JESÚS NOS AYUDA
En estos 10 minutos con Jesús, como siempre, le pedimos ayuda al Señor para que nos dé una mano, para que nos facilite el diálogo con Él. Porque de eso se trata, que sea un momento de oración y de diálogo, de hablar con Jesús aunque sean cosas muy cortitas las que le digamos.
A veces no tenemos mucho que contarle o qué decirle, porque no se nos ocurre o porque nos cuesta hablar con alguien que no nos está viendo o escuchando físicamente y que no nos puede responder… Es una dificultad inherente a la oración que tenemos que aprender a convivir con ella. Jesús nos da su gracia, nos ayuda.
Y por eso bastarán frases breves de vez en cuando, y decirle a Jesús: Ayúdame con esto Jesús… Tengo este miedo… Tengo esta necesidad hoy… Mi problema es este… En estos días, lo que tengo en la cabeza y en el corazón es tal cosa… Necesito que me ayudes… Dame luz por eso…
En estos 10 minutos con Jesús, le vamos a pedir a Jesucristo que nos ayude en todos esos terrenos en los cuales necesitamos especialmente su gracia, su ayuda.
LA TEMPESTAD CALMADA
El Evangelio dice lo siguiente:
“Aquel día al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: – Vamos a la otra orilla. Y dejando a la gente, se lo llevaron en la barca. Y estaban otras barcas que lo acompañaban.
Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa dormido sobre un cabezal, y lo despertaron diciéndole: -Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
Jesús se puso de pie, increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio! ¡Cállate! El viento cesó y vino una gran calma. Jesús les dijo: – ¿Porque tenían miedo, acaso no tienen fe? Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: – ¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?»
(Mc 4, 35-41).
MOMENTOS DIFÍCILES
En este Evangelio Jesús nos recuerda que, en la vida vamos a pasar por estas tormentas, estas tempestades, estos momentos de oscuridad y de pánico en los cuales no sabemos qué hacer. Sobretodo, son momentos en los que pareciera que Dios nos ha abandonado, que Dios no nos escucha y que Dios está dormido…
Por eso es tan significativo lo que ocurre en esa barca con Jesús en esa tempestad: Jesús está dormido junto al cabezal en la popa del barco. Y los discípulos no entienden que Jesús sea indiferente a la suerte que estaban corriendo. ¡Están en medio de una tempestad!
Imaginémonos una tempestad brutal que llenaba el barco de agua y sacando a baldazos, con el pánico de caerse en cualquier momento al agua, de ahogarse, de que el viento le diera vuelta a la barquita…
Los discípulos estaban muy asustados, estaban espantados y aterrorizados por la tempestad; y por eso, no entendían la actitud de Jesucristo. Porque Jesucristo adopta una actitud difícil de entender para nosotros: que es la indiferencia aparente. Jesús se queda dormido.
Jesús duerme en esa especie de choque tremendo entre la brutal tempestad que estaba hundiendo la barca… y Jesús que se durmió, así pacífico y tranquilo sin casi enterarse de lo que estaba pasando.
ANTE NUESTROS PROBLEMAS…
Eso nos sirve mucho a nosotros, porque todos hemos pasado por estas circunstancias, por estas crisis en las cuales nos da la impresión de que el Señor no nos escucha, no nos presta atención, no está pendiente de nuestros problemas, no se hace cargo… Exactamente igual que en este pasaje del Evangelio.
Jesús dormido en el cabezal de la barca y nosotros con nuestros problemas que nos están quitando el sueño, que nos están llenando de miedo, de angustia y de temor.
Podemos tener problemas económicos, problemas de salud, problemas en la relación, un hijo que se nos enferma o porque un hijo se metió en una situación complicada tanto afectiva o de drogas, o lo que sea…
Todo eso nos asusta y llena de temor, nos hace perder la paz, la seguridad y la tranquilidad. Por eso es muy comprensible que los apóstoles se enojaron un poco con Jesús.
Porque cuando lo despiertan están enojados, quizá mareados y como diciéndole al Señor: “Che, no, ¿no te digo?… No, ¿no te importa?… ¿Realmente te da igual que nosotros estemos pereciendo?… ¿Cómo puedes tener el corazón tan duro ante nuestros problemas?…
JESÚS SIEMPRE ESTÁ AHÍ…
Y es esto lo que a veces nos puede pasar a nosotros: pensar que Dios no nos escucha, que Dios tiene el corazón duro ante nuestras dificultades, ¡y nunca es así!
Por eso el Señor -es muy interesante cuando se despierta- lo primero que le dice a la tempestad es que se calme, que se calle. Jesucristo inmediatamente soluciona el problema y luego se vuelve hacia los discípulos, cuando ya el miedo pasa, porque pasa la dificultad, pasa la prueba y la tempestad…
Enseguida se mete el Señor con los discípulos y les dice: ¿Pero por qué dudaron? ¿No tenían acaso fe? ¿No tenían fe que yo iba a hacer este milagro, en que esto lo iba a solucionar? ¿Por qué dudaron? ¿Cómo tuvieron miedo de mi acción?
Esto es lo que el Señor pretende decirnos a cada uno de nosotros: No, no duden. No. No tengan miedo, Yo estaré siempre con ustedes, estaré siempre con ustedes hasta el fin de los tiempos, hasta el fin de la vida de cada uno de nosotros. Por eso, no tengan miedo, no duden de que Yo voy a estar ahí presente… Me hago cargo de sus problemas, sus problemas siempre serán mis problemas…
SE HACE CARGO DE NOSOTROS
Y esto es lo que el Señor intenta transmitirnos con este Evangelio: nunca Jesucristo va a ser indiferente. Nunca Jesucristo está dormido. Nunca está realmente dormido aunque a veces pueda parecerlo. Él nos está escuchando, y puede parecer que no nos presta atención, o que pareciera que es sordo a nuestros problemas…. Pero nunca es asÍ, ¡El señor siempre está pendiente de nosotros!
(Pido disculpas a los que están escuchando el audio, tengo la voz afónica, acabo de salir del COVID, y me quedo un poquito de secuela en la voz y no lo puedo remediar por un tiempo. Así que disculpen eso).
Pero a todos nos pasan estas pequeñas tempestades, los que hemos estado enfermos de COVID o los que tenemos dificultades de otra índole, ya sean económicas, familiares, afectivas, laborales, siempre la relación que tenemos que tener con Jesús es de plena confianza. Jesús va a solucionar realmente todos nuestros problemas.
Puede parecer que está dormido, pero nunca está dormido. Jesús no duerme ante nuestros problemas: ésta es la confianza que tenemos que tener.
JESÚS ESTÁ EN NUESTRA VIDA
Y se lo pedimos ahora: Señor que tenga esta paz, esta tranquilidad de que siempre Vos estás conmigo, nunca estoy solo, nunca voy a estar solo con mis problemas. Nunca estaré solo con mis dolores. Nunca voy a estar solo con mis contradicciones y con mis contrariedades…
Por eso, se lo pedimos también a la Santísima Virgen, madre nuestra: ayúdanos a vivir con esta confianza plena, en que Jesús está siempre junto a nosotros. Nunca se duerme, nunca deja de prestarnos atención, siempre le importamos un montón.
Incluso cuando no tienen vino en aquella boda campesina, Nuestra Señora y Jesús están pendientes hasta ese mínimo detalle, que no se les vaya a arruinar la boda. Que esté así nuestra confianza: ¡en que Jesús, está en nuestra vida!