LA FIESTA DE NUESTRA MADRE
Primero pido disculpas por la voz, pero estoy con un poco de faringitis, pero no quería dejar de hacer esta meditación.
Aunque pude habérselo pedido a cualquiera de los otros predicadores. Pero como sabes, este mes de mayo hemos decidido hacer unas prédicas especiales los días miércoles y los sábados. Y justo a mí me tocó Santa María y los Santos, y tenía ya cosas preparadas.
Y esperé un poquito a que se me aclare la voz para terminar de preparar esta meditación, porque es un detalle de cariño del hijo, que no quiere que se le pase la fiesta de la madre, que sin decirle él mismo, con su propia voz que le quiere.
Y es lo que me pasa a mí el día de hoy; y te animo a que te pase a ti también. Hoy le vamos a decir a nuestra Madre que le queremos y lo vamos a hacer con los santos.
SANTA MARÍA Y LOS SANTOS
A lo largo de la historia los santos han escrito muchas prosas dedicadas a la belleza de la Virgen María, piropos que luego se han concentrado en las letanías: Estrella de la mañana, Rosa Mística, Consuelo de los afligidos, Puerta del Cielo… Estos son repetidos a diario por cristianos del mundo entero para honrar a nuestra Madre del Cielo.
SAN JOSEMARÍA
Nuestro primer santo es san Josemaría, que dejó escrito algo que a mí siempre me conmueve. Dice:
«Y, si alguna vez no sabes cómo hablarle, ni qué decir, o no te atreves a buscar a Jesús dentro de ti, acude a María, «tota pulchra» -toda pura, maravillosa-, para confiarle: Señora, Madre nuestra, el Señor ha querido que fueras tú, con tus manos, quien cuidara a Dios: ¡enséñame -enséñanos a todos- a tratar a tu Hijo!»
Hasta aquí la frase de san Josemaría. Aquí está la clave de todo. Queremos tratar mejor a Jesús, y pues le podemos pedir a nuestra Madre, la Virgen, que nos enseñe.
San Josemaría quiso que sus hijos heredaran el amor que sintió siempre por la Virgen. Su devoción a la Madre de Dios, a cuya intercesión acude siempre la Iglesia, y queda reflejada en esa frase que decía:
“Si en algo quiero que me imitéis es en el amor a nuestra Madre”.
Y él tenía una devoción tierna y fuerte, profunda, sincera, alegre, serena, entusiasmada, piadosa. Esa relación filial entre san Josemaría y la Virgen está súper bien recogida en varias de sus obras.
SAN JUAN PABLO II
Otro gran enamorado de la Virgen María fue san Juan Pablo II, que decía:
«A ti, Virgen inmaculada, predestinada por Dios sobre toda otra criatura como abogada de gracia y modelo de santidad para su pueblo, guía tú a sus hijos en la peregrinación de la fe, haciéndolos cada vez más obedientes y fieles a la palabra de Dios».
San Juan Pablo II, otro hombre con un corazón devoto a nuestra Madre, le pedía a ella que nos hagamos obedientes y fieles a la Palabra de Dios:
“Volved nuestros ojos a las Sagradas Escrituras, a la Palabra de Dios, en definitiva, que está siempre presente y que es camino seguro”.
SAN JUAN XXIII
Otro Papa santo, san Juan XXIII le decía:
«¡Oh, María Inmaculada, estrella de la mañana que disipas las tinieblas de la noche oscura, a Ti acudimos con gran confianza!»
Y Madre, con Juan XXII queremos pedirte que seas siempre nuestra luz, siempre que seas esa fuerza a la que acudimos para buscar el camino por donde tenemos que andar.
Cuando está muy oscuro y a veces se hace difícil, queremos ir por donde tú nos indicas, Madre…
SAN LUIS DE MONTFORT
Y por eso, san Luis de Montfort, otro gran apasionado de María, decía que:
“María es el camino más seguro, el más corto, el más perfecto para ir a Jesús.
Y Madre, no queremos perdernos de este camino. Queremos estar bastante atentos para ir y volver una y otra vez a través de este camino a Jesús.
SAN IGNACIO DE LOYOLA
San Ignacio de Loyola, otro gran santo, con un corazón que también palpitaba por la Madre de Jesús, decía
“Por mucho que ames a María santísima, ella te amará siempre mucho más de lo que la amas tú”.
