hemos sido ni comprensivos, hemos sido irascibles o no estamos dando lo mejor porque nos hemos dejado llevar por la pereza, pues que hagamos lo que nos dice ahora el Señor con claridad: que cuidemos de la familia.
El Papa Francisco decía:
“Debemos retomar la comunicación en la familia: los padres con los hijos, con los abuelos, los hermanos entre sí… es una tarea que hay que hacer hoy precisamente en el día de la Sagrada Familia”.
(Papa Francisco, fiesta de la Sagrada Familia, 2019)
¿Cómo vamos de cercanía con nuestros padres, abuelos, primos…? ¿No es el día ideal para mandar un mensaje?: te extraño, te quiero… algunas cosas que muestren esa necesidad de cercanía. La Sagrada Familia luchó para estar siempre junta, luchó para darse lo mejor, inclusive en los momentos más difíciles siempre estuvieron juntos.
HACERLE LA VIDA AGRADABLE A LOS DEMÁS
No nos imaginamos a María y José discutiendo por tonterías: ¿dónde vamos a pasar las noches del fin de año, en casa de mis padres o de los tuyos? No se habrán puesto a pelear, porque claro ya habrán cedido el uno al otro o habrán querido pasar los dos juntos. Nunca nos imaginamos peleando por quién se quedaba más tiempo con Jesús o por quién hacía que su opinión prevalezca; al contrario, se esforzaban para hacer la vida agradable a los demás.
La fiesta de la Sagrada Familia nos tiene que traer a la cabeza un poco el cómo nos comportamos con nuestra familia de sangre, con las personas que vivimos. Si somos delicados, si dejamos pasar, si no sacamos en cara cosas que no nos caen bien; si somos, al contrario, delicados en esos detalles que hacen, en definitiva, la vida agradable a todos. Qué difícil, en cambio, vivir con alguien que es muy negativo, que constantemente está encontrando la quinta pata al gato, que está diciendo cosas como: ave de mal agüero, que van a salir mal, que se van a ahogar todos o que nos vamos a contagiar o que es lo peor que hemos vivido en la vida…
Es una tontería, pero vale la pena pensar si mi actitud en casa es positiva y qué es lo que tengo que hacer. Dejar pasar uno y otro detalle que a veces pueden resultar fastidiosos: no responder de mala forma, estar más en los detalles para acordarme qué cosas les gustan al resto. Tal vez llegar antes a las fiestas, llegar con puntualidad es un signo de deferencia con los demás; estar más prendido, responder, no sólo hablar cuando tengo ganas, sino también cuando no tengo, para hacer la vida un poco más agradable.
En definitiva, hay tantos detalles pequeños que hacen que la familia funcione mejor. Una bonita poesía que nos puede ayudar a terminar este rato de oración:
“Cómo me gustaría
estar con la Sagrada Familia
que en Nazaret vivía.
San José como gran Patriarca
en Nazaret reinaba
aunque en dignidad, menos pintaba.
La Virgen miraba y cuidaba
a los que allí estaban
y su amor les prodigaba.
El Niño con ellos vivía
y los respetaba y quería
y su bondad les impartía.
Cómo me gustaría
estar con los que allí vivían
en paz y armonía”.
Y de ellos aprender a respetar y a querer en lo que pueda entender, porque muchas cosas no entenderemos en nuestra vida, muchas cosas no encontraremos explicación pero, al igual que la Virgen que sabía que una espada le atravesaría el alma, estaría dispuesta a ofrecer las cosas al Señor.
Muchas veces, esta expresión de que llevaba las cosas y las guardaba en su corazón, me hacen reflexionar de que ella no pensaba como de resentimiento, de que guardaba estas cosas en el corazón, sino más bien, para ponerle una y otra vez las cosas en manos de Dios Padre.
Pues es la mejor forma de vivir esta fiesta de la Sagrada Familia, que pongamos en manos de Dios Padre las cosas que no nos gustan de los que están a nuestro alrededor. Que nos esforcemos por no hacerles notar nuestros disgustos, sino más bien para hacer la vida agradable a todos y será la mejor forma de presentar ese gran regalo a Dios, que como la Sagrada Familia hará que funcionemos mejor y nos tendrá preparado un gran espacio en el Cielo.