ESCUCHA LA MEDITACIÓN

EL MILAGRO DE JOSÉ

José es el Milagro de la Providencia ordinaria en las vidas de Jesús y María. Fija en él tu mirada para aprender de su ejemplo.
Quien fue cabeza de familia para la Sagrada Familia y maestro del Maestro puede enseñarte muchas cosas.

San José, mi padre y señor… Hoy celebramos a san José. Por eso esta meditación la vamos a hacer un poquito más larga, porque hay que celebrar y también hay que celebrar haciendo oración. Y en este caso la vamos a hacer con san José.

En el colegio del que soy capellán tenemos un cuadro de san José en el que aparece joven, guapo, fuerte, con una mirada dulce y recogida; sus instrumentos de trabajo dejan ver que se trata de un artesano. Uno lo ve y piensa: “La Virgen María tuvo muy buen gusto fijándose en él”.

Pero no se trata sólo de su “porte”. Mejor dicho: en este caso su porte (exterior) refleja su mundo interior. Y ahí se esconde su verdadera grandeza.

Su nombre significa “Dios añadirá”. Y Dios añadió la vida de Jesús y de María a su vida.

Me contaba un papá cómo su hija le preguntó: “papá ¿cuál es el apellido de Jesús…?” Y él se quedó bloqueado, no sabía… Así que me lanzó la pregunta a mí cuando nos vimos.

Yo, al principio también me quedé desconcertado, pero pensé: “su apellido es Barjosé”, que significa: “el hijo de José”. Así se apellidaban los judíos en aquella época. Y así, de esta manera, impactó José la vida de Jesús: así reconocían al Hijo de Dios: Jesús Barjosé…

Y Jesús, Tú Señor, eras feliz que se te conociera como “el hijo de José”. Pero ese era el apellido también porque se notaba que era hijo de José. Había aprendido de él. Se notaba su estilo, su forma de hacer las cosas. Había aprendido de su ejemplo. Hay que verlo… Porque el ejemplo se ve, no se escucha.

Siempre me acuerdo de aquella camisa de un curso deportivo que decía:

preach at all times, sometimes even with words”;

“predica en todo momento; a veces, incluso con palabras”.

ACUDAMOS AL EJEMPLO DE SAN JOSÉ

San José en los Evangelios nos predica, pero en ningún momento lo hace con palabras. Lo hace con actitudes, con acciones, es como si nos hablara entre líneas.

San “Juan Pablo II solía decir con frecuencia que, en los Evangelios, no hay una sola palabra de San José, sino sólo respuestas a Dios con su conducta fiel; por tanto, san José es un hombre de acción, no de palabras: todo lo que Dios le pide, él lo hace. Si Dios le dice: “Huye a Egipto”, san José se levanta esa misma noche y marcha a Egipto; ni siquiera se detiene a decir: “Sí, Señor, ¡ya mismo!”

Por su parte, el Papa Francisco, algo semejante nos decía al comienzo de su pontificado: “Siempre debemos predicar el Evangelio y si es necesario, con palabras”

(En presencia de Dios, Marzo, Pedro José María Chiesa).

– Como esa camisa que te acabo de decir, siempre, siempre.

Que hoy queramos acudir a ese ejemplo -de san José- con deseos de aprender, porque se ve que por ahí debemos de ir. ¡Cuánto tenemos que aprender del santo Patriarca!

La enseñanza de la ley de Moisés era obligación y privilegio del padre de familia. Por eso, fue José quien tuvo la peculiar tarea de enseñar al Mesías la historia de Israel y la fe de la Alianza.

El amor de Dios a Israel se compara al amor de un padre y de una madre hacia su hijo. Era Dios quien cuidaba siempre de su Hijo, pero lo hacía a través de la Sagrada Familia; es Dios quien enseña, pero a través de los hombres

(Meditaciones: 3º domingo de san José 2022, www.opusdei.org).

Y en el caso de Jesús, un varón necesita aprender a rezar a través de otro varón; Jesús -se podría decir, atrevidamente- necesitaba a José.

