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P. Jorge Mario

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SIEMPRE LOS TRES

Celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. Este día nos invita a inspirarnos en ellos como modelo de toda familia. Ejemplo de amor, de unión en las circunstancias difíciles, de generosidad, de comunicación. Podemos acudir a la Sagrada Familia para pedirles por todas nuestras necesidades.

Aoy recordamos a la Sagrada Familia de Nazaret, compuesta por Jesús, María y José.
Esta fiesta tradicionalmente se celebra el domingo después de navidad, pero este año se adelanta, porque el domingo después de Navidad, es justamente la solemnidad de: “María, Madre de Dios”.
El protagonista de estos días, es el Niño Jesús. Lo hemos visto en el pesebre, es el que ocupa el lugar más importante del Belén.
Lo iluminamos, ponemos a su alrededor a los pastores, las ovejas, los reyes que ya están de camino…

MARÍA Y JOSÉ

Pero sus padres, María y José, que están al lado de la cuna, juegan también un papel muy importante en todo lo que rodea el nacimiento de Jesucristo, y por eso es justo recordarlos en el día de hoy. La Iglesia lo hace con esta solemnidad.
A san Josemaría le gustaba no separar nunca estos tres personajes: Jesús, María y José. Los llamaba: la Trinidad de la Tierra.
Así como la Trinidad del Cielo, está compuesta por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la Trinidad de la Tierra, está compuesta por Jesús, María y José.
Porque ellos siempre van juntos, de hecho, en su mismo nombre quiso que José y María no estuvieron separados sino unidos, y por eso empezó a firmar su nombre como Josemaría, todo junto, todo seguido.
Nosotros tampoco queremos separar a Jesús, María y José. Y el día de hoy es un momento especial para considerarlos como familia.
Esta fiesta nos invita especialmente a dos cosas. Una primera es: Ver a la Sagrada Familia como ejemplo, como modelo a seguir. Es el modelo de toda familia.


Y la otra cosa que nos recuerda, es que podemos acudir a ellos; a Jesús, María y José, pidiéndoles su intercesión, su favor frente a Dios.
En primer lugar, la Sagrada Familia es modelo de toda familia, de una familia que se ama. Todos allí se quieren mucho, están unidos en sus dificultades.
Fijémonos en lo que ellos han tenido que atravesar durante estos días, venían de un viaje largo, José y María no encontraron lugar donde hospedarse, donde María pudiera dar a luz.
Y se tienen que conformar con un lugar dispuesto para los animales. Allí se producen carencias, pero prevalece el amor, prevalece la alegría.

LAS CARENCIAS CON ALEGRÍA

En una familia, cuando se tienen sufrimientos, y se llevan esos sufrimientos todos juntos, unidos, entonces se estrechan los lazos entre cada uno de los miembros de la familia.
La familia de Nazaret lleva esas carencias con dignidad, con alegría, con amor, no están quejándose, no están como diciendo: ¿Y por qué esto nos toca pasarlo a nosotros?, ¿No somos unas personas bendecidas por Dios?
No, todo lo contrario, se fijan más en la alegría del Niño que ha nacido, que en las dificultades, y esto nos puede servir a todos como modelo, para nuestras propias relaciones familiares.
Ellos también son ejemplo de generosidad, cada uno comparte lo suyo, todo lo que tiene, y piensa en los demás.
Recordando nuevamente a san Josemaría, él decía: “En Nazaret nadie se reserva nada”. Allí nadie está pensando en lo suyo: mi tiempo, mis cosas, mi espacio, mis amistades… ¡Todo es de todos!
Y eso es algo importante en todas nuestras familias, que no tengamos como reivindicaciones diciendo: esto es para mí, esto es solo mío, aquí que nadie se meta, en este espacio, en mi tiempo libre o en mis hobbies o en estas cosas que solo me preocupan a mí.
En las familias es muy importante la generosidad. Y también Jesús, María y José son un modelo de comunicación.
Hoy es tan difícil a veces comunicarnos entre nosotros, incluso entre los seres más queridos. Casi siempre los problemas interpersonales se producen por falta de comunicación, por no saber que decir o que callar.

