Hoy es la fiesta de san Andrés apóstol, uno de mis apóstoles favoritos. Todos son favoritos porque todos supieron corresponder a esa llamada de Dios, a su modo, con su estilo, con su personalidad y Andrés es muy especial, Señor.
Y ¿por qué es de mis favoritos? Porque Andrés sabe trabajar, es muy apostólico y aprendió a amar la Cruz.
Hoy quiero fijarme en esos tres aspectos en la vida de este apóstol y yo Jesús te voy a pedir para mí y para todos en 10 minutos con Jesús que sepamos trabajar mucho y bien; que sepamos también llevarte muchas almas y no tenerle miedo a la Cruz, amar la Cruz.
«Jesús, te quería contar antes que en estos últimos días, esta última semana, pude compartir experiencias con varios sacerdotes. Uno de ellos el padre Jorge, sacerdote que trabaja en Palmor, Magdalena, en la Sierra Nevada de Santa Marta, un pueblito muy arriba en la montaña, con solo cinco mil habitantes.
Me contó que él escucha y hace oración con 10 minutos con Jesús y también que le envía esta meditación, estos audios, a muchas personas allí, en este lugar…» Impresionante.
LA ORACIÓN
También en este momento estoy en Villavicencio en los llanos orientales aquí en Colombia, una tierra pujante, próspera, una tierra donde la exuberancia de la naturaleza es impresionante, los ruidos de los animales… Cuando llueve, por ejemplo, llueve muy en serio y aquí también hay muchas personas que procuran Señor, hacer la oración.
«¡Qué maravilla! Ya somos tantos que procuramos todos los días conversar contigo, hablar contigo, para conocerte más, para tratarte más, para enamorarnos más de Ti. Te pido Señor por todos los que hacemos cada día estos 10 minutos de oración; y entre todos, también, nos vamos ayudando con nuestra oración, con nuestra lucha».
Hoy queremos sacarle todo el propósito a este rato de oración, aprendiendo del apóstol San Andrés. Te contaba que me llama la atención su capacidad de trabajo -de hecho, nos lo cuenta el Evangelio de la misa de hoy de san Mateo:
“En aquel tiempo paseando Jesús junto al mar de Galilea vio a los dos hermanos, a Simón llamado Pedro y Andrés que estaban echando las redes en el mar, pues eran pescadores”
(Mt 4,18).
«Jesús, Tú quisiste ir a llamarlos allí, en el lugar de trabajo, donde estaban trabajando».
PESCADOR DE HOMBRES
Yo me imagino aquella escena, el Señor miraría: vamos a ver cómo cuidan los detalles pequeños, vamos a ver si saben trabajar en equipo o si son un poquito egoístas; si están pensando sobre todo en sí mismos…
Me imagino en esas faenas de pesca, ¿quién se tenía que mojar primero? ¿Bajarse primero de la barca? ¿Quién tenía? ¿A quién le toca hacer más fuerza? ¿Cómo empujarían las redes? ¿Cómo limpiarían las barcas? ¿Dónde dejarían las barcas, los remos, las redes?
Todo aquello lo tuvo que haber contemplado Jesús y ahí, viéndolos trabajar, los llamó.
Estos hombres me sirven, estos hombres saben trabajar y como saben trabajar manualmente, sabrán trabajar para el Reino de los Cielos y los llama para ser pescadores de hombres. En este mismo pasaje del Evangelio me llama otra cosa la atención, les dijo:
«Venid en pos de Mí y os haré pescadores de hombres»
(Mt 4, 19).
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y lo dice también dos veces esta palabra en el Evangelio de hoy, porque más adelante dice que fue a llamar a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo y también inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
«Algo que me llama la atención es que para seguirte a Ti Jesús, siempre hay que dejar algo y eso cuesta, pero debemos fijarnos más en lo que ganamos. Pero bueno Señor, que cada uno lo hable con Vos a solas en la intimidad de la oración». Cada uno sabe cuándo pasa Jesús y reconoce si lo llama a seguirlo.
EL APOSTOLADO
Un segundo aspecto: el apostolado; esto nos lo cuenta san Juan:
«Estaba allí, de nuevo Juan y dos de sus discípulos, Juan Bautista, fijándose en Jesús que pasaba, dijo: este es el Cordero de Dios.
Los dos discípulos al oírle hablar así, siguieron a Jesús. Se volvió a Jesús y viendo que les seguían les preguntó : —¿Qué buscan?. Ellos dijeron: —Rabbi -que significa Maestro- ¿dónde vives?»
(Jn 1, 35-38).
¿Quiénes eran estos dos apóstoles? San Juan y Andrés, el apóstol que celebramos hoy: san Andrés.
Cuenta el Evangelio de san Juan, Andrés el hermano de Simón Pedro, era uno de los que había oído a Juan y habían seguido a Jesús. Encontró primero a su hermano Simón y le dijo:
«Hemos encontrado al Mesías -que significa Cristo- y lo llevó a Jesús»
(Jn 1, 41).
Esa es la tarea del apóstol: «Llevarte Jesús a Ti muchas almas. Ser Cristiano implica seguirte, ser pescadores de hombres, llevarte muchas almas, empezando por los que tenemos más cerca: nuestros amigos, nuestros colegas, nuestros familiares…
Y qué rápido lo entendió el apóstol san Andrés, que rápido entendió que tenía que ir inmediatamente, a avisarle a su hermano Pedro y a sus amigos y a sus familiares.
«Hemos encontrado al Mesías»
Cuando uno encuentra a Jesús, no tiene otra posibilidad que darlo a conocer.
Eso lo tenemos que ser nosotros los cristianos. ¿Dónde? En Palmor, en Villavicencio, en Restrepo, (que es otro pueblito aquí cerquita de Villavo) en todas partes Jesús, en todas las partes. «Pero es que somos pocos los cristianos…» ¡pues con mayor razón!
EL AMOR A LA CRUZ
Bueno Señor y como se nos va acabando el tiempo, quería comentar el tercer aspecto: el amor a la Cruz de san Andrés.
En las actas de su martirio, a san Andrés lo crucificaron en equis, con los palos cruzados en equis, porque él se sentía indigno de morir como nuestro Señor.
También le pasó a su hermano Pedro y por eso lo crucificaron boca abajo.
Cuentan las actas del martirio de san Andrés que, viendo la cruz en la lontananza comenzó exclamar:
“¡Oh Cruz buena, que fuiste embellecida por los miembros del Señor; tantas veces deseada, solícitamente querida, buscada sin descanso y ardientemente preparada con el deseo. Recíbeme de entre los hombres y llévame junto a mi Maestro, para que, por tu medio, me reciba Aquel que por ti me redimió”.
Hoy Jesús, con san Andrés, te pedimos, que nos ayudes con Tu gracia, a trabajar mucho y bien, a ser muy apostólicos, a llevarte muchas almas y a querer la Cruz.
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