Estamos en la Octava de Navidad, días de alegría, quizá tenemos en la mente, en el corazón ese coro de Ángeles: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor, a los hombres de buena voluntad”.
Qué maravilla habrá sido escuchar ver ese coro de Ángeles en medio de la noche, lleno de luz, de color, de alegría, de ritmo, de tonos.
GLORIA A DIOS EN EL CIELO
Y contemplando lo que ocurre en Belén, un año antes de irse al cielo, San Josemaría compartía estas reflexiones, nos pueden servir ahora para contemplar, para rezar, decía san Josemaría: “En Belén nadie se reserva nada, ahí no se oye hablar de mi honra, ni de mi tiempo, ni de mi trabajo y de mis ideas, ni de mi gustos, ni de mi dinero, allí se coloca todo al servicio del grandioso juego de Dios con la humanidad, que es la redención, rendida a nuestra soberbia declaremos al Señor con todo el amor de un hijo”.
“Ego servus tuus sum servus tuus sum Filius ancillae tuae Mariae doce me servire tibi”. “Yo soy tu siervo, yo soy tu siervo el Hijo de tu esclava María, enséñame a servirte” ,son palabras del salmo 115:
CANTO DE LOS ÁNGELES
Estos días contemplamos ahora mismo, en la oración ese canto de los Ángeles, el coro, la luz, la música, la alegría del cielo que se vuelca sobre la tierra en medio de la oscuridad de la noche la luz y la música, pero sobre todo lo que ocurre en los corazones, cómo contempla San Josemaría y ahí en Belén dice nadie se reserva nada allí no se oye hablar de mí honra, de mi tiempo, de mis cosas, todo lleno de amor, por eso no hay como ese vector hacia adentro, eso el mío, mi, conmigo, para mí, sino el darse, el darme, el volcarme.
DIOS SE VUELCA CON TODO SU AMOR
Es Dios el que se vuelca con luz, con salvación, con música, con amor hacia nosotros y por decirlo así, eso es tan contagioso, es tan liberador, es tan bonito que también los corazones reaccionan así.
En los pastores, pero por supuesto de manera maravillosa y mucho más impresionante también para contemplarlo en el corazón de San José, de la Virgen Santísima, de Jesús Niño.
Pero claro cuenta San Mateo:
“Cuando se retiraron los Magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: levántate, toma al Niño y a su madre y huye a Egipto, quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” y continúa San Mateo: “José se levantó, tomó al Niño y a su Madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó ahí hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi Hijo”.
(Mt 2, 13-15)
Fijate como va con ritmo, con aceleramiento, con velocidad, este parrafito de San Mateo, “José se levantó tomó al Niño y a su Madre, se fue a Egipto” (Mt 2, 14-15) es frenético, es ágil, es rápido, como el ritmo del latir del corazón de San José y de la Virgen por el deseo de de cuidar a su Niño, a nuestro Niño, a Jesús.
LA SOMBRA DE HERODES
Por el miedo también de que se venía sobre él la amenaza, en medio de la alegría de Belén, de Los Ángeles, de la salvación, de la luz, en medio de la oscuridad, en medio de todo esto, el Señor permite esta sombra, esta amenaza de muerte y Herodes no era cualquiera, Herodes era sanguinario.
Y sigue contando San Mateo:
“Al verse burlado por los Magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo en Belén y sus alrededores calculando el tiempo por lo que había averiguado de los Magos entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: un grito se oye en Ramá llanto y lamentos grandes, es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo porque ya no viven”. (Mt 2, 16-18)
Verdad es el martirio, es que testimonian con su sangre de los Santos Inocentes, esa es la fiesta que celebramos hoy, es una fiesta como siempre en un martirio a la Iglesia tantísimos, tantísimos durante los siglos que ha habido en nuestra Iglesia, los sigue habiendo y los seguirá habiendo seguramente en el futuro.
EN EL MARTIRIO SE MANIFIESTA LA FUERZA DE DIOS
Es el claroscuro del martirio, porque es un testimonio maravilloso verdaderamente.
En medio de nuestra debilidad humana, de nuestros miedos, de nuestra fragilidad, de nuestras cobardías, en medio de eso, se manifiesta la fuerza de Dios, porque Dios sostiene, ilumina con su fuerza, con su gracia y otorga a esos mártires, incluso estos niños pequeñísimos, los Santos Inocentes, les otorga la fuerza, la capacidad de dar testimonio, eso significa martirio, en su original griego el que testimonia.
Claro es luz, es fuerza de Dios, pero también claro una fiesta al mismo tiempo dolorosa, por supuesto que sí y siempre el martirio ha sido y es y seguirá siendo siempre por supuesto por la injusticia que supone, por el atentado contra Dios y contra las demás personas, por supuesto que supone lágrimas, dolor.
SE HACE TARDE Y ANOCHECE
Hay un libro que se llama: “Se hace tarde y anochece” del cardenal Robert Sarah, en que reflexiona un poquito sobre esto, nos puede servir ahora para hacer oración, para entender un poco más, para contemplar todo esto que es al mismo tiempo doloroso y luminoso.
Dice el cardenal: ”Que no nos sorprenda experimentar el rechazo y el odio, el amor de Dios por los hombres manifestado en la Natividad ha desatado la cólera del diablo, recordemos que el horror de la masacre de los Santos Inocentes vino poco después de la alegría de la Navidad”
Sigue diciendo este cardenal: “Cuando Dios revela su ternura y su amor el demonio responde con una violencia ciega y gratuita, la Iglesia es un signo de contradicción en medio del mundo cuanto más predica a aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida, más molesta es y más rechazo sufre” .
SANGRE VALIENTE DE LOS SANTOS INOCENTES
Y esto nos puede servir también contemplar esta realidad, aquello que ocurrió ahí en Belén, seguramente nos sale muy dentro al ver cómo corre la sangre de esos pobres niños Santos, mártires, inocentes al ver eso y al dolernos en el corazón por supuesto que sí, rojo esto hoy día en la liturgia en recuerdo en celebración de esa sangre valiente.
Al mismo tiempo podemos quizá agradecer profunda, profundísima mente a San José que fuera tan diligente, que estuviera ahí que cuidara su familia, a la Virgen, al Niño.
Lo cuenta así San Mateo como en medio de la noche se levantó, no esperó al día siguiente, no le dio más vueltas a las cosas, se levantó tomó al Niño y a su Madre de noche. Que presteza la de San José, menos mal y por eso de dentro nosotros nos puede salir un: ¡Gracias San José! ó también ¡Señor, qué bien haces las cosas! ¡Cómo nos cuidas en los momentos adecuados!
DOLOR DE LA VIRGEN SANTÍSIMA
Quizás podemos también pedirle a la Santísima Virgen, esto es la oración de cada uno, de nosotros verdad, esto no se trata solamente de que un curita hable y hable y hable y los demás escuchen y escuchen…
Aquí el curita trata de rezar y los que escuchan el audio en «10 minutos con Jesús», intentamos todos rezar. Bueno, cada uno de nosotros en nuestra oración personal; quizá ahora a la Virgen; quizás como San Lucas nos podemos asomar a su corazón y contemplar lo que ella guarda ahí en su corazón.
Cuanto le habrá dolido a la Virgen la muerte de esos Santos Inocentes, cuánto le habrá dolido, cuánto le duele a la Virgen tanta injusticia que sigue habiendo. Y al mismo tiempo que confianza en su corazón; que gozo en su corazón; cuantos actos de fe. Asomémonos al corazón de la Virgen, contemplemos desde ahí.