LA COMUNICACIÓN

Y puede suceder que, en una familia la esposa reclamé a su esposo, que no le cuenta lo que siente, que no le dice que le pasa.
Y el esposo le dice: nada. a lo mejor es que no sabe comunicar lo que le pasa en su interioridad.
O a veces también sucede, que el hijo piensa que no puede expresar lo que lleva en su corazón, porque puede ser malentendido, porque sus papás lo van a regañar, porque no lo van a comprender.
O puede suceder también, que la madre no sepa qué cosa es “callar”, y entonces con su comunicación de todo lo que le sucede, puede también invadir un poco, o preocupar al esposo, a los hijos.
Y por eso tenemos que acudir a la figura de la familia de Nazaret, para pensar… María fue discreta, no comunicó inmediatamente lo que le pasaba, dejó que el tiempo pasara, antes de ella irlo a decir directamente.
Dejó en manos de Dios que José supiera que estaba encinta, y fue un ángel el que se lo reveló.
José también supo qué cosas decir y qué cosas no decir frente a sus dificultades.
La mayoría de los problemas en las familias se dan por esto, por faltas de comunicación.
Y resulta que todo esto siempre tiene arreglo, no hay problema que no se pueda arreglar, no hay falta de comunicación que no se pueda solucionar, ¡pero tenemos que trabajarlo!
Por eso le pedimos a la Familia de Nazaret que, si hay dificultades de diálogo entre nuestras familias, nos de luces.

NUESTRAS FAMILIAS

Y cuando digo “nuestras familias”, pienso también en aquellas personas con las que convivimos más estrechamente.
Hay un libro que estaba leyendo en estos días, en el que aparece la escena justamente de un diálogo de un muchacho adolescente con su padre.
Es una familia judía que habían tenido dos hijos, y el mayor de los hijos murió siendo niño por una enfermedad. Sus padres médicos tuvieron siempre como el trauma de no haber podido salvar la vida de su hijo mayor.
Y a su hijo menor le dieron todo el cariño que pudieron, pero inconscientemente, ese cariño se ve que siempre estaba de alguna manera, referido al dolor de la pérdida del niño mayor.
Y ese niño menor, creció con ese peso, de ser siempre comparado inconscientemente con su hermano mayor.
Hasta que un día se enfrenta con su padre, que le pregunta: ¿qué quiere estudiar? Y el muchacho le dice: no quiero ser médico como ustedes.
La escena se torna un poco tensa, y el muchacho le dice: he vivido siempre con la sombra de mi hermano mayor, he tenido la impresión de que siempre he estado luchando contra él y siempre he perdido.
Entonces su padre entiende, que el niño había llevado toda la vida un peso que no tenía por qué llevar, y nunca lo había podido comunicar. Y a partir de ahí, empieza una nueva relación entre ellos.
A veces puede suceder esto en las familias, que no se saben comunicar, pues le pedimos eso a la Familia de Nazaret.

NO ES SOLO UN MODELO

Te decía que la familia de Nazaret no es solo un modelo, sino también que podemos acudir a ellos, podemos acudir a María pidiéndole un corazón como el suyo, bueno, de buenas intenciones, que no piensa mal de nadie. Le pedimos a la Virgen María que nos ablande el corazón.
A José, le pedimos que nos enseñe a sobrellevar las dificultades de la vida, a veces ponemos más dificultad de las que ya trae la vida consigo, que no agrandemos eso, se lo pedimos al santo Patriarca, que es modelo de padre, que es modelo de esposo.
Y ¡al Niño le podemos pedir de todo! Como hemos leído en una oración que se le reza en las novenas, los días anteriores a la Navidad en Colombia, en Ecuador en Venezuela…
Que Él nos ha prometido con esta frase: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
A Jesús Niño, le pedimos por los méritos de su infancia, por las necesidades que tenemos en el fondo del corazón.
Hoy especialmente, esas necesidades tienen que ver con la familia, con mi familia. Jesús, María y José, terminamos así: “Que yo esté siempre con ustedes tres, así se lo decía san Josemaría, y así se lo queremos decir nosotros.”


Citas Utilizadas

1Jn 2, 12-17
Sal 95
Lc 2, 36-40

Reflexiones

Padre nuestro del cielo, te damos gracias por el ejemplo admirable de la Sagrada Familia de Nazaret. Ayúdanos a imitar sus virtudes y su unión de amor. Que nuestras familias testimonien esa alegría.

Predicado por:

P. Jorge Mario

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