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TESORO ESCONDIDO

confianza

«El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; que un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría vende todo lo que posee y compra el campo. 

El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedica a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró»

(Mt 13, 44-46).

LO QUE MÁS VALE

Ese es el Evangelio que nos propone el día de hoy la Iglesia. Son dos parábolas del Reino.

Y santa Teresa del Niño Jesús decía en una carta:

«Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar, porque está escondido, y el mundo ama lo que brilla. 

¡Ah!, si Jesús quisiera mostrarse a todas las almas con sus dones inefables, ciertamente ni un alma sola lo desdeñaria. Pero Él no quiere que le amemos por sus dones: Él quiere ser nuestra recompensa»

(Carta 145: Un tesoro escondido) (Santa Teresita del Niño Jesús 1873-1897).

Y es lo que tenemos que buscar, el estar realmente con Cristo. Y no es una cosa tan sencilla descubrirle, y luego perseverar en el tiempo para quedarnos con Él…

El mundo constantemente nos está haciendo propuestas de que esto es lo que más vale, de que el tesoro en realidad no es Jesús, sino que es esto que brilla más.

«Porque el mundo ama lo que brilla», dice santa Teresa del Niño Jesús.

Y eso es tan cierto, que parece que solo el placer o el pasarla bien constantemente es lo que brilla y es lo que realmente nos hace felices…

Pero en realidad no es tan así, y uno siempre termina volviendo.

UN TESORO DA TRANQUILIDAD

Cuentan de un día en que un labrador, oyó un ruido bajo la rueda del rastrillo de su arado;  y mirando desconcertado, descubrió un tronco lleno de monedas de oro. Era una inconmensurable fortuna para él.

Y este hombre, arrastró el tronco hasta el frente de su rancho y lo enterró profundamente en su jardín. Por días pensaba y pensaba qué hacer con todo esto.

Imaginaba todo lo que podía comprar, pero al final decidió dejarlo enterrado. Porque con ese tesoro cualquier cosa se podrá resolver.

Ese tronco lleno de monedas de oro, será su seguridad ante los acontecimientos imprevistos del futuro, ante las posibles calamidades o si es que viene una dura temporada.

Tener la seguridad de su tesoro enterrado, cambia sustancialmente el carácter de este hombre, porque antes era precavido y ahora se transforma en una persona relajada. Antes se quedaba siempre gruñón y taciturno, y pasa a ser más bien un hombre chispeante y agradable.

Elimina su temor y su intolerancia, y los cambia por confianza, fe, compasión. De hecho, ahora concibe la vida como una experiencia hermosa y feliz, sabiendo que aunque lleguen cosas duras, podrá hacerles frente.

Toda la vida de esta persona da un giro radical para bien suyo, de su familia, de sus amigos, de sus allegados. Incluso llega a transformar el Estado de toda su comarca, pues se ve formando un hombre esforzado, positivo, influyente y engrandece sustancialmente a su comunidad. La abundancia sin límites caracteriza su vida.

SORPRESA INESPERADA

Pero tras muchos años de buen vivir, las últimas horas de este notable hombre llegan, y antes de morir reúne a sus hijos y les revela su increíble y bien guardado secreto. Tenía un tesoro escondido y por eso estaba tranquilo.

Después muere y al día siguiente, muy temprano, sus hijos cavan afanosamente el lugar indicado y encuentran el tronco; pero para su sorpresa, estaba vacío. Las monedas habían sido robadas por unos aventureros diez años antes.

¿Y cuál es la reflexión de todo esto? Que el verdadero tesoro no era el ser rico, lo que le dio esa seguridad a este personaje, sino más bien la idea de que tal riqueza y que tal felicidad existía.

La interpretación y la actitud que despertó en ese hombre esas buenas formas de vivir fueron tener como la seguridad de que tenía un gran tesoro.

Esta historia nos da como una perspectiva acerca del poder que tienen nuestros pensamientos.

Y para cuando tengamos la sensación de que somos desgraciados, apartados, olvidados, no merecedores de algo o decididamente malvados, pensemos si no estamos otorgando un poder especial a nuestros pensamientos negativos… Y apresurémonos a dar un giro en esa situación; y desenterremos nuestro tesoro.

