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P. Ricardo

6 min

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UNA FE QUE SALVA

Jesucristo recrimina a esas ciudades importantes donde había hecho muchos milagros, porque a pesar de ello, no creían en Él.  El evangelio nos invita a ver cómo es nuestra fe, una fe con obras, que nos lleve a convertirnos cada día.

Hace unas semanas estando en clase con jóvenes de una universidad, una alumna mientras estábamos hablando acerca de la salvación, Cristo Salvador y obviamente de la fe, creer en el bautismo y me hace la siguiente pregunta:

– Padre entonces si una persona que ha pecado, una persona creyente, bautizado, católico, que ha hecho mucho mal, que tiene muchos pecados y último momento de su vida ¿se arrepiente se salva? según lo que nos enseña la Iglesia,.

En cambio si una persona que es atea, que no cree, pero que sea portado bien, no ha hecho daño a nadie y entonces no cree muere así, se va al infierno, ¿se condena?

Le respondí, sin embargo, me dejó pensando justamente esta preocupación de esta joven, que era una pregunta bastante lógica a partir de lo que habíamos hablado, pero también pensando:

¿Qué es lo que hace que esa primera persona, ese creyente, ese católico que ha pegado mucho y que al final se arrepiente y se salve? Y no así la otra persona

JESÚS RECLAMA

Y creo que el punto allí es la fe, es lo que nos habla el Evangelio de la misa de hoy.

Un Evangelio en el que el Señor parece que está molesto, porque recrimina a unas ciudades, nos dice así San Mateo:

“En aquel tiempo Jesús se puso a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido”

(Mt 11, 20)

En cierto modo ya nos explica aquí San Mateo, qué pasa, aquí el Señor está molesto. Me gusta pensar que el Señor  está como dolido porque ha hecho allí muchos milagros; en Corozain, en Betsaida o Cafarnaúm, donde el Señor ha establecido casi su centro de operaciones.

Y por lo visto no se convierten muchos como Él esperaba o como nosotros podríamos esperar porque es en esa ciudad donde Jesús habita, donde hacía  muchos milagros es lógico que muchos de allí se hubiesen convertido, pero no.

EL SEÑOR LE PREOCUPAN LAS ALMAS

La fe que nos salva

El Señor les recrimina no para darles una lección o porque está molesto sino porque está preocupado.

Al Señor, a Dios le preocupan las almas.  Y de hecho les dice:

“Ay de ti Corozain, ay de ti Betsaida, si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido”

(Mt 11, 21).

Pone el Señor como referencia, dos ciudades paganas, que no son judías. Nosotros hemos leído como hay una mujer qué es de ciro-fenicia que es de esa zona zona que cree en Jesús. Y sin embargo esas otras dos ciudades, Corozain y Betsaida   lo hacen.

Luego le toca el turno a Cafarnaúm:

“Y tú Cafarnaúm piensas escalar al cielo”

(Mt 11,23)

pues se veía como una ciudad próspera, muy comercial, le dice:

“Bajarás al abismo porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy, pues os digo que el día de juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti”.

(Mt 11, 24).

Sodoma es la ciudad que fue destruida, reducida a cenizas.

TEMOR REVERENCIAL

Pues esto obviamente, el Señor nos da temor, pero que nos de aquel temor de hijos, aquel temor reverencial del que hablaba San Josemaría, decía: “Que no tenía miedo a Dios porque era su Padre, pero si el temor reverencial de un hijo”

Aquí nuestro Señor Jesucristo nos advierte justamente, que es necesario convertirse y porque no se convierten esas ciudades, porque les falta fe.

En cierto modo a Cafarnaúm, Corozain, Betsaida son como ese segundo personaje, que que es ateo, no porque tenga nada en contra de los ateos, de ninguna manera, sino que allí en esa ciudad se han hecho grandes milagros y no pensemos tanto en el ateo, sino pensemos en cómo vivimos nuestra fe o como mucha gente que son cristianos, que son católicos, han abandonado tal vez la fe.

Y sin embargo, tenemos a Jesucristo que nos mira y esto lo podemos decir en nuestros pueblos, en nuestros países latinoamericanos que somos mayoritariamente católicos y una gran mayoría cristiana, o sea no podemos decir que no sabemos quién es Jesucristo.

