Voy a cantar a mi amado la canción de mi amigo a su viña:
Así comienzan unas palabras del profeta Isaías. Nosotros leemos, pero no escuchamos la tonada o la música que acompaña la letra. En este caso me imagino un ritmo melancólico, esas notas lentas, prolongadas, y un tono de voz lastimero.
Mi talento musical es nulo. Por eso no voy a intentar aquí tocar un instrumento, en todo caso te pongo algo de fondo y te leo la letra de esta canción del profeta.
Dice así:
“Mi amado tenía una viña en una loma fértil.
La cercó con una zanja y la limpió de piedras, / la plantó de cepas selectas, / construyó en medio una torre, / y excavó un lagar. / Esperó a que diera uvas, / pero dio agraces.
Ahora, habitantes de Jerusalén / y hombres de Judá: / juzguen entre mi viña y yo.¿Qué más pude hacer por mi viña, / que no lo hiciera? / ¿Por qué esperaba que diera uvas, / y dio agraces?”
(Is 5, 1-4).
Hasta allí la letra de la canción. Por cierto, agraces son los frutos iniciales de la vid, muy pequeños, muy ácidos y verdes. Es una uva sin madurar. O sea, es uva pero no es uva.
LA VIÑA DEL SEÑOR
Pienso en nosotros los hombres que tantas veces nos empeñamos en sacar adelante una iniciativa, un proyecto, en el que metemos el corazón. Al punto en que se dice que aquello es “nuestro bebé”, “nuestra criatura”, “es como su hijo”.
Es la actitud de este hombre del que habla la canción respecto a su viña. Ha sido la niña de sus ojos. Se ha prodigado en cuidados y atenciones. Pero, ha sido en vano… A aquel hombre se le parte el corazón…
Así Tú Señor con Israel, que es Tu viña. Lo dice Isaías claramente:
“la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, / y los hombres de Judá, la cepa de sus delicias. / Esperaba juicio y encontró perjuicios, / justicia y encontró congoja”
(Is 5, 7).
Hoy Jesús, hablas teniendo en cuenta a quienes conocen la canción del amigo a su viña. Pero agregas unos detalles. Es como un “remix” dirían ahora. O sea, una versión nueva de una canción utilizando de manera diferente los diversos elementos de la versión original y añadiendo otros nuevos.
La versión tuya, Señor dice así:
“Había un hombre, dueño de una propiedad, que plantó una viña, la rodeó de una cerca y cavó en ella un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos de allí. Cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió a sus siervos a los labradores para recibir sus frutos.
Pero los labradores agarraron a los siervos y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y a otro lo lapidaron. De nuevo envió a otros siervos, más numerosos que los primeros, pero les hicieron lo mismo.
Por último les envió a su hijo, pensando: «A mi hijo lo respetarán». Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: «Éste es el heredero. Vamos, lo mataremos y nos quedaremos con su heredad». Y lo agarraron, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando venga el amo de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”
HABLA EN EL ETERNO PRESENTE
Esta es la versión actualizada de la canción por parte de Jesús. Ojo, que Jesús no es un trovador revolucionario, no es que se dedique a hacer música de protesta. Es Dios que habla en el eterno presente. Y, así, actualiza el contenido y profetiza lo que sucederá en un futuro próximo, lastimosamente muy próximo.
Habla de Jerusalén, de cómo se las dio sin que ellos la hubieran construido. Decir Jerusalén es decir también la elección del pueblo para la Revelación, destinatarios de un amor de predilección por parte de Dios. Ahora, a quien se le confía mucho se le puede pedir otro tanto.
El pueblo judío decide ser infiel y entonces vienen los profetas uno detrás de otro, pero los golpearon, los mataron y los lapidaron. Hasta que Dios Padre les envió a su hijo, pensando:
“«A mi hijo lo respetarán». Pero ellos confabulan para darle muerte. Y lo agarraron, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.
Así fue: apresaron a Jesús, lo sacaron fuera de las murallas de Jerusalén y lo mataron en una cruz. Entonces viene la pregunta:
¿Qué más pude hacer por mi viña, / que no lo hiciera? / ¿Por qué esperaba que diera uvas, / y dio agraces? (Is 5, 4).
Cuando venga el amo de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? La respuesta es tan obvia que la dicen ellos mismos:
A esos malvados les dará una mala muerte, y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo”.
Pensaba en esos pobres hombres, pero también pensaba en ti y en mi. La canción sigue siendo actual. El Señor nos ha dado mucho (la formación cristiana que has recibido, la familia a la que perteneces), le tenemos muy cerca: en los sacramentos, en la oración, por mencionar solo algunas cosas.
LA CANCIÓN SIGUE SIENDO ACTUAL
Es bueno preguntarnos: ¿cómo voy de frutos? ¿estoy dando uvas carnosas, jugosas, dulces? Es Jesús quien echa un vistazo a la viña de tu vida y pregunta por los frutos. Los examina. No como capataz despiadado, sino como quien ve a “su propia criatura”, “su bebé”, su hijo. Como quien tiene la ilusión de ayudarle a ser lo mejor que puede ser.
Pero mucho depende de la sinceridad con nosotros mismos y con Él. Mucho depende de que sepamos reconocer nuestros defectos y nos dejemos ayudar; de saber mostrar las heridas y dejarnos curar. Porque, lastimosamente, podemos engañarnos a nosotros mismos y decir que damos uvas cuando la verdad es que aquello es una cosa pequeña, ácida, verde, unas uvas que no son uvas porque son agraces.
Salvando las distancias se me venía a la mente esos famosos productos que tuvieron que retirar y sustituir en el mercado por faltas de control de calidad.
En el año 2000 Firestone retiró más de 6 millones de neumáticos vendidos en Estados Unidos porque, de acuerdo con una investigación, un defecto en el producto estuvo asociado directamente a 270 accidentes. O el famoso caso del Galaxy Note 7 que en el 2017 se retiró en 10 países un lote de más de 2 millones de unidades. Resulta que tenía una falla en la batería que provocaba la explosión de los dispositivos.
Y aquel caso, un poco distinto, del Tylenol Extrafuerte de 1982 que tuvieron que retirar 31 millones de envases porque un asesino había introducido cianuro en alguna fase del desarrollo del medicamento.
Parecían ser productos buenos, neumáticos normales, teléfonos normales, pastillas para el resfriado. Pero no. Era cuestión de examinar el proceso de fabricación. Pero estas empresas reconocieron el error, retiraron el producto, hicieron los cambios que se necesitaban y volvieron a lanzarse al ruedo.
Ya dije que era un ejemplo, con las limitaciones que tienen los ejemplos. Pero a lo que voy: todo tiene arreglo, si se examina y se reconoce. Lo que no podemos decir es que son uvas cuando son agraces. O quitarnos de encima a las indicaciones que sabemos que nos haces Tú, Jesús, a través de la voz de nuestra conciencia; porque quieres que demos el fruto que te mereces: uvas jugosas, carnosas, dulces. Con las que se hace un buen vino. El vino que se sirve en Tu mesa.
María Santísima, como buena Madre, corrígenos con cariño las veces que haga falta.
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