Hoy celebramos una fiesta muy bonita de la Virgen: la Virgen del Pilar.
Cuenta la tradición, que Santiago apóstol, después de la Resurrección del Señor, partió hacia la península ibérica, atravesó toda Europa. Llegó hasta la península ibérica para predicar el nombre del Señor, para evangelizar a esos pueblos.
No fue una tarea fácil para Santiago apóstol que, cansado y un poco desanimado por las dificultades que estaba enfrentando, un día se encontró con ese agobio, con esa tristeza y nuestra Madre santísima que vivía todavía en Jerusalén o en Éfeso con san Juan, se le apareció encima de una columna.
Le dice que todavía no podía pisar ese suelo que todavía no había sido evangelizado, por eso se aparecía encima de ese pilar, de esa columna, pero le dio el ánimo y le dice que su predicación no quedaría sin frutos, sino que sería una predicación que duraría por mucho tiempo.
Santiago apóstol, gracias a Dios y a ese ánimo que le infundió la Virgen, perseveró en esa misión y siguió predicando el nombre del Señor; siguió evangelizando todo ese pueblo.
Tiempo después, volvió a Jerusalén, fue nombrado obispo de esa ciudad; tiempo después fue decapitado, murió mártir ahí en Jerusalén.
Sus restos hoy descansan en Santiago de Compostela donde miles de peregrinos llegan cada año caminando, muchas veces, por el camino de Santiago a rezar ante los restos de un apóstol que fue fiel, que fue apoyado por la santísima Virgen, que perseveró hasta el final.
Santiago fue apoyado por María, por su Madre, por la Madre del Señor que es nuestra Madre. Y todos nosotros también tenemos esa poderosa intercesión de María.
INTERCESIÓN MATERNAL DE MARÍA
En este rato de oración, hoy me quería fijar en eso, en esa intercesión maravillosa de nuestra Madre, esa intercesión maternal de María.
Ella siempre está ahí, siempre, para que nosotros podamos contar con ella; para que nosotros, sus hijos queridísimos, estemos seguros de su protección.
Ella, como en Caná de Galilea, consigue del Señor lo que sea. En las bodas de Caná logró hacer que su Hijo cambiara su hora. Así es el poder de la intercesión de la Virgen.
Cuando los apóstoles tenían, a veces, desánimo, ¿dónde se juntaban? Alrededor de María. Y cuando tenían alegrías, cuando tenían que contarle algo a alguien, ¿con quién se reunían? Con María.
Ella era la que soportaba, la que animaba a cada uno de los apóstoles y no sólo los apóstoles, sino a cada uno de los cristianos a través de los tiempos. Es nuestra mamá, ella es nuestra madre del Cielo, la que más nos quiere, la que más nos comprende, la que más nos soporta.
Ella es madre, muy madre; ella es mamá que no nos quiere por nuestras cosas buenas o nuestras condiciones espectaculares, por nuestros triunfos, por nuestras capacidades… no, ella nos mira con esa mirada profunda, esa mirada de mamá.
UNA MIRADA DE POSIBILIDAD
Hay una psicóloga italiana, Mariolina Ceriotti Migliarese, que, en un libro sobre la mujer habla sobre la mirada de una madre.
Dice que la mirada de una madre es una mirada de posibilidad, que no ve la debilidad de su hijo, sino que ve todo lo que el hijo puede lograr si es que ella lo ayuda, si es que ella está presente.
Eso es, sobre todo cierto en nuestra Madre del Cielo. Para ella nosotros somos santos en potencia, somos personas que estamos luchando por llegar al Cielo y que, si confiamos en su ayuda, en la ayuda de la gracia, sobre todo, llegaremos muy alto en el Cielo.
Si confiamos en todo el amor de Dios, todo su amor, llegaremos muy alto en el Cielo.
Mamá, Madre, te pedimos hoy muchas cosas: te pedimos que nos hagas santos; que esa mirada de posibilidad que nos diriges sea una mirada que alcance la realidad; que pasemos (hablando en términos filosóficos) de la potencia al acto. Somos santos en potencia.
Madre nuestra, consíguenos la gracia para ser santos, para ser muy santos.
EL ROSARIO
En este mes del rosario (lo empezamos hace poco, octubre es el mes del rosario, porque hace unos días acabamos de celebrar la fiesta de la Virgen del Rosario el 7 de octubre) te pedimos Madre nuestra, por intercesión de esta oración tan potente, tan maravillosa que es el rosario, que nos ayudes a llegar al Cielo.
Y específicamente a través del rosario, porque el rosario es un arma poderosa. Es mucho lo que puede esta oración, ella lo ha dicho muchas veces.
En el año 1200, ella se le apareció a santo Domingo de Guzmán y le enseñó a rezar el rosario y le dijo que lo predicara entre los hombres. Le mostró que ella podía conseguir muchas cosas a través del rosario y le hizo muchas promesas.
A lo largo de la historia los santos han querido mucho esta oración, la han rezado con frecuencia. Ella misma también lo dijo en Lourdes y en Fátima.
Por ejemplo, en Fátima a los pastorcitos les dijo que rezaran con frecuencia el rosario porque podían conseguir mucho a través de él y se presentó como la Virgen del Rosario. Pidámosle, a través de esta oración, a nuestra Madre que nos cuide, que nos proteja.
Podemos pensar, en este rato de oración ahora, en rezar más tarde el rosario o quizá ya lo hemos rezado hace un rato, pero para pedirle por la intercesión del rosario por esas personas que sufren, por los países en guerra, por las personas enfermas, por las familias, por la unidad de las familias, por tantas intenciones que cada uno de nosotros lleva en su corazón.
ANTES MORIR QUE PECAR
Le pedimos, quizá, especialmente por el Papa. También la Virgen siempre ha intercedido especialmente por los romanos pontífices.
Hoy podemos rezar, especialmente, por el santo Padre, para que la Virgen lo proteja, lo cuide, lo guíe en su ministerio y en todo lo que tiene que hacer. Ella, la Virgen, nos lleva al Cielo a través de la oración, a través de esa humildad que nos enseña, a través de su ejemplo.
Madre nuestra te pedimos que nos des todas esas promesas que le has hecho a los santos a lo largo de los tiempos, que le hiciste a los pastorcitos de Fátima, que le hiciste a santo Domingo de Guzmán.
Y te pedimos que nos cuides, especialmente, no sólo nuestro cuerpo, sino que cuida nuestra alma.
Aprovechando que es la fiesta de la Virgen del Pilar, hay una breve jaculatoria, una breve oración, que me parece que nos puede servir para terminar este rato de oración: “Virgen santa del Pilar, antes morir que pecar”.
Madre nuestra, te pedimos que alejes de nosotros el pecado, que nos acerques cada vez más al Señor, que nos consigas de Él la gracia para permanecer siempre fieles, como Santiago apóstol, a esa misión que el Señor nos ha dado.
La misión de ser personas que encarnan, en su vida, lo que el Señor enseñó y que llevan a Jesús a todas partes y que te llevan a ti, Madre nuestra, a todas partes.
Te decimos una vez más, para terminar este rato de oración, esa jaculatoria: “Virgen santa del Pilar, antes morir que pecar”.