La Iglesia celebra hoy la fiesta de san Mateo Apóstol, y todas las elecciones que el Señor hace son basadas en su propia misericordia, no están basadas en nuestros méritos.
Sino que es al revés, Dios no es que elige al que está súper dotado para una misión, sino que elige a alguien para una misión.
Y a esa persona la llena de sus dones y de sus gracias, y le da los instrumentos y los medios para que pueda verdaderamente hacer lo que Él le pide.
Y realmente, muchas veces nosotros nos sentimos desconcertados en el momento en el que nos damos cuenta de que Dios nos está pidiendo algo.
¿A MÍ ES QUE ME ESTÁS LLAMANDO?
¡La escena de la elección de san Mateo es muy simpática! Hay un cuadro estupendo, es una obra de arte de Caravaggio, que está en una Iglesia de Roma que se llama san Luigi dei Francesi.
Y entonces Caravaggio tiene un modo muy particular de pintar, tiene unos primeros planos muy marcados, que resaltan mucho sobre el resto de la pintura. Y hay, sobre todo, como dos dedos que están en un primer plano.
Primero es un dedo que está señalando, que es el dedo de Jesús. Incluso el rostro de Jesús parece como en un segundo plano, y el dedo es lo que más importa, digo, lo está señalando.
El segundo dedo, es el de este hombre que está sentado en la mesa de recaudación de impuestos y que es Leví, y se está señalando a sí mismo con sorpresa. Como diciendo: ¿A mí es que me estás diciendo? ¿A mí es que me estás llamando?
Bueno, es interesante como siempre que Jesús llama, nosotros nos sorprendemos, no hacemos un montón de preguntas: ¿Realmente me está llamando a mí? ¿Para qué me está llamando? ¿Por qué me llama a mí y no llama a otros?
¿No podría llamar a otras personas? ¿Yo realmente podré llegar a hacer lo que Dios me está pidiendo?
¡Dios tiene derecho a pedirme! Pero ciertamente, todas estas preguntas muchas veces nos las hacemos.
Y me viene ahora la cabeza, una anécdota de Juan Pablo II. Parece que le preguntaron a Juan Pablo II cuando lo eligieron Papa:
– ¿Le sorprendió que lo eligieran Papa? Y entonces Juan Pablo II, dijo: -Sí, pero yo no fui el único sorprendido.
Recordarán ustedes cuando lo eligieron a Juan Pablo II, las radios decían: “Wojtyla.”
Entonces nadie lo conocía, nadie sabía quién era Wojtyla, y bueno, entonces no fue él el único sorprendido.
PRIMERO VEMOS LA DIFICULTAD
¡Nosotros también nos sorprendimos! Primero: por lo difícil de la pronunciación del nombre, pero también porque no sabíamos quién era.
Bueno, y entonces Dios lo que haces eso: Elige a las personas a las que Él quiere, Él los conoce, Él sabe, Él sabe con quiénes cuenta.
Él sabe a dónde puede llegar cada uno, Él sabe qué es lo que nos puede pedir a cada uno. Sobre todo, porque Él mismo es el que nos va a capacitar.
Nosotros tardamos en darnos cuenta, de que esa elección divina es un beneficio para nosotros, porque en muchas oportunidades lo que nosotros vemos primero, es el esfuerzo.
Lo que nosotros vemos primero es la dificultad para sacar algo adelante, y recién después, con el paso del tiempo, nos damos cuenta de que el Señor tiene para nosotros algo grande, ¡algo importante!
Leí hace un tiempo acerca de la vocación de Simón. Simón, pescador del mar de Galilea, y Jesús lo va a buscar y le dice:
“Tú eres Simón, hijo de Juan, a partir de ahora te llamarás Pedro, porque sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.”
(Mt 16, 18)
Un sacerdote francés comenta esta escena, y habla acerca de cómo los planes de Dios siempre amplifican nuestros proyectos, nuestras perspectivas, los planes de Dios son siempre más grandes, siempre nos amplían horizontes.
Entonces decía: -Vos sos un pescador del mar de Galilea. Tus horizontes, son horizontes, -Sí-, amplios, pero no demasiado. “El mar de Galilea es un punto en medio del mapamundi.”
Pero cuando te conviertas en Pedro, tu ámbito de influencia va a ser los siete mares, ¡va a ser el mundo entero!
Si seguís siendo este pescador de Galilea, bueno, si, tus hijos cerrarán sus ojos, tendrás algunos nietos, pero ahí se acabará tu influencia sobre el mundo.
De lo contrario, y si aceptamos estos proyectos que Dios nos da, nuestros horizontes se amplían de una manera totalmente impensada. Ese es el modo que el Señor tiene de actuar.
LA IGLESIA NO SE PUEDE CONFORMAR
Quizás, Mateo no sabía que él iba a acercar a Dios a muchos publicanos y pecadores:
“Y sucedió que, estando Jesús a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y se pusieron a la mesa con Jesús y sus discípulos.
Al verlo los fariseos decían a sus discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?»”
(Mt 9, 10-11)
Lo criticaban a Jesús porque se mezclaba con gente de esa calaña. Les parecía que Jesús no podía estar con esa gente. Decían: si este hombre fuera profeta sabría…
Fíjense los juicios que emitían los fariseos en aquel momento. ¿Por qué come con publicanos y con pecadores? Un profeta no puede hacer eso.
Y Jesús clarísimamente les dice:
“No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Id, pues, y aprendan qué significa aquello de: Misericordia quiero y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.”
(Mt 9, 12-13)
El Papa Francisco nos habla de una iglesia en salida nos habla de una iglesia que no puede conformarse con administrar lo que ya tiene.
La Iglesia no se puede conformar con los que ya están, con los que están en mi parroquia, con los que están en mi grupo, en el grupo de mis amigos, yo me voy a dedicar a estos exclusivamente.
¡No! Porque entonces estaríamos como achicando esa capacidad que el Señor nos da para hacer el bien.
LLEVAR EL MENSAJE A LOS DEMÁS
Estaríamos como minusvalorando o desaprovechando las cosas que el Señor nos da para hacer el bien. ¡Tenemos que tener un corazón grande!
Nos lo recuerda el Santo Padre: La Iglesia en salida, es una iglesia que sale a buscar, que sale de sus propios límites, que sale de su zona de confort.
Que va a buscar a las personas a las que todavía hay que convertir, a las que todavía hay que ayudarlos a que se acerquen al Evangelio.
Para que lean el Evangelio, a que lo mediten, a que lo pongan en práctica.
Todos tenemos que hacer eso, no conformarnos solamente con ese núcleo de gente que nos rodea, el más inmediato.
Tenemos que ser como esas piedras que uno tira en el lago y que van haciendo ondas.
El fundador del Opus Dei utilizaba muchas expresiones como la piedra tirada en el lago que va expandiendo su influencia.
Así es como nosotros también tenemos que intentar hacer fructificar nuestra fe, hacer fructificar la misión que el Señor quiere para cada uno de nosotros
Pidámosle a san Mateo que nos ayude a ser Apóstoles, que nos ayude a trabajar por el Señor con todas nuestras fuerzas, con toda esa capacidad que el Señor nos da para hacer el bien, y para llevar su mensaje y su persona a los demás.