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VIRGEN DE LAS LAJAS

Jesús, hoy el evangelio habla de niños y precisamente quiero que, en este rato de oración, aparezca la historia de una niña que es muy especial.

El evangelio de hoy de la misa, de san Mateo, pone a un niño en el centro. Te preguntan a ti Jesús:

“¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos? Jesús llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: En verdad os digo qué si no os convertís y os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el Reino de los Cielos. El que ha cogido un niño como éste en mi nombre me acoge a mí.”

(Mt 18, 1-15).

Yo no sé qué entendería este niño. Ese niño se fijaría en tu cariño, en tus ojos, en tu mirada, no más, Señor. Bueno, ahora nos miramos en tu mirada…

Pero también quiero compartirte, Jesús, la historia de la Virgen de las Lajas. Pude estar en el Santuario de la Virgen de las Lajas hace muy pocos días y tiene una historia bellísima, el Santuario, la imagen y la devoción a la Virgen…

Es una imagen de Nuestra Señora del Rosario que tiene a sus lados a santo Domingo de Guzmán y a san Francisco de Asís. En sus brazos tiene al Niño, con su mano derecha sostiene un Rosario y se lo ofrece a santo Domingo de Guzmán.

MARIA Y ROSITA

La protagonista es la Virgen, pero la historia comienza cuando María Mueses, que era una mujer que vivía en Potosí, a tres kilómetros del Santuario actualmente y a siete kilómetros de Ipiales, que es una zona del sur de Colombia, en el Departamento de Nariño.

Ella iba de Potosí a Ipiales y luego tenía que regresar. En la ida recordó ese mito que había, que por el cañón del río Guáitara asustaban y que era un lugar donde, algunas veces, incluso, había presencia del demonio. Entonces, María con su hija, que la llevaba sobre sus hombros, encomendaba a la Virgen del Rosario.

Y cuenta que de paso alguien la tocó por la espalda, pero no había nadie y sintió mucho miedo. Al regreso las cogió una gran tormenta y se refugiaron en unas lajas de piedra, en ese cañón impresionante del río Guáitara.

Se refugiaron ahí, en unas piedras, unas lajas de piedra. Y de repente, Rosita, que así se llamaba la hija de María, le dijo: Mamá, me está llamando la mesticita. Y María miró y no vio a nadie. Los relámpagos iluminaban esas rocas y la mamá pensó, que esta niña se había confundido de pronto con algún reflejo de la luz y siguieron para su casa.

Cuando esta señora llegó a su casa, cayó en cuenta de una cosa, que su hija no hablaba, su hija era sordomuda. Rosita era sordomuda y recordó, esta niña me habló en ese cañón. Me habló ahí delante de la Virgen.

Sigue la historia porque al parecer Rosita enferma y se muere. Entonces, ella muy desconsolada, lleva a su hija -el cadáver de su hija- al lugar donde la niña había visto a la Virgen y le pidió con fe que resucitara a Rosita. Y se vio sorprendida que la niña resucitó.

SANTUARIO VIRGEN DE LAS LAJAS

De Diego Delso

Entonces, corrió a donde el sacerdote, a la familia donde ella trabajaba como ayudante de la casa y el 15 de septiembre de 1754 se comenzó a celebrar la fiesta de La Virgen de las Lajas.

Actualmente se puede visitar el santuario. Es un santuario que algunas personas han dicho que es el santuario más bonito que hay en el mundo, porque es un santuario que se ha construido en medio de un cañón. En medio es en medio de un cañón…

Hay un puente en el que uno se para y ve abajo el río 50 o 60 metros de caída. Abajo se ve el río y ahí sobre las dos partes del cañón, sobre el lado oriental y occidental construyeron el santuario de piedra, una piedra maciza.

Uno de los vendedores de artículos religiosos me decía: Padre, mire, cada piedra de estas es una vida de un nariñense, es la vida de un campesino, es la vida de personas que estuvieron aquí trabajando.

Bueno, no sé si se refería a una vida ofrecida a la Virgen, a Dios o que perdieron la vida, no pude preguntarle. Pero es impresionante, porque el camino está construido de piedra también y comienza a descender, a descender hasta el cañón.

Y uno bajando por allí, caminando y se va abriendo ese santuario gótico en piedra que custodia la preciosa imagen de la Virgen del Rosario. Una imagen muy bonita, una imagen a la cual le tienen muchísima, muchísima devoción los habitantes de Ipiales, de Nariño y del norte de Ecuador, porque a 11 km del santuario está la frontera de Colombia y Ecuador.

Yo he regresado de ese santuario muy conmovido, muy sorprendido y con mucha devoción a la Virgen de las Lajas. Ahorita quiero terminar este ratico de oración con la oración a la Virgen.

DEJAR A LA VIRGEN ENTRAR EN NUESTRO CORAZÓN

Señor, yo he pensado dos cosas. La primera es que la Virgen baja hasta los abismos más profundos, ¿verdad? Eso es así.

Aquí en Bogotá -ahora estoy en Bogotá- también se venera a la Patrona de Bogotá, que es la Virgen de la Peña, que es una imagen de la Virgen que está cargando a su Hijo, a su izquierda esta san José y a su derecha esta un Ángel.

Esa imagen de la Virgen también se encontró en una peña, en una piedra, pero muy alto, muy alto, casi a 3000 metros de altura. Yo pensaba, Jesús, La Virgen no solamente sube hasta las cimas de los montes, sino que está dispuesta a bajar hasta los cañones más profundo de la tierra, porque allí va a buscar a sus hijos: a las cimas y a los cañones, a los lugares más profundos, hasta allí llega Nuestra Madre, la Santísima Virgen María.

Pues, no solamente nos tenemos que hacer como niños, sino estar dispuestos también a ir hasta lo profundo de nuestro corazón y a dejar entrar a la Virgen, que la Virgen entre al corazón y nos ayude a mirar cómo está el corazón. Necesitamos de ella, necesitamos de su cariño, de su comprensión, de su compañía.

Bueno, Jesús, pues con esta historia acudimos a la Virgen. La fiesta de la Virgen de las Lajas se celebra el 16 de septiembre de cada año y la oración de Nuestra Señora dice así:

“Madre Nuestra de las Lajas, con la confianza más grande y con el amor más puro, llegamos a tus pies. Nosotros sabemos que en la ternura de tu regazo el afligido encuentra consuelo, el desvalido auxilio, el enfermo alivio, el pobre mil esperanzas y perdón el pecador. Madre Nuestra de las Lajas, atiende los ruegos y plegarias que te dirigimos desde el fondo de nuestros corazones. Guárdanos de los peligros, asístenos en las tribulaciones, socórrenos en nuestras necesidades, bendícenos y alcánzanos de tu santísimo Hijo las gracias y bendiciones para llevar una vida buena y obtener una santa muerte, amén.”

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