Icono del sitio Hablar con Jesús

SAGRADO CORAZÓN DE MARÍA

Sagrado corazón de María, corazon de maria

Hoy estamos en estos 10 minutos con Jesús, reviviendo una fiesta muy bonita de la Virgen, que es: “el corazón de María”.
Esta fiesta del Sagrado Corazón de María santísima, porque toda la historia de María puede resumirse en estas pocas palabras:

“María todo lo guardaba en el corazón”

(Lc 2, 19).

En el Evangelio de la misa, se nos relata ese momento en el cual los padres de Jesús subieron a Jerusalén, para las fiestas de la Pascua.

SENTADO EN MEDIO DE LOS MAESTROS

“Cuando Jesús cumplió 12 años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta.
Y cuando terminó se volvieron.  El niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres.
Estos creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino y luego se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos.
Pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas;
Todos los que le veían, quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Ellos al verlo, se quedaron atónitos. Su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.»
Él les contestó: «Y ¿por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en las cosas de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Él bajó con ellos y vino a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón”

(Lc 2, 41-51).

Por eso pienso que esta fiesta nos remite necesariamente al corazón de María, todo lo que María vivía quedaba marcado a fuego, en su corazón.


No era la contemplación pasiva, no estaba viendo las cosas pasar, no le resbalaba por su vida, todo lo que había pasado… ¡Todo estaba marcándolo!
A veces con muchísimo dolor como veremos en la Pasión, el corazón de María fue surcado por el dolor, ¡crucificado!
Otras veces estaría lleno de alegría (yo imagino el orgullo, la alegría de María cuando veía a esa muchedumbre inmensa, de miles y miles de personas que seguían a Jesús).
En la predicación de la Bienaventuranzas, en la multiplicación de los panes y los peces, la alegría que le daba a María entender que había llegado por fin El Mesías y que el mundo iba a reconciliarse con Dios,
Y que por lo tanto volveríamos a tener la libertad de los hijos de Dios, que tuvieron Adán y Eva, antes del pecado.

¡María iba guardando todo eso en su corazón!

Los momentos de profunda alegría, los momentos de profundo dolor, los momentos de incertidumbre, el no saber qué iba a pasar… Esas semanas previas a la Pasión, la incertidumbre de María sería tremenda.

EL PODER DE LA GRACIA

Por eso, la fiesta de hoy pienso que nos remite al Sagrado Corazón de María de una manera muy clara y es porque el corazón es el centro, del cual parte todo.
La riqueza del Corazón de María, procedía de su condición de madre de Dios, experimentando el poder de la gracia en ella misma.
Es bueno recordar que es el corazón el lugar al que asociamos sentimientos; nos indica que vivir en cristiano no se puede reducir a un mero sometimiento a una ley o a sentir una doctrina o cumplir un ritual…
Seguir a Jesús es mantener con Él una relación de amistad, de confianza, de fidelidad, que marca nuestra vida, impregnada de Jesús hecho Hombre.
Por eso, el corazón tiene una relación muy directa con nuestros sentimientos.
Estos 10 minutos con Jesús, que estamos haciendo todos los días, tienen como finalidad justamente esto: generar, mantener, activar esa relación de amistad, de confianza, de fidelidad con Jesús.

Confiar en el Señor

Que nos lleve realmente a confiar en Él, en esos momentos de prueba, de incertidumbre, de dolor.
Esos momentos en los cuales somos rechazados, decepcionados, desgraciados… porque nos pasan cosas que nos producen dolor, decepción o desengaño.
O simplemente eso: un rechazo de las personas que amamos, de las personas que nos deberían de querer…
Cuántas veces uno se encuentra con personas que no son correspondidas por las personas que deberían corresponderles, ya sea en el ámbito familiar, afectivo, conyugal, amistades, trabajo… lo que sea.
¡Nuestra confianza está puesta en el Señor, nuestro Dios! Qué difícil es vivir eso cuando nos azota la decepción, la angustia, el dolor…
Una cosa es cuando todo va bien, asentimos, nos parece bárbaro ese tipo de razonamiento, pero cuando las cosas van mal, ¡hay que tenerlo!
Esto es justamente lo que María nos marca, después de tres días de buscar desconsoladamente a Jesús, con el corazón roto, lleno de miedo, María no le contesta, no le retruca a Jesús.

MARÍA SE FÍA DE DIOS

No le dice: -No, mira, igual deberías habernos avisado. O sea, está muy bien que estés en las cosas de tu Padre, de Dios, pero nos tenés que avisar.
Una cosa así está mal; eso le pudo haber dicho ella, porque igual no está bien haberle hecho eso María.
Por más que Jesús nos estaba marcando una lección, un camino, la Virgen santísima no dice nada justamente, porque confía, porque se fía de Dios.
Sabe que esa manera, ese camino concreto que Dios ha elegido, es conveniente; es conveniente ser a veces rechazado, ser decepcionados…
En ese momento no entendemos nada, nos cansamos a veces de la vida, de las decepciones, de las personas que amamos o que nos deberían amar, nos deberían corresponder…
A veces nos cansamos de intentar llevar a Jesús a las personas que queremos, nos cansamos de hacer el bien, nos cansamos de sembrar y nos viene ese cansancio del corazón.
Como a la santísima Virgen, pero María confía, guardaba estas cosas en el corazón, María no le retruca a Jesús, no le dice a Dios lo que debería hacer, ella confía, se confía plenamente en Dios.
Hay un momento de fidelidad tremenda a Dios, en este fiarse de que Jesús tiene la razón, a pesar de que se ha portado mal, bastante claro, por no haberles dicho nada, por no decirles que se iba a quedar en Jerusalén.

CONFIEMOS PLENAMENTE EN JESÚS

¿Qué le costaba avisarles y evitarles el disgusto tremendo que se llevaron María y José? Fueron de esos tres días en que no pegaron un ojo, lo buscaron día y noche.
Era frecuente en esa época el secuestro de niños (bueno, lo es en nuestros tiempos también), imagínense en aquella época, en que la seguridad era nula prácticamente.
Dependía casi exclusivamente de los parientes, de los amigos, del grupo en el cual uno estaba.
Por eso inmediatamente habrán pensado: ¡fue secuestrado y vendido como esclavo! Y a veces, los chicos terminaban siendo esclavos sexuales, una cosa horripilante.
La verdad que lo que se les habrá pasado por la cabeza a María y a José, ha de haber sido muy angustiante.
Deben haber quedado extenuados de corazón, no solo físicamente, que también, porque cuando el corazón se extenúa, el físico también.El cuerpo lo siente mucho, por eso la pregunta de María:

¿Cómo nos has hecho esto, Hijo mío? ¿Cómo nos has hecho esto?

¿Qué te costaba avisarnos?
Y, sin embargo, Jesús durísimo: ¿Por qué me preguntas esto Mamá?

¿Acaso no sabían que yo tengo que ocuparme las cosas de mi Padre?

Confiemos en el Sagrado Corazón de María, que nos dice: ¡Confía siempre en Jesús! ¡Haced lo que yo hago!
Por eso el Evangelio en este día, tiene mucha lógica: ¡Confiemos plenamente en Jesús, siempre! Se lo pedimos a María.

Salir de la versión móvil