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P. Luis Andrés

5 min

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SINCEROS CON NOSOTROS MISMOS

Jesús nos dice que, en su momento, todo se sabrá: no tiene sentido huir de la verdad.

Hoy sábado 15 de julio, a mitad de este mes patrio aquí en el Perú, vamos a oír este Evangelio en la Misa de hoy:

“En aquel tiempo Jesús dijo a sus Apóstoles: No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo.”

(Mt 10, 24)

Nos empiezas a hablar, Jesús, como situándonos en nuestro sitio, que no es prepotencia de tu parte, por supuesto, que es “orden” simplemente. Y que nos sirve para estar ubicados.

SOLO SON PROPUESTAS

Nosotros no somos quienes damos las órdenes, quienes disponemos las cosas, por eso es muy sabio el refrán que dice:
“El hombre propone y Dios dispone.”
Lo que nosotros te podemos decir, Señor, lo que a nosotros nos puede parecer mejor, lo que son nuestras intenciones, en nuestras oraciones, solo son propuestas… Y Tú, después escuchándolas, pues, dispones.

“Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo.”

(Mt 10, 25)

Aquí otra vez, nos estás como que, centrando, efectivamente. ¿A qué aspiro yo? ¿Cuáles son mis propósitos? ¿Cuál es mi meta? ¿Hacia dónde me dirijo?
Y acá, Tú, nos lo dices explícitamente: “Le basta al discípulo ser como su maestro.”

la razón
Pues sí, todos estamos de acuerdo, me parece, y ya quisiéramos; ¡Señor, parecernos más a Ti! Y que efectivamente, seas Tú, el que aparezca en nuestra vida.
Le basta al discípulo esto, porque es una meta altísima, y bueno, tampoco es que se logra tan fácil… Pero en esto estamos, esa es la vida cristiana.
Un poquito más adelante, dices Tú, Señor:

“No les tengáis miedo: Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse.”

(Mt 10, 26)

Me quería detener primero, en este: “No les tengáis miedo.” Cuántas veces nos sirve recordar, Señor, este aliento tuyo, que nos lleva a vivir la audacia.

NO HAY RAZÓN PARA EL “APOCAMIENTO”

Cuando es una inclinación natural, creo yo, un pudor, una prudencia, una cautela y a veces una timidez.
Sin embargo, Tú nos lanzas, Señor, como diciendo no hay razón para ese “apocamiento”.
Estamos todos en esta tierra, para cumplir una misión, que es Tuya, Señor, y parte de esa misión, tiene que ver con esta segunda parte, de lo que has dicho:

“Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse.”

(Mt 10, 26)

Pues, Tú eres como que el secreto, Tú eres el Dios soberano, Tú eres el dueño, Tú eres el poderoso, el sabio.
Y efectivamente ahora estás escondido, oculto, y vas a ser descubierto, te vas a mostrar y esto va a ser al fin del mundo, evidentemente.
Y ahora a nosotros nos toca, a los que estamos aquí en este mundo, y entonces nos toca hacerte evidente, Señor, pero como siervos, no como Tú.
O sea, ¡no somos dioses, no!
Entonces me vine a la memoria san Juan Bautista, con esa frase célebre suya:

“Conviene que él crezca y que yo disminuya”.

(Jn 3,30)

El santo se distingue porque se esconde, porque está solo orientado a que Tu, Señor, seas el conocido.
Esta es una característica que es común en todos los que han sobresalido en nuestra fe.

NO ESTAMOS AQUÍ DEFINITIVAMENTE

Entonces, vamos a procurar que sea también una decisión que tomemos, quizás todos ahora, o que la reconfirmemos.
El santo no quiere brillar en este mundo, porque sabe que no está aquí definitivamente, y que él no es el centro, el meollo.
Se retira el santo en soledad con Dios, a lo escondido de su corazón, y bueno ahí está contigo, Señor. Y ahí contigo, va ayudándote a hacer la redención.
Y cuando no puede ocultarse, porque la virtud es atractiva y da prestigio, y da autoridad moral…
O porque, Tú, Señor, le pides que hable ante los hombres y entonces, pues efectivamente, todos lo estén mirando mientras lo escuchan, incluso en ese momento, el santo se retira, a lo escondido de su alma, buscando que solo Tú te luzcas.
Como digo, recordando san Juan Bautista:

ANUNCIAR AL MESIAS, sinceros con nosotros mismos

“Conviene que él crezca y que yo disminuya”.

(Jn 3,30)

Claro, el que no ha entendido esto, pues puede sentir el atractivo de ponerse él en el centro de las conversaciones, de sus propios pensamientos, de la reunión en la que participa…
Ese atractivo de brillar en este mundo, y que es evidente que existe. Ese riesgo de alguna manera anunciarnos a nosotros mismos, aun cuando estemos en las cosas de Dios.

LOBO CON PIEL DE OVEJA

Este buscar brillar ante los demás, pues muchas veces tiende a hacer que no se vea lo malo que tenemos.
Todos tenemos errores, todos tenemos miserias, todos tenemos pecados, y bueno, viene esa expresión; “es lobo con piel de oveja”.
Y nadie quisiera encarnar este personaje, tener esa fachada, esa apariencia. Pero lamentablemente, es una posibilidad.
Yo leía esta frase:

“Lo peor que puede hacer una persona en su vida, es huir de sí mismo.”

No reconocer lo que uno es, tiene, siente, no digo “enredándose”, pero conociéndose con realismo.
Soy una persona que me equivoco, soy una persona quizás de un temperamento difícil, soy difícil para el trato, no expreso mis sentimientos como a los demás les gustaría, etcétera…
Lo peor que puede hacer una persona en su vida, es huir de sí mismo. Tarde o temprano se alcanzará, y además “cansado”.

MIRARNOS COMO SOMOS

Dice este autor: “Vamos a mirarnos como somos, vamos a ser sinceros en nuestro examen, sinceros en la confesión, nada de mentirnos a nosotros mismos,”
Tú, Señor, acabas de decir:

“No hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse.” (Mt 10, 26)

Llegado el juicio final todo se sabrá, saldrá el santo de su humilde escondite, pues con el premio de tu amor. Y va a salir también el que es miserable, con todas sus miserias.
¡Vamos a vivir en verdad! Para que, en todo momento, lo que se conozca de nosotros, sea lo que Dios ve.
Hemos dicho: ¡Creo firmemente que me ves! Pues eso que Tú ves, Señor, que sea lo mismo que yo veo, y que vean los demás en mí.
Como fue con la Virgen santísima, a ella le pedimos que nos ayude a vivir en verdad, en sinceridad.


Citas Utilizadas

Gen 49, 29-32; 50, 15-26
Sal 104
Mt 10, 24-33

Reflexiones

Señor, ayúdanos a querer ser santos, a ser testigos tuyos, a siempre estar conscientes que estamos en esta tierra para cumplir una misión, que es Tu misión.

Predicado por:

P. Luis Andrés

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