MARIA MAGDALENA, UNO DE LOS TESTIGOS DE LA RESURRECIÓN
“Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios”
(Mc 16, 9).
Comienza así el Evangelio, que nos propone la Iglesia, en la liturgia del día de hoy, que estamos terminando la octava de Pascua. En las que hemos ido revisando distintas manifestaciones de Cristo resucitado.
Continúa san Marcos:
“Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron. Después, se mostró con otro aspecto, a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado.
Y ellos fueron a anunciarlo a los demás; pero tampoco les creyeron. En seguida, se apareció a los once, mientras estaban comiendo y les reprochó su incredulidad y su obstinación, porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, y anuncien la Buena Noticia a toda la creación»»
(Mc 16,10-15).
NO LE CREYERON
¡No le creyeron! ¡Es impresionante este evangelio! Tres veces sale que los testigos de Jesús no le creyeron.
¡Nuestra incredulidad no descorazona al Señor resucitado! Tres veces en este Evangelio nos es comunicado que los “testigos de Jesús no creyeron”. Y nos resuena en los oídos esas palabras que le dijeron:
“Señor, yo creo, ¡pero ayúdame en mi incredulidad!”
(Mc 9, 24).
Los que habían recibido el mensaje directamente de Cristo; no le creyeron.
UNA IDEA DIFERENTE
Y a veces, -no se-, puede venirnos a la cabeza, pensar que nuestro Señor, una vez resucitado, se debía aparecer al mayor número posible de personas. Por ejemplo, el Cardenal Newman decía; que lo más lógico era que se les presente más bien a sus verdugos, para que se den cuenta lo que habían hecho.
Pero claro, esto no es lo que el Señor quiere, nos dice el Cardenal Newman:
“Esto, a primera vista, nos parece extraño. En efecto, estamos predispuestos a hacernos de la resurrección una idea bien diferente, a representárnosla como una manifestación esplendorosa y visible de la gloria de Cristo… Al imaginarla así, como un triunfo público, pensamos en la confusión y el terror que habría sobrecogido a los verdugos si Jesús se hubiese presentado vivo ante ellos.
Pero, insistimos en ello, un razonamiento de esta categoría nos llevaría a concebir el Reino de Cristo como un reino de este mundo, lo cual no es justo. Esto sería representarnos a Cristo como si ya entonces hubiera venido a juzgar este mundo, lo cual no llegará hasta el último día… en la Parusía”.
(San John Henry Newman -PS 1, 22 «Witnesses of the Resurrection»)
TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN
¿Por qué se presentó tan sólo «a los testigos que él había designado»?
¿Por qué? ¿Por qué era ese, el medio que escogió? ¡Si estos al principio, ni siquiera le reconocieron! ¡No le quisieron escuchar!
Como dice el Evangelio: si sus mismos elegidos no creían… Que difícil hubiera sido que otras personas crean, que sus verdugos mismos crean.
Por eso el Señor no se siente cómodo con ellos, mas bien lo que busca es el corazón de los sencillos.
MARÍA MAGDALENA
María Magdalena es la primera persona en el mundo que lleva el mensaje de la resurrección de Jesús. Sin embargo, los discípulos no le creen, lo que lleva a Jesús a reprocharlos por su incredulidad, por su obstinación.
Jesús se aparece primero a María Magdalena, y eso que ella fue una gran pecadora -lo dice aquí mismo- de la que había expulsado siete demonios. La transforma en un apóstol de su Resurrección. Esa es la razón por la que vino Jesús, para salvar a los que estaban perdidos, para difundir la buena nueva de la misericordia de Dios, a todos los que parecían que no eran dignos de merecerla.
Los mejores apóstoles de esta verdad son los que, como María Magdalena, habían experimentado directamente en sus vidas el pecado y sobre todo la misericordia de Dios.
María Magdalena quería a nuestro Señor Jesucristo de una forma distinta, de una forma más profunda, de alguna forma que algunos piensan que es como locura, estaba realmente loca de amor.
PIEDRA ANGULAR
María Magdalena no fue tomada en serio y los otros no le creyeron. Nunca es fácil creer en la Resurrección, porque es tan extraordinaria. Sin embargo, es la piedra angular de nuestra fe: Jesús en este evangelio reprueba a los apóstoles por su falta de fe, y les dice que lleven estas buenas noticias a toda la creación.