¿QUIÉN ES NUESTRO TESORO?

¿Quién es nuestro tesoro? Nos lo dice con claridad santa Teresita: Jesús es nuestro tesoro, y tenemos la seguridad de que con Él todo lo podemos, aunque esté enterrado, aunque lo tengamos sin gastar, como la perla preciosa, como el tesoro escondido en el campo. Está guardado.

Que aprendamos a abandonarnos con confianza en Dios en todo momento de nuestras vidas, especialmente en el momento de la prueba, de la turbación. Porque el Señor es nuestro tesoro, es nuestra perla valiosísima. Tenemos asegurado el futuro.

El futuro de esta tierra, tal vez sea un poco más complicado, pero tenemos comprado el Cielo. Es una belleza.

Aprender a tener esa convicción profunda de que el Señor está ahí esperándonos, de que el Señor está siempre pendiente de nosotros, aunque no nos demos cuenta.

Igual que ese hombre que tenía ese tesoro metido dentro del árbol y que pensaba que cualquier cosa que le pasaría, siempre podía acudir a él. Tenía esa confianza enterrada. Pero tenía una confianza real que le sirvió a ser una buena persona durante toda su vida, porque tenía esa confianza de que el dinero estaba ahí.

ES JESÚS

Bueno, nosotros tenemos que confiar también en el Señor. Tener como esa esa fuerza de seguir adelante, porque Él está ahí; y todo lo que estamos haciendo vale la pena.

Si no, no valdría la pena todo el discurso que Cristo vino a traernos a la Tierra, no tendría sentido. Sería como una gran estafa. Y el Señor no quiere eso para nosotros.

No somos, como dice san Pablo,

«Si Jesús no ha resucitado, vana es nuestra fe».

Somos los más desgraciados de la Tierra.

Y efectivamente, si lo que Jesucristo trajo y nos dijo no sería cierto, seríamos unos ilusos. Pero nosotros tenemos justamente esa fe profunda en Jesucristo, en que Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que ha sido enviado por su Padre Dios.

Él también es Dios, y nos ha dejado aquí el Espíritu Santo para que vivamos esta vida terrenal, buscándole hasta encontrar ese tesoro.

No es una tontería, al contrario, es de donde se nos viene todas las fuerzas. ¡Señor, que tengamos cada vez más fe en Ti! Y por eso es lógico que cuando vas a hacer un milagro, siempre exijas que la persona tenga fe, que crea realmente en Ti.

A JESÚS POR MEDIO DE MARÍA

Señor, hoy queremos creer realmente en Ti. Queremos que seas realmente nuestro tesoro, que Tú eres el tesoro que nos da esa tranquilidad y esa paz para hacer todas las cosas.

Que no queremos cambiarte por nada, Señor, que no queremos venderte por nada, queremos realmente descubrirte cada vez más y ofrecerte nuestra vida completamente para eso, para estar siempre Contigo. Gozar de ese tesoro infinito, para gozar de esa margarita o esa perla preciosa de gran valor.

¿Quién es una experta en esto? Es nuestra Madre, la Virgen María. A ella podemos acudir también para que nos ayude a ser cada día mejores cristianos. Que nos parezcamos más a Jesucristo, que nos acerquemos más a Él en nuestra vida cotidiana.

Que le encontremos a Él, como tesoro escondido. Como bien inestimable que pocas almas saben encontrar, porque está bien escondido.

Que sepamos que aunque no brille, aunque tal vez no nos llame tanto la atención, esos dones que nos trae, son unos dones infinitos que saltan hasta la vida eterna.

El Señor quiere que gocemos de Él para siempre. Y para gozar de Él para siempre. Necesitamos estar buscándole aquí en esta Tierra.

Y RECONOCER EL VERDADERO TESORO

Por eso, Madre Santa, a Ti acudimos al terminar estos 10min con Jesús, para pedirte que nos ayudes a reconocerle en nuestra vida diaria a tu Hijo, a seguir sus mandamientos, a acercarnos cada vez más y a reconocerle como tesoro, como perla preciosísima. Ponemos estas intenciones en tus manos.

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