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DIOS TE LLAMA

San Mateo

La Iglesia quiere que consideremos hoy un relato que recoge uno de esos momentos más entrañables del Evangelio, porque se trata de la vocación del apóstol san Mateo.

Una de las cosas más bonitas que tiene este Evangelio es que, al ser la historia de la vocación de uno de los doce apóstoles, nos permite darnos cuenta de que la llamada de Dios puede ser muy variada; que Dios en esto de otorgar la vocación resulta que se pone súper creativo.

Cuando vemos la lista de esas personas que han sido invitadas a estar cerca de Él, la verdad es que ahí hay de todo. Hay desde pescadores muy humildes hasta personas con una estabilidad económica bastante fuerte.

Y san Mateo es más bien de este último grupo. El modo en el que san Marcos, el evangelista, describe estos sucesos hace pensar que lo de la vocación fue “pim pam pum”; es decir, que Jesús pasó, lo vio, le dijo:

«sígueme»

(Mt 9, 9)

y Mateo inmediatamente le dice: voy.

Cuenta el evangelista que lo siguió. Y la pregunta es entonces ¿cuál es el criterio que utiliza Dios para elegir a san Mateo? ¿Por su posición? ¿Por su inteligencia? ¿Cuál es el motivo?

Probablemente nunca sabremos aquí en la tierra cuál fue la motivación del Señor. Tal vez como privilegio en el Cielo nos enteraremos si es que seguimos con la curiosidad.

Pero algo habrá visto el Señor que a nosotros se nos escapa. Algo vio en él que le hizo decir, este es un alma valiosa a pesar de sus debilidades, de sus miserias, a pesar de sus limitaciones.

¿QUÉ VES SEÑOR?

Y nosotros que ya conocemos esa historia de Jesús con sus discípulos, tenemos que sorprendernos al releer este relato de la vocación, porque nosotros ya, efectivamente, no sabemos el motivo por el que Jesús lo llama.

Pero ya sabemos cómo va a responder, por ejemplo, san Pedro ante aquella mujer que lo interroga en el momento de la Pasión. Ya sabemos que Judas lo va a traicionar por unas monedas de plata; que todos los apóstoles, incluyendo a san Mateo, van a salir huyendo como cucarachas cuando alguien prende la luz.

Por eso, ¿qué hay Señor en estos hombres que Tú ves? ¿Qué te hace confiar en ellos, sabiendo de antemano que son así? Sabiendo de antemano sus traiciones.

¿Qué es lo que Tú estás viendo que te hace confiar en ellos también a pesar de sus debilidades?

Aquí entramos en la primera consideración de este rato de oración con el Evangelio de hoy, porque Dios sigue llamando a hombres y mujeres variadísimos, tan variados como los apóstoles.

Y siendo Dios, obviamente Dios llama y conoce perfectamente, incluso muchísimo mejor que los propios interesados y con antelación, cuáles son sus fortalezas y debilidades. Y decide llamar.

ROMPER ESQUEMAS

También Dios hoy te llama a ti, me llama a mí, para estar junto a Él y para que nuestra vida siga sus pasos. Nos llama a cambiar, pero siempre cambiamos para bien, según esos planes de Dios.

Nos invita a romper nuestros esquemas, porque así es más fácil seguirle; a transformarnos con su cercanía. El modo de llamar puede ser muy sencillo, pero a veces también puede ser muy rocambolesco.

Fíjate que esta misma semana tuve el privilegio de acudir, un año más, a la procesión de la Virgen de la Divina Pastora, que es una advocación que aquí en Venezuela tiene mucha devoción, especialmente en una zona del país, en la ciudad de Barquisimeto y en el estado de Lara, la capital Barquisimeto.

Es una procesión monumental, va muchísima gente. Y la verdad es que la piedad que se vive allí es impresionante, por no decir escalofriante.

Resulta que anualmente acuden miles y miles de personas a pesar de todas las dificultades y uno siempre se encuentra con historias interesantísimas.

Este año, una de las señoras que ayudaba en una de las cofradías de la Divina Pastora me contó una anécdota que me sorprendió muchísimo.

RELATO

Yo voy a intentar contártela según lo que me acuerdo; es decir, que capaz estoy aquí falseando algún detalle, pero no lo hago a propósito, sencillamente es que la tradición oral puede tener sus detalles.

En cierta ocasión, le encomendaron a un orfebre fabricar unas nuevas coronas para la imagen que tiene a la Virgen y al Niño. Y cuenta esta señora que cuando fue a entregar el encargo y el orfebre estuvo justo delante de la Virgen, el orfebre rompió en llanto.