Es en ese clima familiar en donde Dios, imperceptiblemente, entra a formar parte de la vida de los hijos; aquellas primeras oraciones y manifestaciones de piedad que hemos heredado permanecen para siempre en lo más profundo de nuestra alma

(Meditaciones: 3º domingo de san José 2022, www.opusdei.org).

Así pasó con Jesús y así pasa con nosotros, incluso con lo que san José nos puede enseñar a nosotros, porque es nuestro Padre y Señor, de tu familia y de la mía.

Y todo esto era su misión. Una misión que seguro que le resultaba muy agradable. Sacrificada, cansada, pero ilusionante, apasionante. Le llenaba el corazón y le llenaba de orgullo.

Una misión que sigue cumpliendo, ahora con nosotros, que formamos parte de esta familia que es la Iglesia. Agarrémonos con confianza a la mano de san José, como lo habrán hecho Jesús y María.

DE LA MANO DE SAN JOSÉ

José y su sagrada familia

No sé si te has fijado, pero las grandes obras de arte de la Sagrada Familia ponen, normalmente, a Jesús en medio y María y José, cada uno a un lado. Yo creo que eso es bonito, pero no es “real”; debe haber ido José en medio. Porque él cuidaba de María y de Jesús. Él iba por delante, abriendo brecha, humanamente hablando.

Pues nosotros nos agarramos de su mano y le pedimos que nos lleve con él. Queremos aprender de él como aprendió Jesús. Queremos que nos cuide como cuidó de Jesús y de María.

El Papa Francisco, en esa carta que nos escribió, dice:

Muchas veces, leyendo los “Evangelios de la infancia”, nos preguntamos por qué Dios no intervino directa y claramente. Pero Dios actúa a través de eventos y personas.

José era el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención. Él era el verdadero “milagro” con el que Dios salvó al Niño y a su Madre.

El cielo intervino confiando en la valentía creadora de este hombre, que cuando llegó a Belén y no encontró un lugar donde María pudiera dar a luz, se instaló en un establo y lo arregló hasta convertirlo en un lugar lo más acogedor posible para el Hijo de Dios que venía al mundo (cf. Lc 2,6-7).

Ante el peligro inminente de Herodes, que quería matar al Niño, José fue alertado una vez más en un sueño para protegerlo y, en medio de la noche, organizó la huida a Egipto (cf. Mt 2,13-14)”(Patris Corde).

A mí me encanta esta reflexión del Papa, porque está claro: José es un “milagro”. Un milagro de la Providencia ordinaria, de esa forma de actuar tuya, Señor, dentro de la normalidad de la vida. Pero en este caso se trata de una persona y, por tanto, se trata de un milagro que es “libre”, porque tiene voluntad, inteligencia, iniciativa, cualidades y defectos.

Los “milagros libres” pueden decidir actuar o no, dejar actuar a Dios o no…

SOMOS UN MILAGRO

Cada vocación es un milagro. Justo porque es un milagro: depende de Dios; o sea, que Dios llame a alguien para algo, aunque también depende de cada uno de nosotros.

Primero, vale la pena no perder de vista que tú y yo somos un “milagro”. Así, milagro. Porque cada vocación (cada llamada de Dios) es un milagro y todos tenemos vocación.

En los libros que hablan del amor (en filosofía) y del matrimonio o noviazgo, me he encontrado muchas veces que lo que realmente define un amor bien enfocado es aquella expresión: “es bueno que tú existas”; o un “gracias por existir”.

Eso nos ha dicho Dios a cada uno de nosotros: “es bueno que tú existas”

Hoy es un buen día para dar las gracias por el don de la vida y por esa misión que nos tiene encomendada Dios a cada uno.

Así, hoy es un día para que el “milagro libre” que somos cada uno de nosotros se decida a actuar, a dejar actuar a Dios y se sienta dichoso de poder hacerlo. Es un día especial en el que nos podemos parecer un poco más a san José.

