SE MARCHÓ JESÚS
Jesús te nos has marchado en cuerpo y alma a los cielos, y continúan resonando en nuestros corazones aquellas palabras tuyas:
“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén en toda Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra”
(Hch 1, 8).
Y también recuerdo especialmente, aquellas palabras:
“Conviene que yo me vaya”
(Jn 16, 7).
Porque sino, no vendrá a vosotros el Paráclito, el Consolador, “Conviene que yo me vaya”. Y estas palabras quizá son más misteriosas, porque Contigo estábamos muy bien, Señor, no nos faltaba nada en este mundo.
Con Tu presencia aquí entre nosotros, eso pensarían los apóstoles, eso podemos pensar nosotros también en este rato de oración, y por eso resulta más misteriosa aquella palabra:
“Conviene”
Y si, Tú dijiste: «conviene», Señor. Era necesario que Tú te marcharas para que llegara a nosotros el Espíritu Santo.
Estos días estamos ya preparando esa venida del Espíritu Santo a nuestros corazones, a la Iglesia, para que se renueve en nosotros una nueva Pentecostés.
LOS LIBROS A TRAVÉS DEL TIEMPO
Por estos días estoy leyendo un libro, que se titula: “El infinito en un junco”, es un libro de ensayo que escribe una española, Irene Vallejo, publicado en el 2019.
Y en este libro en forma de ensayo se narran los treinta siglos de la historia de los libros, ¡es impresionante!
Porque hay libros de todo tipo, de humo, de piedra, de tierra, de hojas, de juncos, de seda, de piel, de harapos, de árboles, que son los que conocemos, pues del papel, de plástico y ahora los últimos libros de luz, las computadoras, los iBooks, el Kindle.
En esos 30 siglos, han cambiado las formas de los libros, la rugosidad, algunos son más lisos, unos tienen los laberintos interiores impresionantes, la manera de crujir, de susurrar, la duración.
Es un libro fascinante porque además está cargado de anécdotas históricas, de personajes reales de la historia.
Te cuento esto, porque nosotros somos un libro en el que se está escribiendo, una historia. -Jesús, Tú has querido mandar al Espíritu Santo para que sea Él, el que escriba en nuestros corazones.
NUESTROS CORAZONES ESCRITOS CON EL ESPÍRITU SANTO
Estas palabras de san Juan Crisóstomo,
“Así como los libros están escritos con tinta, nuestros corazones deberían estar escritos con el Espíritu Santo”.
Yo quisiera que tú y yo, consideráramos esto hoy todo el día en nuestra intimidad, en nuestra vida interior.
Que vayamos conversando de esto con Jesús a lo largo del día, que continúen estos 10 minutos en todo un rato de oración, que dure todo el día.
«Nuestros corazones deberían estar escritos con el Espíritu Santo».
LIBROS VIVIENTES
Y en efecto, el Espíritu Santo bajó del cielo y promulgó en los apóstoles una nueva ley. Cuando Moisés bajó del desierto, bajo con unas tablas.
Pues ahora los apóstoles no descienden del monte con tablas de piedra en sus manos, sino que vinieron con el Espíritu Santo en sus corazones, convertidos mediante la gracia de una nueva ley.
Eran ya unos libros vivientes, que es lo que nosotros somos, libros vivientes y que en ellos escriba el Espíritu Santo.
VAYAN Y LLEVEN AL ESPÍRITU SANTO
Hoy en la Primera Lectura de la misa, de los Hechos de los Apóstoles, se cuenta:
“Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la meseta y llegó a Éfeso, allí encontró a unos discípulos y les preguntó: ¿recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe? contestaron- ni siquiera hemos oído hablar del Espíritu Santo”
(Hch 19, 1-2).
Por este pasaje vemos, Jesús, que los apóstoles y entre ellos el último, san Pablo, comenzaban a tener una familiaridad con el Espíritu Santo, a tratarlo, a entenderlo, a llevarlo con el poder que Tú les diste a todas las almas, porque ellos entendieron
Eso es lo que quiere Jesús, que nosotros llevemos a todas partes el Espíritu Santo, a través del bautismo, de los sacramentos, que recibamos el Espíritu Santo y a correr, a vivir.
Los apóstoles no se podían quedar en esos pueblos toda la vida, pero si se quedaba el Espíritu Santo en esas almas.
HIJOS DE DIOS
Señor, y me atreveré a decir una cosa; no es que Tú nos dejes metido un chip para controlarnos, sino que nos dejas Tu Espíritu Santo, para que vivamos como hijos De Dios, para que vivamos con la libertad de los hijos De Dios, el Espíritu Santo en nosotros, nos hace libres.
Que bueno comenzar a notar en nosotros la gracia del Espíritu Santo, esas inspiraciones que Tú Jesús y el Espíritu Santo van poniendo nuestros corazones, esos buenos deseos y esas buenas inspiraciones que nos hacen avanzar.
ESPÍRITU SANTO, ENSEÑA, RECUERDA, SUGIERE
Hay un pasaje, de san Juan también, que dice:
“Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, Él les enseñará todo y les recordará todas las cosas que les he dicho”
(Jn 14, 26).
Y el término “recordará” incluye también la idea de “sugerir”.
El Espíritu Santo no solamente trae a la memoria de los apóstoles, a la memoria nuestra, a la memoria de todos en la Iglesia lo que ha dicho Jesús, sino también una luz nueva que capacita a todos los apóstoles y a nosotros a descubrir la profundidad, la riqueza de lo que hemos visto, de lo que hemos escuchado, de lo que hemos sido testigos, y a vivir con esas inspiraciones, con esa nueva luz, con esa creatividad.
El Espíritu Santo sigue aleteando en la Iglesia, y sigue aleteando en nuestro interior, en nuestra alma. En efecto, el Espíritu Santo enseñó, recordó, pero sigue escribiendo en nuestros corazones.
ORACION AL ESPIRITU SANTO
Hay una oración muy bonita, antes de acudir a la Virgen, porque ya se nos está acabando el tiempo, pero acuérdate que vamos a seguir tú y yo meditando todo el día, en esa realidad, somos un libro escrito por el Espíritu Santo.
Antes de acudir a nuestra Madre Santa María, como lo hacemos casi siempre, al terminar nuestra rato oración, quiero que recemos una oración al Espíritu Santo, para que tú y yo tengamos el propósito de ir llamándolo mucho estos días,
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu espíritu y serán creados, y renovarás la faz de la tierra.
Oración:
¡Oh Dios! que has instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos según el mismo espíritu, conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos, por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
JUNTO A SANTA MARÍA, ESPOSA DE DIOS ESPÍRITU SANTO
Vamos a pedirle a Nuestra Madre Santa María, dice en las sagradas escrituras:
“Los apóstoles perseveraban en la oración y la fracción del pan, junto a María la Madre de Dios”
(Hch 2, 42).
Así perseveraban antes de recibir al Espíritu Santo, pues ahora junto a ella, vamos a perseverar. Vamos a pedir, vamos a ir llamando al Espíritu Santo para que sea protagonista de la santidad que va esculpiendo en nuestra alma.
Que vaya escribiendo y dibujando en nuestra alma, aquella historia también nuestra, porque somos imagen de Cristo. Santa María Esposa de Dios Espíritu Santo, ruega por nosotros.