Por tanto el Señor nos pide fe, una fe más grande. Y es esa la respuesta, aquel hombre pecador, del que hablaba esta alumna, el hombre que hizo muchas cosas malas, al final se convierte, no como por de acto de magia, con un par de palabritas, al estilo Harry Potter y ya se queda en la casa limpia, como vemos en la casa de los Weasley.

FE CON OBRAS

No es así, por supuesto que el Señor nos pide una conversión verdadera que se apoye en la fe, creer en Dios, creer en ti Señor pero no únicamente creer y ya está porque el Señor lo dice también, que hasta los demonios creen en Dios y tiemblan delante de Él.

Una fe con obras que nos lleve a decir: Señor yo no puedo seguir viviendo así y es lo que tal vez ese primer hombre, ese primer personaje de esta pregunta, al ver que se le acaba la vida, le duelen sus pecados y es Dios quien lo perdona, quien lo lleva al cielo.

En el segundo caso, en cambio,  ahí tenemos que decir un “depende”, que es lo que le respondí a esta joven, depende si esa persona ha tenido esa oportunidad de convertirse o no.

PARA TENER FE SE NECESITA SER HUMILDE 

CENTRO Y RAÍZ

Y es que hoy en día Señor nos encontramos con muchas personas que se declaran ateas, agnósticas y realmente son pocas las personas que son ateas con razonamientos, muchas veces es abandonar la fe y no quieren abrazar a Dios, no quieren recibir a Dios y ahí está el punto; sí han tenido esa oportunidad  de escuchar la palabra de Dios y de abrazarla.

Ahí viene otro punto muy importante, Tu Señor, no estás allá en los cielos lejos de nosotros, te has hecho Hombre, el Verbo de Dios se hizo Hombre, has tomado nuestra naturaleza para que te conozcamos, para que la Iglesia te anuncie por todas partes.

Por tanto habría que ver si esa persona tuvo la oportunidad de recibir la fe y la honestidad, la sinceridad, la humildad de decir:

Señor yo creo

Porque para tener fe necesitamos la humildad.

Ayúdanos Señor por tanto, a ser muy humildes, a todos, y específicamente a nosotros que estamos aquí haciendo estos 10 minutos contigo, de oración, en mi vida.

Yo que soy un hombre de fe, tú que eres un hombre de fe, una mujer de fe, piensa cómo vives tu fe.

A ti el Señor ¿te podría recriminar esto? a ti que a lo mejor haces todos los días 10 minutos de oración o más, a ti que vas a misa, a ti que te confiesas, a ti qué te llamas católico.

El Señor te puede también recriminar: Ay  de ti fulanito, fulanita, porque yo he hecho muchos milagros frente a ti, porque yo te anunciado mi mensaje, porque yo te amo y quiero que te conviertas y que ya no vivas esa vida de, a mí me gusta decir una vida de 11 es decir, que aprobar ahí con las justas que son 10.5.

DIOS NOS QUIERE FELICES CON ÉL

Yo quiero que tú seas feliz, que te conviertas y me sigas con un corazón totalmente entregado a Mí, quiero estar en tu casa, en tu trabajo en tu escuela, en tu universidad, en la calle.

Por eso veamos qué espacios hay en nuestra vida donde no está Dios, donde no está la luz de la fe y no esperemos grandes milagros.

Que si nos viene una gran conversión, ¡Extraordinario! Bendito sea el Señor. Utilicemos más bien los medios que tenemos a nuestra disposición, cumpliendo con esos deberes que tenemos como hijos de Dios, en su Santa Iglesia Católica.

Ese gran deber de la caridad, Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como nosotros mismos.   ¿Yo lo vivo así? vivo ese mandamiento, el más importante todos los días.

Le pedimos a María Santísima que nos ayude, porque a veces Señora notamos que nos faltan las fuerzas y anímanos, pero sobre todo consíguenos esa gracia de Dios para perseverar todos los días, no quedarnos como luces de bengala que iluminan el cielo y luego desaparecen.

Todos los días viviendo ese comenzar y recomenzar.


Citas Utilizadas

Isaías 7, 1-9

Salmo 47

Mateo 11, 20-24

Reflexiones

Señor aumentame la fe, que sepa perseverar a diario, comenzando y recomenzando las veces que sean necesarias, pero que no me separe nunca de Tí.

 

Predicado por:

P. Ricardo

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