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TU SANGRE EN MI CUERPO

Pedro
EL TRABAJO DE SER PAPÁ

Estamos a punto de comenzar el mes de mayo, que es el mes de María. Pero antes de meternos de lleno a tratar a la Virgen, como lo solemos hacer en el mes de mayo, quisiera fijarme en san José. No sólo porque estamos en el año de san José, como nos lo ha pedido el Papa; sino porque el primero de mayo -mañana-, la Iglesia lo suele dedicar a celebrar a san José Obrero. Ya nos hablarán mañana del trabajo de san José.

Yo hoy te quiero hablar, sí de san José, pero no tanto de su trabajo en la carpintería, sino de un trabajo más importante que tiene san José. Quizá el más importante de todos:

¡El trabajo de ser papá!

Imaginemos la vida de Jesús. Lo vemos subiendo montañas, haciendo largas caminatas, siempre atento a todo, sonriente. Que se enternece ante el dolor y se llena de tristeza ante la injusticia. Un elemento fundamental de la vida de Jesús es que tiene una vida muy atractiva, porque Jesús es muy fuerte y al mismo tiempo es muy tierno.

Es la definición de una persona que es muy hombre. Jesús, es ese binomio de ternura con los pecadores, de comprensión con el que tropieza, de proximidad con el que no puede. De no juzgar a nadie, insisto, el binomio de todo esto. Y también de la firmeza con la que echa a los mercaderes del templo. De mirar con ira a los fariseos que lo juzgan por curar a un hombre en sábado. De llamar raza de víboras a aquellas gentes estrechas de mente y de corazón.

SAN JOSÉ UN GRAN PADRE

Y de este modo Jesús, despliegas una habilidad enorme que es hondamente atractiva. Y podemos decir con certeza, que esta humanidad de Cristo -que sin decir todo de él, porque es también Dios-, sin embargo, es fundamental para nuestra vida, porque es una vida muy atractiva que podemos imitar.

Bueno, y eso nos hace pensar que Jesús tuvo mucho padre. Tuvo un papá presente. Esto es lo que se hace evidente al contemplar este binomio de Jesús: tierno y recio a la vez. Jesús tuvo un papá, -evidentemente también tuvo una mamá-, tuvo unos papás que lo educaron muy bien. Así que podemos decir a María y a José: ¡Qué bien lo hicieron! ¡Felicidades! ¡Qué obra tan estupenda llevaron a cabo con su hijo Jesús! María, la madre de Jesús. José, el padre adoptivo de Jesús.

EL HIJO DEL CARPINTERO

Y así, como nosotros heredamos de nuestros papás hasta el tono de voz, en Jesús vemos muchos rasgos de José. No en vano es llamado el hijo del carpintero. Lo cual significa que la identidad de Jesús está hondamente vinculada a la identidad del artesano de Nazaret, de José.

Vamos a pedirle esto a Jesús:

“Señor, danos la gracia de poder conocer un poquito más a tu Padre, a san José. Porque haciéndolo, también nos acercaremos más a Ti”.

Pero quizá convenga dar un paso atrás y que, en silencio, cada uno piense: ¿que ha recibido de sus propios padres. Primero, para darle muchas gracias a Dios porque hemos recibido tanto amor.

UN BUEN DÍA EN EL VECINDARIO

Hay una película de Tom Hanks llamada: “Un buen día en el vecindario”. Es la historia de Fred Rogers, que tiene un programa de televisión para niños. Y en este programa, habla de todos los temas de la vida, de la muerte, de la enfermedad, el divorcio, de los hospitales. Porque dice, que todos los temas si son humanos se puede hablar de ellos. No para solucionarlos, pero sí, para exponerlos, y muchas veces para sentirse consolados al oírlos.

Bueno, pues en esta trama, aparece un periodista (Lloyd) que está peleado con su papá. Porque cuando su mamá quedó embarazada, éste lo abandonó para vivir la vida loca. Y a este periodista le encargan hacerle una entrevista al señor Rogers.

En un momento de la película, están en un restaurante. Le dice Rogers a este periodista:

– ¿Por qué no piensas en un en un minuto todo lo que le debes a tu papá, y a las personas que te han hecho ser quien eres?

Se hace un silencio en el restaurante (…) Y es una escena que en la película dura en realidad un minuto. ¡Es muchísimo para una película!

¿TE LO HAS PREGUNTADO?

Bueno, pues quizá a ti y a mí también nos venga bien preguntarnos: ¿Quién ha intervenido positivamente en mi vida, que me ha hecho ser quien soy? Seguro que aparecerán tus papás en primer lugar, pero también aparecerán tus hermanos. Y tus profesores, esos que te jalaban las patillas cuando te portabas mal, pero que te hicieron bien porque lo necesitabas. Aparecerán tus abuelos y tanta gente que te hace pensar: ¡Soy quien soy, gracias a mucha más gente de lo que me imaginaba!

