Nos dice el Evangelio de hoy:
En aquel tiempo Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga, la gente decía admirada: «¿De dónde saca este esa sabiduría y estos milagros? ¿No es acaso el hijo del carpintero?»
(Mt 13, 54-55)
Todo el mundo se queda admirado de los conocimientos y de la sabiduría que tiene Jesús.
Cuando nosotros conversamos con Él en la oración, -como ahora- nos quedamos asombrados cuando lo escuchamos.
COMUNICARNOS CON DIOS
Una de las grandes capacidades que tiene la naturaleza humana, nuestra naturaleza, es poder comunicarnos con Dios.
Todo ser humano puede comunicarse con Dios y puede desarrollar esa capacidad que Dios ha puesto en nuestra naturaleza para comunicarnos con Él, que es la capacidad quizás más grande que se pueda tener.
Siempre nos admiramos de las capacidades del ser humano; en la ciencia, en las artes, en la literatura…
Grandes hombres, grandes personas en esos campos, en la música, en el deporte… y no nos damos cuenta que la capacidad más grande es la que tenemos para poder relacionarnos con Dios.
Toda persona tiene esa capacidad: ¡hay que descubrirla! Es una capacidad fundamental para la felicidad, para la libertad, para la salvación.
Y es el Espíritu Santo quien nos mueve para que podamos conversar con Jesucristo, es el gran maestro y es el mejor amigo.
¡Cuánto tenemos que aprender todos los seres humanos de Jesucristo! Y aprendemos de Jesucristo cuando nos comunicamos con Él, cuando lo tratamos.
De Cristo aprendemos lo más importante, más importante que las ciencias, que las letras, que la literatura, que el arte: es esa comunicación con Jesucristo.
Jesús nos va a transmitir lo que Él quiere transmitirnos, para desarrollar nuestras capacidades y para ser felices en la tierra y luego alcanzar la meta que es el Cielo.
DON DEL ESPÍRITU SANTO
Es importante distinguir entre la sabiduría y los otros conocimientos que podemos tener.
La sabiduría es un don del Espíritu Santo, y a través de la sabiduría Dios nos hace ver: ¿Cómo es Él? ¿Cuál es su plan? ¿Cómo nos quiere? y qué espera de cada uno de nosotros.
La iglesia cuando nos enseña a través del catecismo, nos ayuda a conocer a Dios y nos ayuda a conocerlo para que podamos amarlo.
Pero el conocimiento de Dios depende de nuestro esfuerzo, no solo para estudiar el catecismo y para aprendernos todos los puntos del catecismo…
Sino para tratar personalmente a Dios, cada uno por su cuenta, en estos ratos de oración como ahora.
Y la pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿Cómo me estoy esforzando para tratar personalmente a Dios? ¿Qué estoy haciendo cada día para poder tratarlo todos los días?
A Dios lo tratamos en la oración. Y ¿cuándo rezamos? ¡Debemos rezar a diario!
Rezar no es solo pedirle cosas a Dios, no es buscarnos a nosotros o buscar nuestras cosas y pedirle a Dios que nos ayude…
Ahí no se queda la oración, rezar es también escuchar a Dios, que tiene muchas cosas que decirnos.
Y, de hecho, cada vez que le preguntamos nos dice muchísimas cosas, y Él se nos da a conocer Él y eso es la sabiduría.
CUÁL ES LA VOLUNTAD DE DIOS
El conocimiento de Dios y el conocimiento de todas las cosas que Dios nos pone en nuestro entendimiento, Él es una luz que ilumina nuestro entendimiento.
Nosotros debemos conocer también, lo que Dios quiere de nosotros, cuál es su voluntad.
Dios nos ha traído al mundo con una misión concreta que debemos realizar, que debemos cumplir.
Está en la parábola los talentos, tenemos que fructificar unos talentos que Dios nos ha dado, y tenemos que enterarnos, -que es lo más importante-: para que hemos venido al mundo.
Si los seres humanos van a una universidad porque quieren seguir una profesión y tener unos conocimientos, una cultura y muchos sacan un máster o un doctorado…
Pero más importante que eso; es saber lo que Dios quiere de nosotros, lo que Dios nos dice: ¿Quiénes somos? y ¿para qué nos ha traído al mundo?
También, el ver todos esos medios que el Señor nos alcanza a través de la iglesia, para que los usemos y los cuidemos.
Porque con esos medios vamos a ser felices, vamos a ser libres, vamos a alcanzar las metas, las metas más altas que se puedan alcanzar en la vida.
DESCUBRIR EL PLAN DE DIOS
Dios nos da facilidades para que nos acerquemos a Él, en la familia, en el colegio, alguna amistad…
Vemos como el Señor aparece en nuestra vida de muchas maneras y está allí muy cercano, para que nosotros nos fijemos, para que tengamos luces y podamos ver mejor, con más claridad todas las cosas.
Por ejemplo, este programa: Hablar con Jesús, es un medio para acercarnos a Dios.
No son pocas las personas que, al escuchar este programa de 10 minutos, se sienten motivados para acercarse más a Dios, y para descubrir lo que Dios quiere.
¿Qué quiere Dios de mí? ¡La gran pregunta! Vamos a preguntárselo al Señor: ¿Qué quieres de mí?
Y descubrir el plan que Dios tiene con nosotros, que será grandioso, para nosotros y para muchísima gente.
San Josemaría decía:
De que tú y yo nos portemos como Dios quiere —no lo olvides— dependen muchas cosas grandes.
¿Cómo quiere Dios que me porte yo? Claro, el Señor nos dice a todos que cumplamos los mandamientos, que vivamos en gracia de Dios, con ayuda de los sacramentos y que hagamos lo que Él nos pide.
Él tiene una voluntad y eso nos lo recordaba san Josemaría, y está en un punto de “Camino”:
Esta es la llave para abrir la puerta y entrar en el Reino de los Cielos: —el que hace la voluntad de mi Padre…, ¡ese entrará! (Punto754)
No hay que tenerle miedo a Dios, decirle a Dios: Aquí me tienes, Señor, aquí me tienes para lo que Tú quieras.
NO HAY QUE TENER MIEDO
Y Él nos fortalece y nos fortalece para que podamos llevar peso encima, es el peso de la cruz.
“El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.”
(Mt 16,24)
Esta es una invitación que el Señor nos hace y Dios no nos da nunca algo que no podamos hacer.
Además, nos ha dicho:
“Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.”
(Mt 11, 30)
No hay que tenerle miedo a ese peso que Dios pone en nuestras almas, si miramos al mundo, recordemos lo que decía el Señor, cuando veía que había muchas ovejas sin pastor.
Él decía:
“La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.”
(Mt 9, 37)
Bueno, vamos a encomendar, porque hacen falta muchas vocaciones de entrega al servicio del Señor en la Iglesia, hacen falta más sacerdotes.
Aprovecho esta ocasión para pedirles una oración, porque pasado mañana en la fiesta del Cura de Ars, cumpliré 50 años de sacerdotes.
¡Celebraré mis bodas de oro sacerdotales! O sea, que cuento con tus oraciones.
Que nuestra madre, la Virgen, nos ayude a todos a ser fieles, con la sabiduría que el Señor nos alcanza, para amar más a Dios y a los demás.
Dile al Señor con fe: Señor, ¿Qué quieres de mí?
Pídele a la Virgen que te ayude a ser generoso, a eso que el Señor quiere, porque ahí está también tu felicidad y la felicidad de muchísima gente.