Jesús, te pido que me concedas una fe viva en tu victoria, para recibir la gracia de ser yo mismo; “un apóstol de la resurrección”. Que todos los que han escuchado estos 10 minutos con Jesús, se remuevan, y digan: ¡Señor, yo si quiero ser uno de los testigos de la resurrección!
Quiero ser como María Magdalena, ¡que desde el principio Creyó en su corazón, que te había visto!
¡Qué poco ha cambiado en estos más de 2.000 años el mundo! Hay tantas personas que no creen en la resurrección. Que viven como al margen.
Esta semana estuve conversando con un alto ejecutivo que tiene varias empresas. Y él me decía; que no tenía esa fe, que le gustaría tener la fe pero que no la tenía y que se daba cuenta. Que había otras religiones más antiguas que la cristiana; que había varios detalles de la religión católica que no le terminaban de convencer. Pese a que su familia siempre ha tenido, como una formación cristiana.
¡Cuántas personas están como confundidas!
Y esto no es raro, porque creer en Cristo implica darse cuenta de que ¡Cristo es Dios!, ¡Jesucristo es Dios verdadero! La palabra de Cristo está contenida en los evangelios. Y en los evangelios se recoge; ¡que Él resucitó! – Claro, son como demasiadas variables, y por eso el Señor necesita evangelistas, o personas que transmitan su Buena Nueva.
PORTADORES DE LA BUENA NUEVA Y TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN
Nosotros también deberíamos ser portadores de “buenas noticias a toda la creación”, y esa creación incluye el mundo material que está tan desfigurado hoy en día.
Ser discípulos y compartir la Buena Nueva es la invitación que Jesús nos hace a todos. Hacerlo en silencio, o con palabras, o con nuestro estilo de vida, -como sea-. Escúchenlo diciéndoles esas palabras a ustedes, y pregunten: “¿Qué puedo hacer este día para anunciar las Buenas Noticias de Dios? Te puedes poner a pensar:
Jesús, ¡ábrenos el corazón! ¿A quién podría hacerle llegar esta Buena Nueva? ¿A quién podría mostrarme un poco más cercano? Enseñarle los evangelios, enseñarle la Eucaristía, intentar darle esta fuerza, esta paz. ¡Que tengan más necesidad de Ti!
EL DISCIPULADO
El Evangelio de San Marcos destaca el camino del discipulado, donde se entremezclan la cruz y la resurrección. Jesús toma la iniciativa y desafía la incredulidad y la obstinación de sus discípulos. Por eso se les presenta, y por eso les reclama.
Se les apareció a los once mientras estaban comiendo y les reprochó su incredulidad y su obstinación, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
Pero el Señor no se para. Nuestra incredulidad no le hace que se descorazone, ¡al contrario!; les dice: “Vayan a todo el mundo y anuncien la buena noticia a toda la creación”.
Tú y yo hemos escuchado estas palabras de Cristo, nos regresamos y vemos a María Magdalena que se sonríe, porque sabe que ahora nosotros tenemos que seguir su camino. Tenemos que hacer la posta -por así decir-. Seguir lo que ella hizo con los primeros Apóstoles; ser testigo de la resurrección.
¿QUÉ ES SER TESTIGOS DE LA RESURRECCION?
¿Y qué es ser testigos de la resurrección? Es ser un cristiano o una cristiana coherente, en medio del mundo. Tener esa convicción de que Cristo nos salvará.
Esta mañana pude bautizar a dos niñas, en la Unidad de Cuidados Intensivos, porque han tenido problemas en su nacimiento, prematuras las dos. Y para mí, fue un momento bastante fuerte, porque me daba cuenta que les estaba; ¡abriendo el Reino de los Cielos! Las estaba haciendo hijas de Dios.
Bueno, cada uno va a hacer estas buenas noticias, va a transmitirlas de las formas que Dios les permita, en mi caso, como sacerdote será a través de los sacramentos, muchas veces. En tu caso, será a través de “esa conversación profunda” o de ese “portarte bien” o de ese “ejemplo”, de ser una buena persona… ahí donde estés.
Seamos como María Magdalena; ¡buenos testigos de la resurrección!
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