GRATITUD CON DIOS
Mañana se celebra Thanksgiving, el día de Acción de Gracias en todo Estados Unidos y Canadá.
Una fiesta de origen cristiano, pero que también la hemos venido incorporando los católicos, en donde gran número de personas, connacionales nuestros, inmigrantes de toda América Latina, en esos países, aprovechan a darle gracias a Dios.
Yo pensaba que podíamos aprovechar esta fiesta, adelantarnos un poquito para hablar sobre la gratitud hacia Dios, sobre la gratitud con Dios.
Un sacerdote amigo escribió un libro en el que el capítulo de agradecimiento decía: “Tienes ombligo, exige gratitud” y, efectivamente, hacía ésta consideración, mientras en el Occidente tener ombligo, a veces, es sinónimo de vanidad; es sinónimo de egoísmo y, por eso, te dicen: “Deja de mirarte al ombligo”.
O como nos decía el entrenador de fútbol de chiquitos: “Levanta la cara y mira alrededor. ¿Cuántas personas están allí en la cancha esperando para que les pases el balón, no para que te quedes tú solo?”.
DARNOS CUENTA DE LO RECIBIDO
Levantar la cara hacia Dios en este día y siempre, para darle gracias porque, efectivamente, como los japoneses, toda la parte oriental, dicen que esta parte tan simpática del cuerpo -el ombligo- les recuerda siempre eso que todos vivimos cuando fuimos concebidos.
Y durante nueve meses, por el cordón umbilical nuestras mamás nos dieron de comer, nos alimentaron, nos dieron todo. Es como decir: es que, ¿no te das cuenta de que todo lo has recibido?…
Recuerdo también cuando íbamos a las fiestas de quince años de adolescentes e, inmediatamente, nos ponemos a conseguir boletos para los amigos y el que no tenía, siempre al final lograba ir y, curiosamente, era el que mejor se la pasaba.
Por eso, yo pensaba también en la actitud que tenemos frente a la vida. Tenemos la actitud del que no se merece nada; la actitud del colado en la fiesta. Si somos así, seguro que la vamos a pasar muy bien.
DE SORPRESA EN SORPRESA
Hay un videíto en YouTube que te recomiendo, ponle por ahí: “video niña Disney, agradecimiento”, algo así… y te va a salir. Una niña muy simpática que cumple años y los papás le tienen preparada una sorpresa de regalos dentro de una maletita y va de sorpresa en sorpresa.
Ojalá que tú y yo también vayamos así por la vida: de sorpresa en sorpresa, sabiendo que no nos merecemos nada de lo que tenemos.
Vinieron por aquí unas universitarias de Alemania y estaban en shock al ver cómo en los distintos poblados de nuestros países de América Latina, hay gente que efectivamente vive con lo puesto, pero con una alegría… y con un agradecimiento…
Nosotros, en cambio, ¿cuántas veces estamos quejándonos porque creemos que todo lo merecemos? Nosotros, en cambio ¿cuántas veces caemos en la soberbia? En que todo te parece poco.
Es por eso que esta fiesta Thanksgiving, que insisto, es un poquito más para los anglosajones, para nuestros hermanos del norte, pero que nos lleve a dar gracias a Dios imitando la actitud de Jesús del Evangelio.
Jesús era siempre muy agradecido. Agradece a María de Betania el haber derramado aquel perfume de nardo puro frente a Judas, que estaba ya tacaño pensando que se pudo haber vendido.
SIEMPRE AGRADECIDO
Y Jesús la defiende:
“Una buena obra ha hecho conmigo”
(Mt 26, 6-13).
Jesús agradece a todas aquellas personas que van a escucharlo, dándoles de comer, multiplicando aquellos panes y peces y, finalmente, en el momento sublime de la Cruz, Jesús agradece al buen ladrón el gesto que tiene con Él de pedirle que se acuerde de él.
Y el Señor le dice:
“Hoy estarás conmigo en el Paraíso”
(Lc 23, 43).
Y no solamente Tú Señor eres muy agradecido, tienes también esa oración sacerdotal:
“Te doy gracias Padre, Señor del Cielo y de la Tierra”,
sino que también echas de menos el agradecimiento.
Acuérdate de ese pasaje que meditamos hace poco de los leprosos que eran diez y solo uno volvió a darle gracias. Y le dice Jesús:
“¿Dónde están los otros nueve?»
(Lc 17,11-19).
HABLAR CONTIGO
Bueno, por eso a la mitad de este ratito de oración, le puedes poner una pausa para hablar con Jesús y hacer propósitos de agradecimiento, desde que te levantas hasta que te acuestas.
El Beato Álvaro del Portillo, tenía una oración muy sencilla y bonita:
“Gracias, perdón y ayúdame más”.
Señor, quiero ser siempre muy agradecido, porque ser agradecido es ser querido. Porque vivir con esa actitud de agradecimiento, es vivir amando y amar es alegrarse con agradecimiento.