¿Y qué recibiste tú Jesús de tu papá? ¿Que recibiste Jesús de san José? Podemos decir, sin lugar a duda, que Jesús es quien es, gracias a José. Y esto es muy fuerte, pero es así, porque si no, Jesús no sería verdaderamente hombre.

Vivimos en una época en la que hay una nostalgia de la figura paterna, porque hay una ausencia del padre. El cine es un testimonio de la nostalgia del padre. Lo vimos en los Premios Oscar, como ganó a mejor actor Anthony Hopkins, que actúa de padre. También el año pasado, con el mejor actor de la película El Guasón, que también nos habla de la nostalgia y sobretodo de la ausencia de un padre. Y muchas series que abordan esta nostalgia que sentimos todos cuando papá no está.

¡ABBA PADRE!

Aparece la figura del padre por todos lados, porque recuérdalo: Jesús es quien es por José. Claro que también lo es por María. Claro que tú eres quien eres fundamentalmente por tu mamá. Pero estarías incompleto sin tu papá. Estarías como manco de corazón.

José es aquel que fue el único en ser llamado “papá” en la tierra por Jesús. Pero Jesús dijo: Abbá a Dios Padre y a José. ¡Qué bonito es esto! Lleno de ternura, le llama papá. Y responde a su vocación, porque José le enseñó a enfrentar las dificultades de la vida: desde Belén y luego Egipto, hasta Nazaret. Y el trabajo oculto en la carpintería.

José estuvo en medio de todas las dificultades de su hijo, respondiendo con valentía, enseñándole a responder como un hombre. Y por eso Jesús es “el hijo del carpintero”.  Y tiene las virtudes, la amabilidad, las manos, la ternura y fortaleza del carpintero.

Pues que José nos enseñe a enfrentar las dificultades con alegría y con valentía, sea cual sea nuestra misión.

Y vamos a terminar mirando a Jesús para mirar a José. Y mirando a José para mirar a Jesús. Porque queremos ser buenos hijos de José, como lo somos de María.

TU SANGRE EN MI CUERPO

Y termino contándote, que hace un par de semanas fui a una boda. Se casaban dos personas de familias muy conocidas y queridas. Tuve ocasión de acompañarlos a comer y ver el vals. La primera canción la bailó la novia con su papá.

Era una canción muy bonita, interpretada por Pepe Aguilar y Ángela, su hija. Que trata precisamente de un papá que da gracias a Dios por su hija.

Lo que no sabía el papá de la novia, es que su hija le tenía preparada una sorpresa. Días antes, había grabado la novia esa misma canción, con la misma letra, pero con su voz y la de su hermano, que hacía las veces del papá.

A san Josemaría le gustaba escuchar canciones de amor humano para referirse a su amor de Dios. Pienso que ésta le encantaría.

La dejo correr, y vas a ver cómo te sirve para hacer oración. Si piensas en san José puedes pensar también en tu papá, o si eres papá en tu hija; y darle muchas gracias a Dios de tenerse el uno al otro.

 

Pincha aquí para escuchar la canción original.

Letra de la canción:

TU SANGRE EN MI CUERPO

Cada día que amanece yo quiero verte, Con tu sonrisa de niña y tu mirada transparente.

Ya que Dios me ha concedido el orgullo de tenerte,  Quiero decirte, hija mía, que estaré contigo siempre.

Yo no sé cómo explicarte con palabras lo que siento, Pero, aparte de adorarte, yo te admiro y te respeto.

El mejor padre yo tengo y a Dios gracias doy, por eso, Quisiera seguir tus pasos, porque tú eres mi ejemplo.

Toma mi mano con fuerza, no me sueltes, te lo ruego, Caminemos siempre juntos que, a donde vaya, te llevo.

Si la vida nos separa, yo te juro y te prometo, Que en mi corazón existes, como tu sangre en mi cuerpo.

Ahora, ven aquí, conmigo, que mientras te tenga cerca, Quiero dormirte en mis brazos, como cuando eras pequeña.

Gracias, papá por quererme, por cuidarme y protegerme, Nunca dejes de arrullarme, llévame en tus brazos fuertes.

Y aunque en mujer me convierta, Quiero ser tu niña siempre.

Toma mi mano con fuerza, no me sueltes, te lo ruego, Caminemos siempre juntos que, a donde vaya, te llevo.

Y no importa que pasen y pasen los años, entre tú y yo, La sangre es la misma, también el amor.

Toma mi mano con fuerza, no me sueltes, te lo ruego, Caminemos siempre juntos que, a donde vaya, te llevo.

Si la vida nos separa, yo te juro y te prometo, Que en mi corazón existes, como tu sangre en mi cuerpo.

Que en mi corazón existes, como tú, Sangre en mi cuerpo.

 

 

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