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EL VERDADERO TESORO: LA ORACIÓN

COMPLEJO DE METRO
EL VERDADERO TESORO

El Evangelio que nos propone la Iglesia el día de hoy, es parte de san Lucas y nos habla:

“Uno entre la gente le dijo a Jesús: Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia y Él le dijo: ¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes? Y les dijo: Miren, guárdense de toda clase de codicia pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”.

(Lc 12, 13-15)

Luego, les pone esa parábola que es bastante clara sobre cuáles son los bienes fundamentales y dice:

“Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha y empezó a hacer cálculos diciéndose: ¿qué haré, no tengo dónde almacenar la cosecha? Haré lo siguiente, derribaré los graneros y construiré otros más grandes y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes.  Entonces me diré a mí mismo: Alma mía, tienes muchos bienes almacenados para muchos años, descansa, come, bebe, banquetea alegremente.

Pero Dios le dijo: ¡Necio! Esta noche te van a reclamar el alma y ¿de quién será todo lo que has preparado?

(Lc 12, 16-20)

LOS BIENES IMPORTANTES

El Señor da clara muestra de cuáles son los bienes importantes y, en esta oración, quería tocar tal vez uno de los bienes que tenemos que, a veces, no le damos tanta importancia, que es la necesidad que tenemos de hacer oración.  Ese sí que es un bien que vale la pena cultivar, guardar, que vale la pena trabajarlo.

Las cosas de esta tierra se quedarán aquí: los bienes materiales, el dinero que hagamos… todo se va a quedar aquí; pero toda tu oración, eso te lo vas a llevar; porque eso es crecimiento en el trato con Dios; la oración es fundamental.

El Antiguo Testamento preparó la venida de Cristo y Dios quiso que muchos justos rezaran insistentemente antes de la Encarnación del Verbo.  Pero sólo Cristo llevó a cumplimiento la verdadera oración del hombre, puesto que es el Hijo eterno, como nos dice el Catecismo de la Iglesia.

HACER ORACIÓN COMO HIJOS

Puesto que es el Hijo eterno de Dios que, en su humanidad Santa dirige a su Padre la oración filial perfecta.  El Señor nos enseña a hacer oración como hijos, para que aprendamos a relacionarnos con nuestro Padre, para que aprendamos a ver cuáles son las cosas que realmente nos llenan las arcas; las cosas que realmente son importantes en nuestra vida.

De hecho, toda la vida de Jesús es oración, pues está en constante comunión con el Padre; Jesucristo nos da ejemplo de cómo hacer la oración.  Nos enseña, en algunos momentos constantes (lo recoge san Lucas, hace poco celebrábamos su fiesta) y la misa de ayer domingo, todas las lecturas, también iban en este mismo sentido: la necesidad de la oración.

Hasta el fin de los tiempos la Iglesia habrá de continuar también con la oración de Cristo, sobretodo en la Santa Misa.  En nuestra oración de cristianos -nuestra vida de cristianos-, es fundamental la oración, porque rezar unidos con Jesucristo que nos ha dicho súper claro: si permanecen unidos a Mí y Mis palabras, permanecen en ustedes, pedirán lo que quieran y se les otorgará; pedirán lo que quieran… ¿en dónde pedimos? Pedimos en la oración.

LA ORACIÓN ES NUESTRA VERDADERA RIQUEZA

La oración es nuestra verdadera riqueza; rezar es el camino.  Ya nos alentaba también san Josemaría, ¿qué han hecho los santos?

“No creo que haya un solo santo sin oración”

(Camino, punto 107)

ni uno solo en los altares que no haya sido alma de oración.

La oración es fundamental de toda la labor sobrenatural.  Y eso es lo que queremos para nuestra vida: tener este tesoro de la oración, aprenderla a hacer.

San Juan Damasceno, uno de los grandes santos, nos decía:

“La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes”.