Dios dice: “es bueno que tú existas” en este momento, en estas circunstancias, en esta familia, con esta gente que te rodea, con esta gente con la que coincides en el colegio, en la universidad, en el trabajo, en el grupo de amigos, de vecinos, de colegas… Y es allí (o sea en tu “aquí”, en mi “aquí”) donde aparece un Belén imprevisto que hay que trabajar para que sea agradable, acogedor.

Por aquello de los imprevistos o las tantas cosas que hay que hacer (esos pendientes que vas arrastrando), la actitud que hay que tener, la paciencia con alguno, el saber sonreír… Es aquí también donde aparece un Herodes que amenaza: el ambiente, las redes sociales, las fiestas nocivas, el bombardeo de una publicidad sensual o egoísta, las malas amistades…

Es aquí donde nosotros ponemos lo que está de nuestra parte: oración, mortificación, formarnos, leer, pensar… y ponemos lo que podemos: escuchar, aconsejar o, simplemente, acompañar, cuando eso es lo mejor que podemos hacer.

Esas acciones nuestras es cuidar lo que es de Dios. Porque la gente es de Dios. También tus hijos (si los tienes) no son “tuyos”, son de Dios. Como Jesús no era propiedad de José, sino de Dios. De Dios confiado a José.

Dios cuenta contigo ahí y con esas personas. Y te dice: “es bueno que existas y que existas y ayudes ahí donde estás”.

SIERVO PRUDENTE Y FIEL

De la mano de José

El evangelista san Lucas resume la infancia de Jesús diciendo que «el Niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría y la gracia de Dios estaba en Él» (Lc 2,40).

Un poco después, sintetiza los años de adolescencia del Señor señalando que «Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres» (Lc 2,52).

Sorprende que todo un Dios omnipotente haya querido experimentar el proceso normal de crecimiento humano.

El Dios-hombre vivió una vida muy similar a la de los demás habitantes de Nazaret. Aprendió la ley y el oficio de labios y manos de san José, quizá imitándolo. Aprendió también cómo leer y escribir, cómo tratar a las personas, cómo descansar…

Las jornadas de Jesús –al igual que las de sus vecinos o las nuestras– habrán girado en buena medida alrededor de las relaciones familiares, de amistad y del trabajo. Tal vez aquel taller de su padre fue el lugar en el que el Mesías pasó la mayor cantidad de tiempo de su vida

(Meditaciones: 7º domingo de san José, 2022, www.opusdei.org).

¡Es que ahí creció Dios! Por eso la Iglesia presenta a san José diciendo, como señalando:

él es el siervo prudente y fiel, a quien el Señor puso al frente de su familia, para darles la ración de trigo a su tiempo.

Contamos con su ayuda. José nos da el trigo, nos alimenta como familia. Nos protege, nos cuida. No se vale pensar en lo mal que están las cosas o cómo el ambiente nos “juega la contra” …

DIOS NECESITA NUESTRA VALENTÍA CREATIVA

El Papa nos sigue diciendo:

De una lectura superficial de estos relatos [los de la infancia y nacimiento de Jesús] se tiene siempre la impresión de que el mundo esté a merced de los fuertes y de los poderosos, pero la “buena noticia” del Evangelio consiste en mostrar cómo, a pesar de la arrogancia y la violencia de los gobernantes terrenales, Dios siempre encuentra un camino para cumplir su plan de salvación.

Incluso nuestra vida parece a veces que está en manos de fuerzas superiores, pero el Evangelio nos dice que Dios siempre logra salvar lo que es importante, con la condición de que tengamos la misma valentía creativa del carpintero de Nazaret, que sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia” (Patris Corde).

Sería una lectura superficial centrarnos en los problemas. Nosotros vamos más a fondo. Dios encuentra el camino para cumplir su plan de salvación, pero necesita nuestra valentía creativa. Que tengamos iniciativa, que pongamos los medios.

Sigue el Papa:

Si a veces pareciera que Dios no nos ayuda, no significa que nos haya abandonado, sino que confía en nosotros, en lo que podemos planear, inventar, encontrar” (Patris Corde).

¡QUÉ BUENO QUE ESTÉS AQUÍ!

