¡HUNDIRSE VENECIA!
Hoy vamos a hablar contigo Jesús de un tema que me parece principal en el Evangelio de la misa de hoy. Y para eso había traído una anécdota que leí hace poquito, que dice así:
“La llamada joya del Adriático, Venecia, se hunde irremisiblemente. En tiempos de Atila muchos habitantes de las localidades de la región del Véneto se refugiaron en su huida de los bárbaros en las Islas de la Laguna, Rialto, Olívolo, Malamocco, etcétera. Así nació, poco a poco, una ciudad edificada sobre las aguas y surcada de numerosos canales.
Con el pasar de los años, ha llegado a albergar alrededor de 120 iglesias y unos trescientos palacios de excepcional valor. Hoy, todo este tesoro de arte y cultura está en peligro. De hecho, bastantes de sus monumentos sufren ya un grave deterioro que puede ser irreparable. El suelo de la ciudad cede cada año 6 milímetros y se calcula que para el 2040 será una localidad inhabitable.
Por eso, una llamada apremiante se dirige a toda la humanidad. No podemos dejar que se pierda este legado de civilización que hemos recibido. Se solicita una ayuda importante, semejante a la que se pidió cuando entró en construcción la gran presa de Asuán en Egipto”.
Esto que es un poquito largo pero que es informativo lo he revisado buscando en Google, “hundirse Venecia” y efectivamente, hay un fenómeno que se llama la subsidencia. En cuánto se mide el hundimiento de Venecia cada año varía un poquito la información.
LO IMPORTANTE: TUS PECADOS SON PERDONADOS
Aquí he dado una cifra, pero veo que dicen en este sitio de Google que es entre 0.5 y un milímetro al año. De manera que cada siglo, Venecia se hunde entre 5 y 10 centímetros. Y que esto depende de la zona, porque hay algunas que están sobre un terreno más débil y se hunde más.
Pero ese hundimiento, esa realidad que tiende a tragarse a toda una ciudad,es evidentemente algo difícil de imaginar, es una circunstancia compleja. Y yo quería que este hecho, este dato, a nosotros nos sirviera para entender lo que Tú has dicho aquí:
“Hijo, tus pecados están perdonados.” (Mc 2, 5)
Estamos ante este pasaje donde traen un paralítico llevado entre cuatro personas. No podían ponerlo delante de ti, Señor, y entonces abren un boquete en el techo y lo descuelgan. Y viendo Tú la fe de todos ellos, pronuncias estas frases que he dicho hace un ratito: “Hijo, tus pecados quedan perdonados”.
Claro, cuando uno lee un hecho como el del hundimiento de Venecia, uno puede decir: ¡qué horrible situación! ¡qué desesperante! ¡qué pérdida para el patrimonio de la humanidad! Pero para los habitantes es una pérdida mayor, es su casa.
Pero hablando de pérdidas, tenemos la posibilidad de oír con emoción estas palabras tuyas Señor: “Hijo, tus pecados quedan perdonados”. Porque es verdaderamente la medicina para sanar nuestros dramas: un pecado puede ser causa de una infelicidad eterna y, con tu perdón, Señor, aquello se desvanece.
Entonces se arranca esa página del libro de nuestra vida y Tú, Señor, la olvidas, de manera que deja de existir, no cuenta ya.
DISTINGUIR LO IMPORTANTE
Esto me parecía tan enternecedor, tan potente, al mismo tiempo tan fácil, que por contraste me llevaba a pensar: Bueno, se puede hundir Venecia –no quisiéramos; a ver si los ingenieros logran detener ese proceso y ¡ojalá! Pero hay pérdidas que pueden ser más graves para la humanidad, como podría ser precisamente la pérdida de la idea del pecado con sus consecuencias y al mismo tiempo de tu inclinación, Señor, a perdonar. No queremos que esto nos pase.
Pero precisamente para que no nos pase, es importante que todos, así como paramos la antena sobre Venecia, es importante que nosotros paremos la antena sobre nuestro trato contigo, Jesús. Porque el pecado no es un incumplimiento de un reglamento, como sabemos: el pecado es una ofensa.
Yo leí de san Josemaría que el pecado mortal, en concreto, era como levantar un martillo muy grande –un mazo– con esfuerzo y dejarlo caer con todas las fuerzas que uno tiene sobre uno de tus clavos, Señor, y hacerte saltar el corazón de dolor.
ÁNIMO… DIOS ES MISERICORDIA
No nos queremos acostumbrar a esto, no queremos causarte este daño, no queremos causarnos ese daño a nosotros mismos y a la sociedad.
Entonces, en este Año Jubilar que el Papa ha convocado, nosotros nos damos cuenta, una vez más, de tu infinita misericordia Jesús. Tú, en realidad, has venido al mundo casi exclusivamente para decir esta frase que es tan alentadora, tan enternecedora: “Hijo, tus pecados están perdonados”.Para esto has venido al mundo.
Pues vamos a darnos cuenta de que esta es la disposición tuya, pero al mismo tiempo de que te cuesta la Pasión, nada menos. Que el Señor nos dé su perdón. A nosotros nos parece gratis, pero a ti Jesús te ha costado la vida. Una muerte dolorosa, una humillación muy fea.
Pero vamos a intentar darle importancia a lo importante. Obviamente, Venecia es importante, pero creo que tenemos otros temas más al alcance de la mano y que están en nuestrasmanos, valga la redundancia, solucionar. ¡Ánimo!