(Catecismo de la Iglesia Católica.  Cuarta parte, la oración cristiana. Punto 2559) 

La tradición cristiana ha conservado esos tres principales modos de la oración: la oración vocal, la meditación y la oración contemplativa.  ¿Cuál es el rasgo común? Pues el rasgo común de las tres, es referirnos a Dios; es el recogimiento de corazón.

SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR

“Domine doce nos orare” le dicen los apóstoles a Jesucristo: “Señor, enséñanos a orar” y el Señor respondió: “Cuando se quieran poner a orar, han de decir:” (te acordarás ¿no?): “Pater Noster qui es in Cælis”: Padre Nuestro que estás en los Cielos.

¿Cómo no vamos a tener el primero, en mucho, la oración vocal? Oración vocal y tu rosario, eso es un tesoro también.  Pero hay otro tipo de oracion que es todavía más importante, que es la oración, la meditación.  Por ejemplo, esto que estamos haciendo ahora es justamente una meditación.  Intentamos hablar con Jesús, le dedicamos estos 10 minutos a hablar con Jesús.

Esta es nuestra meditación del día de hoy, justo es este audio; es una reflexión orante para profundizar nuestra fe, para convertir el corazón, para fortalecer la voluntad de seguir a Cristo; es decir, que para seguir a Cristo, debemos llegar a ser almas de oración efectivamente.

Para eso hemos de dedicar algún rato diario a la oración mental, con tiempo y hora fijos, es lo ideal.  Meditar es considerar, contemplar que Dios es tu Padre y tú eres Su hijo o Su hija, necesitada de ayuda y, después, darle gracias por lo que te ha concedido, por todo lo que te dará en el futuro y decirle cuánto le quieres y pedirle también que te de constancia.

ORACIÓN MENTAL

Todo esto es lo que hacemos en los 10 minutos con Jesús.  Si cultivamos con constancia la oración mental, irá formándose en el corazón una fuente de la que emanará agua espontáneamente en medio de las ocupaciones de cada día; eso es la oración contemplativa; una cosa que ya ves, como la presencia de Dios, que se extiende a lo largo de toda la jornada.

Hace poco llegó un libro para los sacerdotes que decía: ¿Cómo ayudar a hacer almas de oración? Y hablaba que el sacerdote tiene que ser maestro de oración.

Yo no sé si sea un maestro de oración la verdad, pero lo que sí me doy cuenta es que uno de mis principales objetivos, cuando un alma viene a ponerse en mis manos para recibir dirección espiritual, es impulsarla a que haga oración todos los días; cultivar esa oración mental para sostener el empeño por ser contemplativos, para santiifcar las ocupaciones ordinarias.

SER CONTEMPLATIVOS

Es que si no, la vida nos va chupando, igual que le chupó al hombre de la parábola, el hombre rico que produjo una gran cosecha y sus negocios y sus preocupaciones, echando cálculos, ¿qué es lo que voy a hacer?… toda su preocupación más importante se centró en los graneros y en las cosas de este mundo.

“Insensato, necio, le dice Jesús, esta noche te van a reclamar el alma y ¿de quién será todo lo que has preparado?

Señor Jesús, a Ti acudimos durante este rato de oración para pedirte que nos ayudes a ser mucho más contemplativos en medio del mundo; que nos esforcemos realmente.  Señor, yo te pido para mí, en concreto, que me ayudes a hacer mejor mis ratos de oración. (Yo hago media hora por la mañana y media hora por la tarde).

Señor, que mis ratos de oración sean más vivos, ¡ayúdame!

Una experta en oración es la Virgen María cuando se le presenta el ángel, ¿en qué estaba? Estaba en su rato de oración.

Es fabulosa la Virgen María, a ella vamos a acudir.  Te recomiendo que vayas siempre a ella y le pidas que te ayude a aprender a hacer mejor tus ratos de oración.

(En nuestra plataforma de Instagram, colocaremos un video explicando la oración.  Es parte de la serie: Plan de vida, donde hemos ido explicando distintas prácticas de piedad en videos cortos, para que sea más fácil de entender y de aplicar).

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