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SANTA [MARATONISTA, EJECUTIVA, HOGAREÑA] MARTA

semilla

Hoy celebramos en toda la Iglesia a una santa que, para mí, es muy simpática y que da mucha esperanza poder decir así: santa Marta.

“Señor, obviamente que todos los santos son muy profundamente amigos tuyos y que te dan cada uno una alegría gigante, evidente.

“Pero Lázaro, Marta y María eran, especialmente, amigos tuyos.  Te trataron con tanto cariño y entonces, poder tener presente hoy a santa Marta, ha de ser una alegría especial”.

LA AMISTAD

Todos los santos, todas las santas, evidentemente, pero con Marta, con Lázaro, con María, había una amistad muy grande.  Tantas horas de reírse juntos, tantas horas de estar juntos, de conversar tranquilamente…

“Se nota cómo Tú Señor tratas a María, a Marta, a Lázaro, con mucha confianza. Se nota también cómo Marta te dice las cosas: al pan, pan y al vino, vino.  Y eso es cuando hay mucha confianza, cuando no hay un ambiente de protocolo, sino total franqueza, amistad.”

AMBIENTE DE CONFIANZA

No sé en otras latitudes, pero por lo menos por estos rincones de América, se aprecia mucho un asado.  Y en un asado con amigos, con familia, uno está súper suelto.  Uno disfruta tranquilamente, conversa, uno se ríe, hace bromas; unos dicen las cosas…

Y, realmente, unos dicen unas brutalidades, simpáticas.  Brutalidades en el sentido de que uno realmente no está pensando demasiado lo que dice; la soltura de la familia, de la confianza, de los amigos…

Así se ve a Jesús ahí en Betania y es una alegría muy grande ahora que nos acordamos de santa Marta porque quizás tenemos en la imaginación o en la cabeza, leyendo el Evangelio uno puede ver que eran dos hermanas.

Una como muy rezadora, muy tranquila y muy buena; y otra, menos.  Y como que la “menos”, la que no era tan atenta, la que no era tan espiritual -por decirlo así- es Marta.  Por eso Jesús le dice:

“Marta, Marta…”

(Lc 10, 40)

tienes que ser como María tu hermana.

EL CARIÑO MOVÍA A MARTA

¡Momento! Porque si algo movía a Marta, era el cariño, un cariño muy grande.  “Jesús, Tú por lo mismo, por esa confianza que había y por el cariño con la que Marta te dice las cosas (porque Marta se planta frente al Señor y le dice: Oye Señor, pim, pam, pum) pero también con una franqueza, con una amistad muy bonita”.

Así tenemos que rezar nosotros también o decirle al Señor: Oye Señor, pim, pam, pum.

Con la misma franqueza, con la misma amistad, por el mismo cariño, Jesús también puede ser súper franco y directo con Marta y decirle: Marta, pim, pam, pum.

UN CORAZÓN SENCILLO

“Señor, a Ti te encanta el corazón sencillo, sincero, directo.  Te encanta ver a Marta ir de un lado para otro, movida por el cariño.  Sí tenía un reactor nuclear adentro, pero un reactor nuclear de cariño.

“Lo que haces Tú Señor, precisamente con esa amistad, con esa franqueza, con un cariño muy verdadero, también le dices las cosas que le convienen a Marta”.

“Marta, Marta, fíjate en esto, esto es lo único necesario.  Todo esto también es muy bueno y te lo agradezco…”

SANTA MARTA

Da mucha alegría ver a Marta como santa Marta.  Da mucha alegría y da mucha esperanza también para nosotros, porque “Señor, queremos encontrarte en el corretear muchas veces de aquí para allá.

“Lo que quiero Señor es ser como santa Marta; es decir, correteando, pero con el corazón lleno de Ti.  Con el corazón sereno.  Con ratos de oración -que se ve que también el Señor va de un lado para otro.

“Tú Señor ibas de aquí para allá.  De hecho, por eso te detienes unos días, un tiempo en Betania, para descansar un poco. Quizás también para poder rezar con más calma.

“Pero Tú Señor también ibas para arriba y abajo, para alla y para acá y con cinco mil hombres sin contar mujeres y niños, allá en la orilla del lago. Y una cosa y otra, una discusión, una enseñanza y otra, con los fariseos para acá, para allá… Que los campos de trigo, que si el sábado sí, que si el sábado no…

“Señor, Tu vida también era muy así.  Formando a los apóstoles y cuando hay un poquito más de calma, tener que hablar con uno, con otro… y ayudarlo, animarlo…

“Señor, Tú entiendes muy bien cómo es la vida, la vocación de Marta.  Tú también entiendes muy bien cómo es mi vida real, mi vocación”.

EL SAGRARIO

Es una alegría muy grande ver a Marta santa, muy santa.

A san Josemaría le encantaba también pensar en el cariño a Jesús en el Sagrario; en cada Sagrario.

Ojalá que en el de nuestra parroquia, de alguna capilla que frecuentemos o la de un colegio o escuela, nosotros cuidemos al Señor en el Sagrario, como hacían estos amigos suyos en Betania.

BETANIA

San Josemaría era así, a él siempre le gustaba llamar así al Sagrario: Betania, por el cariño que había para Jesús ahí; por el descanso que era para el Señor; por estar tan a gusto; por poder tener unas conversaciones muy personales, muy cálidas, muy íntimas.

Ojalá nos parezcamos mucho a Marta en esto de corretear por la vida, pero con el corazón encendido en Dios, junto a Jesús, dándole cariño al Señor, a los demás…

Pero también este otro aspecto de hoy en la fiesta de santa Marta: “Señor, que te cuidemos en el Sagrario.  Que si de verdad (esto lo han dicho muchos santos y, actualmente, también muchos teólogos, Papas) nos centramos en la Eucaristía Señor, que, si de verdad te tratamos con más fe, con más cariño (que se traduce por ejemplo en mayor limpieza, en mayor belleza, en mayor riqueza que nacen del cariño, son manifestaciones de fe), entonces la Iglesia -como un cohete-, para arriba; literalmente, hacia Dios.

VERTIENTE

A fines de año, en diciembre, se conmemoran 75 años de cuando una poetisa chilena recibió el premio Nobel.  Ella se llamaba: Gabriela Mistral.  Tiene un poema muy bonito que se llama: Vertiente (es fácil encontrar en internet) que habla de esa agua interior; de esa vida interior.

Quizá nos sirve para hacer oración ahora.  Dice:

“En el fondo de la huerta

mana una vertiente viva

ciega de largos cabellos

y sin espumas herida,

que de abajada no llama

y no se crece, de fina.

De la concha de mis manos

resbala, oscura y huida.

Por lo bajo que rebrota

se la bebe de rodillas

y yo llevo tan solo

las sedes que más se inclinan:

la sed de las pobres bestias,

la de los niños, la mía…”

Mira cómo se fija ella en esa vida interior; en esa agua.  “Como la samaritana Señor; le hablaste a ella también del agua”.

Que seamos nosotros como la samaritana, que seamos como María; que seamos como Lázaro; que seamos como santa Marta.  “Señor, ayúdanos a estar contigo muy dentro, a quererte como santa Marta, como la Virgen”.

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