Y esto es más sorprendente (esto sucede con relativa frecuencia, alguien que ve a la Virgen se conmueve y llora) cuando uno sabe que el orfebre no era católico.

De hecho, consideró no aceptar ese encargo de las coronas porque su conciencia consideraba que aquello podía ser idolatría, según la formación que había recibido.

Pero alguien lo convenció y le dijo: “mira aquello como un trabajo más, como un encargo profesional. No le pares mucho al tema religioso”.

Aquel hombre cuando llega donde la Virgen no estaba llorando por un problema de conciencia gravísimo, sino que estaba conmovido por la cercanía de la santísima Virgen.

Como te digo, sorprende porque el hombre no era católico.

LA VIRGEN LE HABLÓ

Cuando el orfebre recibió ese encargo para las coronas, se dispuso a hacer un diseño y en ese diseño estaban incluidos unos lirios y cuando empezó a trabajar se sorprendió de que, por algún motivo, las soldaduras no terminaban de pegar.

Estaba contrariado porque aquello no tenía mucho sentido, no es que el hombre fuese novato en el asunto. Contrariado y desconcertado, decide dejar aquello en reposo y se fue a dar una vuelta.

Parece que entró en un local comercial y entre las cosas que había allí en ese local se fijó en unas flores.

Creo haber entendido, por lo que me contó la señora de la cofradía, que había una flor que estaba medio movida, le llamó la atención y al acercarse justo debajo de aquellas flores había una estampa de la Virgen de la Divina Pastora. Y caray, ¡qué coincidencia!

Entonces eso hizo que este hombre hiciera clic (esas flores eran unas rosas) y entonces el orfebre se le ocurrió cambiar el diseño de la corona para que incluyera rosas en lugar de lirios, que era el diseño original.

Y así fue. Al volver al taller se puso manos a la obra, se sorprendió al ver que ahora la soldadura funcionaba, pero de maravilla, con una facilidad nunca antes vista.

Es decir, que la Virgen había hablado. Le había dicho: mira, yo lo que quiero son rosas, déjate de lirios (no es que los lirios estén mal, pero la Virgen lo que quería eran rosas).

DEMASIADAS COINCIDENCIAS

Claro, todo esto retrasó el trabajo, pero bueno, se terminó la corona, (las coronas ahora iban a contrarreloj a hacer la entrega). Había que salir corriendo a entregar las dos coronas, la de la Virgen y la del Niño que está sentado en su regazo.

Y total, que habitualmente esa entrega la harían en unas bolsas de tela, (sí, muy elegantes de terciopelo, pero bolsas) y resulta que dice: no, no, nada de bolsas, estas coronas las vamos a entregar en unas cajas elegantes.

Esas cajas por dentro estaban recubiertas de una tela de color rosado.

Salen corriendo a hacer la entrega y cuando llegan ahí delante de la Virgen, el orfebre se sorprende al ver que el manto de la Virgen, el manto que llevaba puesto ese día, coincidía en el color con la tela que llevaba por dentro la caja donde estaba la corona.

Demasiadas coincidencias ya. Abrumado por todo esto -y como sucede muchas veces a quienes acuden a ver a la Virgen-, aquel hombre, que no era católico, se echó a llorar.

La señora de la cofradía me cuenta todo esto y después me decía: “padre, es que a veces nos olvidamos de rezar por aquellos que desconocen el amor de madre de la santísima Virgen”.

También a esos Dios los llama. También hay que pedir por ellos, para que se acerquen a Dios a través de su santísima Madre.

DECIRLE QUE SÍ

Cuando me decía eso, ella seguramente tiene en mente la conversión de este señor, por quien hay que rezar, claramente.

Pero yo me atrevería a añadir, en esta petición, también a todos nosotros, que ya somos católicos, porque siempre podemos crecer más en este acercarnos a Dios, decirle que sí a Dios, responder a la llamada de Dios a través de nuestra Madre.

Porque es así, Dios nos manifiesta su vocación a veces de modos sorprendentes como en esta anécdota. Pero sea como sea, Dios siempre llama.

Hace falta tener el corazón preparado, el corazón listo para captar al vuelo esa voz de Dios, que a veces es tan difícil de escuchar cuando el corazón está ensuciado por el pecado, cuando el amor propio se desordena, cuando queremos que las cosas se hagan a nuestro modo, a nuestro criterio; cuando descuidamos los ratos de oración que hacen difícil entender y reconocer la voz del Señor…

Por eso, aprovechando esta anécdota de hoy, vamos a encomendarnos a la santísima Virgen, a nuestra Madre celestial, para que nos ayude a estar siempre preparados para detectar y para secundar estas llamadas de Dios y para responder inmediatamente como san Mateo.

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