Yo, antes de estudiar teología, estudié la carrera de finanzas y me acuerdo que, en una ocasión, un profesor muy querido sacó un billete. No era de baja denominación y, a la vista de todos, lo fue haciendo pedacitos. Y nosotros… pero ¿qué estás haciendo? ¿Cómo rompes un billete?
Se nos quedó muy grabado y enfrente de todos, mientras lo hacía, nos iba explicando: – El dinero, el papel en realidad, es tasa de interés. Si lo guardas, lo pierdes.
Y él decía: – Yo lo único que estoy haciendo al romper esto, es acelerar un proceso que se daría natural si lo guardo bajo el colchón.
Por eso (y ahí es donde creo que nos puede servir meditar en la actitud de agradecimiento en la vida frente a este don extraordinario que Dios nos ha dado, que es el de la libertad). Sucede un poquito lo mismo con la libertad: si no se arriesga, si no se invierte, se pierde.
COMPROMETERNOS
Contaban que san Juan Pablo II fue a visitar un centro de ex drogadictos y se le acercó uno a decirle: – Santo Padre, estoy muy contento porque ya soy libre.
Y el Papa le dijo: – Y por qué ya eres libre? Y él le contestó: – Porque ya no soy adicto. El Papa le dijo: – Y ¿a qué te has comprometido en la vida?
Se quedó un poquito perplejo aquel hombre, como pensando: – No, pues todavía no me comprometo a nada.
Le dice el Papa: – Porque si todavía no te comprometes en nada, no eres auténticamente libre”.
SHARK TANK Y LOS TALENTOS
Vamos a pensar también en esa parábola de los talentos del Señor que leímos la semana pasada, imaginando que tú tuvieras un abuelo que, como en esos programas de televisión, el Shark Tank, quisiera invertir en tu idea.
Que juntara a todos los nietos y les dijera: – A ver, todo el dinero que yo he trabajado a lo largo de toda mi vida y con el sudor de mi frente, se los quiero confiar. Quiero darle a cada uno ciertos talentos para que ustedes negocien con ellos y nos vemos el año que viene.
¿Tú qué harías si recibieras una buena fortuna? ¿Cómo te sentirías? ¿Te sentirías puesto a prueba? ¿O agradecido y emocionado por tan gran acto de confianza? ¿Saldrías inmediatamente a buscar rendimiento de esos talentos?
Pues así es Dios. Dios nos ha dado a cada uno ciertos talentos y hay personas que reaccionan de modo diverso: unas agradecidas frente a esos dones que Dios nos ha dado, porque se sienten confiadas. Y otras, acomplejadas, porque se sienten probadas…
EL CAPITÁN ARAÑA
«Pues Señor, ayúdame a sentirme siempre muy agradecido. Ayúdame a darme cuenta de que todos los talentos que Tú me has dado. A darme cuenta que la llamada que Tú me haces, la misión que Tú quieres de mí, es una llamada apasionante a poner en juego mi libertad y a lanzarme sin miedo, confiado, sabiendo que Tú no eres como el Capitán Araña».
Cuentan que había un capitán portugués que mandaba a la gente a América, al Nuevo Mundo. Les cobraba un dinero y cuando ya estaban en el barco, se daban cuenta de que él no estaba. Siempre embaucaba a la gente y los lanzaban al mar, pero él no iba en la misión.
Jesús no es el Capitán Araña, Jesús nos dice -como le dijo al joven rico:
“Vende todo lo que tienes y luego ven y sígueme”
(Mc 10, 21).
Sígueme. La misión es compartir con Cristo un camino. Él está siempre con nosotros.
Y CON ACTITUD ALEGRE
Vamos a terminar haciendo el examen. Tú, ¿cómo te sientes frente a todo lo que Dios te ha dado? ¿Frente a la posibilidad apasionante de poner en juego tu libertad en algo, en lo que no sabes exactamente cómo te va a salir pero que Dios no te va a dejar nunca solo?
¿Te sientes agradecido o te sientes probado?
La gente que se siente probada sufre, porque siempre quiere alcanzar y no alcanza. La gente agradecida, no sufre -aunque a veces se sufre- pero sobre todo, está siempre segura, porque ya lo tiene todo, porque se sabe hija de Dios, porque tiene ese sano complejo de superioridad: “Es que yo no necesito quedar bien con nadie”.
Vamos a terminar acudiendo a María, que ella también es agradecida, para que me enseñe a tener esa actitud siempre alegre.
La persona agradecida es la persona confiada, es la persona segura, porque se sabe hija de Dios.
Es la persona que se lanza a la aventura, a poner en juego su libertad. Agradecido de haber recibido un acto de confianza como el que ella, -María- recibió. Y gracias a ella, pues tantas cosas buenas.
Me anima conforta alegra para continuar mi lucha de cada día. Escuchar la meditación me habré el entendimiento. Muy agradecida con Dios . Gracias x este medio de ayuda.
Me anima conforta alegra para continuar mi lucha de cada día. Escuchar la meditación me habré el entendimiento. Muy agradecida con Dios . Gracias x este medio de ayuda.