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YA ESTA ENTRE NOSOTROS

ángel

Creo Jesús que estás aquí… con qué emoción te decimos esto en el día de la Navidad. Nos ha nacido El Salvador esperado, el Emanuel, Dios está entre nosotros, Dios con nosotros. Y nos alegramos, nos felicitamos unos a otros porque te recibimos Jesús. Y los regalos, la comida de fiesta, todo eso es manifestación de algo mucho más grande, que quizá permanece de lado a nuestros ojos.

El Reino de Dios está entre vosotros, nos dirás; cuando oigan, está aquí… está allá, no vayan, no hagan caso, porque está entre nosotros y está escondido. Nosotros hoy nos acercamos, con los pastores, llenos de admiración ante este misterio.

BELÉN

Y quisiéramos, Jesús, estar a la altura de algo que sabemos que es muy grande y que a la vez no percibimos del todo. Que los sentidos no nos lo manifiestan sino más bien lo ocultan. Porque no hay ninguna ostentación en el pesebre, no hay nada extraordinario, nada espectacular.

Incluso nos viene la idea, al verte Señor envuelto en pañales, ¿qué salvación nos puede traer un bebé que necesita de los cuidados de su madre, que necesita protección, que no se nos manifiesta con poder, ni nos trae riquezas, títulos, victorias políticas, ni ser superiores a otros?

Más bien, al contrario, parece Jesús que en Tu nacimiento te falta cualquier comodidad; Tu familia no encontró en Belén ni siquiera el apoyo de familiares o conocidos que te recibieran en su casa, que te facilitarán las cosas.

VIDA NUEVA

La única alegría que podemos percibir es la que trae el nacimiento de un hijo, el nuevo miembro de una familia; la alegría que es para su madre que le esperaba durante meses, que lo estuvo llevando en su panza; la alegría de su papá que por primera vez lo puede tener en brazos y se alegra profundamente por el nacimiento de su hijo.

Y, sin embargo, aunque esto parece tan normal, sabemos Jesús que lo que nos traes es una alegría mucho más grande y profunda, un don inmenso. Que es para toda la humanidad que es para mí. Es la esperanza de la salvación.

Venís a mostrarnos el amor que Dios nos tiene, que llega al punto de entregar a su propio hijo. También venís a salvarnos de esa muerte que es a consecuencia del pecado, del pecado de nuestros primeros padres, nuestros pecados personales.

Venís para que sea posible, para mí y para cada persona, vivir como hijos de Dios, en el Hijo. Nos traes esa “Vida Nueva” (con mayúscula), y todo eso vale muchísimo más que cualquier don humano que hubieras podido darnos Señor: riquezas, beneficios, solución de problemas, que todos tenemos problemas en distintos órdenes.

FE Y AGRADECIMIENTO

Hoy con los ojos de la fe nos alegramos porque podemos ver un poco más. Nos llenamos de agradecimiento porque queremos valorar, Señor, este tesoro que es Tu vida para cada uno. Y queremos que la luz de la estrella de navidad ilumine nuestra vida. Incluso en aquello que es más oscura, más difícil, en nuestras incertidumbres, nuestras miserias, porque nos ha nacido un Salvador.

¡Cómo te gustará Jesús que hoy te recibamos personalmente! Que hagamos un acto de fe, en que venís para salvarme a mí, no a la humanidad en general; y que te lo agradezcamos así, personalmente. Venís a darme esa vida nueva a mí; y por eso nos llenamos de optimismo, de agradecimiento, de la esperanza de la navidad.

Y quizás nos puede llevar ahora, en este ratito de oración, en un día tan especial… presentarle a Jesús cuáles son mis necesidades, mis carencias… Necesito Jesús que vengas a mi vida, que nazcas, que vengas a salvarme, a llenarme.

¿Qué no nos va a dar el Señor? Sí me falta paz, si me falta alegría, si me falta amabilidad para con los demás, paciencia, humildad, si me siento inseguro, si no encuentro el camino por donde avanzar, si hay división en mi familia, crisis….

Vamos a dejar que venga Jesús a todas esta falencias. Vamos a contar con vos Señor que para eso estás entre nosotros: para acompañarnos, incluso para cargar con nuestra vida, para darle otra perspectiva. Qué todo es para bien, que todo puede ser para nuestra unión con el Padre.

Hay una frase famosa del libro El Principito, que es muy conocida y dice: “que lo esencial es invisible a los ojos”; y si hoy lo que, a ti, en esta navidad se te hace perceptible en los sentidos, son problemas, necesidades, preocupaciones… vamos a procurar traer con los ojos de la fe, y alegrarnos y agradecer. Y sacar provecho, que ya no estamos solos en nuestras necesidades, que Dios está entre nosotros para que todo eso tenga sentido.

Vamos a hacer que pese más el amor que Dios nos tiene, sus planes en nuestra vida…

EL PESEBRE

Fíjate en el pesebre, suelen aparecer las figuras en un clima de serenidad, de adoración, en la noche serena… Con asombro, los pastores, se acercan. Pero si pensamos un poco, la realidad es que no era una situación tan romántica, tan favorable.

San José podría sentir la precariedad, ¿no? Instalarse, imagínate… en un garaje, con un bebé recién nacido y dónde falta todo; y a San José le podría venir la frustración de ¿Cómo puede ser esto?
Sin embargo, Dios le va confirmando que sus decisiones fueron justas: en recibir a María, en ir a Belén con ella, llevarlos, que allí naciera El Salvador, y se van…

José tiene la convicción, la profunda alegría que se están cumpliendo los planes divinos, las promesas hechas por tanto tiempo al pueblo. Esas promesas, esos planes divinos no son sólo para la Sagrada Familia. Nuestro Padre Dios tiene planes también para cada uno de nosotros.

En esta navidad, en estas circunstancias, podemos abrirnos al misterio y también nosotros tener esa satisfacción de San José, de dejar entrar a Dios en nuestra vida, no privarlo de nuestro corazón, de todos los ámbitos: más alegres, más duros.

Permitirle a Jesús que nos sane, que nos enseñe, que nos haga saber el amor que Dios nos tiene, que nos muestre el camino para corresponder a tantos dones del Padre.

En este día de gozo, en este día en que procuramos ser más buenos, en este día en que rezamos por toda la humanidad, vamos a terminar nuestros 10 minutos con Jesús, pidiéndole a María y José que nos ayuden a ver con los ojos de la fe, estos eventos divinos que la Iglesia nos pone delante. Y en el fondo son eventos que Dios quiere que cambien nuestra vida, cómo cambiaron, como cambió la Navidad, la vida de María y José.

Vino el Señor para llenarlo todo, para divinizar su vida tan normal, tan humana.

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