Por eso Dios nos dice: “qué bueno que estés aquí”, “qué bueno que existas”, “te necesito”, “quiero necesitarte” …

Si a veces sentimos que no nos ayuda o no nos “escucha”, tal vez es bueno pensar: este es el momento en el que Dios quiere confiar más en mí, se quiere apoyar más en mí, quiere que sea yo el que tome la iniciativa, porque yo soy su milagro y Él me quiere ahí.

Es verdad que Dios puede resolver muchos de esos conflictos, antes y ahora, pero en su divina sabiduría no ha querido hacerlo, nos lo ha dejado a nosotros. (…) Su milagro son las capacidades que ha dado a cada uno, enriquecidas por los dones del Espíritu Santo

(Meditaciones: 6º domingo de san José, 2022, www.opusdei.org).

Nos puede servir el ejemplo de san José, que era valiente, proactivo, atento, siempre dispuesto a poner en práctica los milagros ordinarios que Dios le pedía

(Meditaciones: 6º domingo de san José, 2022, www.opusdei.org).

Ordinarios, lo más normal. ¿Por qué? Porque ahí es el milagro de lo ordinario, el milagro de san José.

un milagro

San Josemaría enseñaba que la vida ordinaria puede ser ocasión de encuentro con Dios, con algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir. Por tanto, la propia vida está imbuida de un sentido divino, no podemos ir hacia Dios sin encontrarnos con el milagro de lo ordinario.

El Señor ha querido esconderse discretamente en las cosas normales de nuestro día, sin imposiciones, para dejarnos verdaderamente libres de buscarle.

Y parte de la vida corriente son las pequeñas dificultades de cada día: eso que no salió como planeábamos, una relación que quisiéramos que sea mejor, las complejidades que surgen en nuestro trabajo, etc. «Cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos o podemos ingeniárnoslas de alguna manera.

A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener» (Patris Corde)

(Meditaciones: 6º domingo de san José, 2022, www.opusdei.org).

Le podemos pedir a san José que saque a la luz todos esos recursos que tenemos, todo eso que Dios nos ha dado.

San José es el que nos puede guiar y nos guía con esa intuición suya y con ese cariño suyo. ¡Qué hombre! Maestro de vida interior. Ojalá seamos buenos alumnos de ese maestro, ojalá que seamos buenos hijos de este padre.

Jesús y santa María estaban confiados a san José. Confiaban en él, se abandonaban en él, contaban con él. Para José ellos eran todo. Cuando tiene que huir es capaz de dejarlo todo, pero no va a dejar, por supuesto, a Jesús y a María, porque su vida, sin la de ellos, no tiene sentido. Esa era la voluntad de Dios; es más, ahí estaba el mismo Dios.

Que nosotros también nos sepamos abandonar en él y contar con él para nuestras cosas, que son, normalmente, ordinarias, pequeñas, pero ahí es donde se da el milagro de lo ordinario.


Citas Utilizadas

2Sam 7, 4-5. 12-14. 16

Sal 88

Rom 4, 13. 16-18. 22

Mt 1, 16. 18-21. 24

Reflexiones

San José, saca a la luz todos esos recursos que tengo, todo eso que Dios me ha dado.

Predicado por:

P. Federico

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COMENTARIOS

  1. Me pareció una hermosa y muy completa reflexion de San Jose. Gracias Padre Federico aprendi cosas que no sabia. Dios bendiga su ministerio.

  2. Siempre estas meditaciones hacen parte de nuestro camino ordinario. Hoy un maravilloso homenaje al padre de los Santos al papá de Jesús. Siempre su silencio y obediencia me inspiran.

  3. Luz Maria dice:

    Siempre estas meditaciones hacen parte de nuestro camino ordinario. Hoy un maravilloso homenaje al padre de los Santos al papá de Jesús. Siempre su silencio y obediencia me inspiran.

  4. Maria dice:

    Me pareció una hermosa y muy completa reflexion de San Jose. Gracias Padre Federico aprendi cosas que no sabia. Dios bendiga su ministerio.

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