Madre mía, ¡qué bonitas palabras! Y ésta consideración de que nos amas tanto, porque en el mes de mayo nosotros nos esforzamos por demostrar nuestro cariño, pero saber que tú nos quieres igual, ¡eso nos mueve!
Y que nos quieres mucho más, también eso nos mueve a tenerte cada vez más cariño…
EL CURA DE ARS
San Juan María Vianney decía:
«Claro que Dios podría hacer un mundo más bello que éste; pero no sería más bello si en él faltara María».
Y este hombre, el Cura de Ars, que tenía ese amor tan grande a la Virgen, lo expresaba de esta forma tan concreta, de que en este mundo, no podría ser más perfecto ni mejor, si nos faltara la Virgen María.
¡Gracias Señora por estar ahí! ¡Gracias por mirarnos con esos ojos misericordiosos! ¡Gracias porque nos llevas una y otra vez a Jesús! ¡Gracias!
SAN JUAN BOSCO
Igual que san Juan Bosco te decimos:
“Quien confía en María no se sentirá nunca defraudado”.
Y nosotros queremos confiar cada vez más en ti.
SAN FRANCISCO DE ASÍS
Otro de los santos grandes de la Iglesia, decía:
«Al igual que nos creaste por tu Hijo, así, por el santo amor con que nos amaste, quisiste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima Santa María…».
Y hay que recordar que san Francisco de Asís, durante su juventud, quiso ser soldado y escuchó una noche:
“—¿Por qué no sirves al amo en vez del servidor?”
Y desde entonces, guiado por la Virgen María, comenzó a seguir y a seguir a Jesucristo reparando la Iglesia y fundando la Orden Franciscana. Y es que todos los santos encontraron este amor tan grande a nuestra Madre.
SANTA CLARA DE ASÍS
Santa Clara de Asís decía:
«A la manera que la gloriosa Virgen de las vírgenes llevó a Cristo materialmente en su seno, así también tú, siguiendo sus huellas, especialmente las de su humildad y pobreza, puedes llevarlo siempre espiritualmente».
Madre, enséñanos a llevarle así siempre espiritualmente a tu Hijo Jesús en nuestra vida. Si bien es cierto, Dios en el Antiguo Testamento aparece como un Dios creador, pero un poco lejano. En el Nuevo Testamento aparece como un Dios hecho hombre, cercano.
Y ahora, en la plenitud de los tiempos, después de que Jesucristo subió a los Cielos, le tenemos como un Dios, como el Espíritu Santo que está dentro de nosotros. Y como está dentro de nosotros, éstas palabras de santa Clara de Asís son más directas.
Por así decir, o sea que podemos hacer de la misma forma que la Virgen le tenía a Cristo: en su interior por la humildad y la pobreza, llevarlo siempre espiritualmente con el Espíritu Santo, y a través del Espíritu Santo.
Y es que ‘los santos’ nos abren un camino nuevo para ir siempre a la Virgen, para irnos luego a Jesús.
SAN ALFONSO MARÍA LIGORIO
Como decía también san Alfonso María Ligorio:
“Ante Dios, los ruegos de los santos son ruegos de amigos, pero los ruegos de María son ruegos de Madre”.
Y que no tienen un mal final, sino que la Madre siempre consigue, como nos enseña en Caná, siempre consigue lo que pide.
SAN JUAN BOSCO
Él decía:
“Hay que predicar a todos, grandes y chicos que son hijos de Santa María, que ella los quiere librar de los peligros del mundo y llevarlos a la gloria celestial. Y que a los que la honran con sus oraciones y en el cumplimiento exacto de su deber, ella les concederá infinitas gracias y favores”.
AYÚDANOS A AMAR A JESÚS
Y es esto lo que nos enseñan todos los santos: Infinitas gracias y favores. ¡Oh queridísima Madre Santa María, te queremos honrar especialmente con todos los santos!
Y con el espíritu encendido, cada vez que veían algún cuadro que les movía el corazón, cada vez que recordaban todos tus sacrificios y sobre todo, recordaban ese cariño con el que nos recibes a todos como hijos.
Todos los santos hoy y nosotros los que escuchamos este audio, nos volvemos a encender para pedirte que nos ayudes a amar más a Jesús.
Madre nuestra, tú tienes toda esa gracia y sabes y nos conoces tanto a cada uno, a todos los santos y a cada uno de nosotros, pecadores y siervos tuyos que acudimos a tu infinita misericordia: ¡Ayúdanos a contemplar la luz de tu rostro y a contemplar a tu Hijo resucitado!