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P. Ricardo

6 min

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YO ESTARÉ SIEMPRE CONTIGO

La fe en el poder de Dios nos lleva a pensar y creer que todo lo podemos con la ayuda de Dios. Simplemente debemos dejar que Él actúe.

BUSCAMOS LA CERCANÍA

Hace un par de años viajé a España, estuve unos meses y tuve la oportunidad de conocer una ciudad preciosa: Sevilla. Allí me encontré con un amigo y fuimos a recorrer un poquito la ciudad, a conocerla.

En una de las naves de la catedral de esta ciudad, veíamos que había mucha gente, incluso había una cola. Y ya al acercarnos, y ver qué es lo que sucedía, se trataba en efecto, una cola de personas que se dirigía hacia una imagen de Nuestra Señora de los Dolores.

Esa imagen en la que vemos a la Virgen con unas espadas que atraviesan su corazón. Se le ve duramente adolorida, porque su hijo ha muerto en la cruz. Los que estábamos allí, y los que estaban haciendo la cola, pasaban para besar la imagen, para venerarla.

Y desde luego nosotros nos pusimos en la cola de manera muy natural, y nos reíamos porque nos dábamos cuenta de que estábamos como en casa. Porque a los latinos nos gusta, -diríamos-, tener esa cercanía, dar abrazos y por supuesto más cuando se trata de las imágenes.

Ahora con el todo el tema de la pandemia, pues se desaconseja totalmente esos besos y tocar las imágenes, porque podría ser una fuente de contagio.

YO ESTARÉ SIEMPRE CONTIGO
TE PIDEN CON FE

Y esta vivencia se me venía a la mente por el evangelio de la misa de hoy. Es un evangelio que lo cuentan los evangelistas con más o menos detalle. Y es que el Señor esta hablando como en otras ocasiones y predicando.

Entonces se le acercó un jefe de los judíos, piadoso y de fe, porque se arrodilló, -eso significa que se da cuenta que estaba ante alguien que es superior a él-, porque nos dice que es un jefe de los judíos, es el jefe de los judíos.

Podría haber venido pensando que tenían que servirle, pensando que era mejor que los demás, pero se da cuenta que es Jesús, y entonces se arrodilla y le pide algo. Le dice:

“Mi hija acaba de morir, pero ven tú, pon tu mano sobre ella y vivirá”.

Con esto nos queda claro que es un hombre que tiene fe. Cree que Jesús, cuya fama ya es grande, puede salvar a su hija, que está muerta.

Uno diría ya no hay modo, porque una cosa es que esté enferma, y ahí se le podría pedir que venga y le ponga las manos. Pero no, ya ha muerto. ¡Aparentemente no hay marcha atrás!

La muerte es ese gran muro que cuando lo vemos con los ojos únicamente humanos, nos damos cuenta de que es infranqueable.

Pero este hombre, que a lo mejor tuvo que hacer un recorrido largo, dice:

“Pero ven tú, tu puedes. Y entonces Jesús se levantó entre sus discípulos. Entretanto, toda esa muchedumbre de gente que le sigue, hay una mujer que sufría unas hemorragias desde hacía doce años sufría una situación terrible en la que vivía.

Y entonces esa mujer, también una mujer de fe, se le acercó por detrás, le tocó la orla del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría”.

UNA COSTUMBRE PRECIOSA

Al leer esto me acordaba de esa vivencia en Sevilla. Porque esta mujer quiere tocar lo que ve que es divino o que es sobrenatural. En ese caso nosotros tenemos esa costumbre, de darle un beso a las imágenes, de tocarlas y luego hacerse la señal de la cruz. Eso lo aprendí de mis padres.

Me acuerdo cuando íbamos a una iglesia, veía a mis padres, y tocaban la lápida donde estaba enterrado un santo o un crucifijo. Lo tocaban y se hacían la señal de la cruz. Y me lo enseñaron así, y era una costumbre preciosa.

Y entonces esta mujer nos da la clave de porque hacemos eso: ¡Porque quiere tocar a Dios! ¡Quiere tocar lo que es santo!… ¡Y quedó curada!

El Señor Jesús se volvió y al verla le dijo: “Ánimo hija, tu fe te ha salvado. Y en aquel momento quedó curada la mujer”.

TU FE TE HA SALVADO

En otros relatos nos dice que, al tocar al Señor, inmediatamente se curó. Y el Señor sintió que una fuerza, una potencia, había salido de sí. Aquí parece que el orden es distinto.

Otras veces el Señor trata de poner el énfasis en esto: “Hija mía, es que es tu fe es la que te ha salvado, porque has creído, has creído que yo soy el Salvador, que yo te puedo ayudar. Listo, ya estás curada”.

Esta mujer nos da un ejemplo muy grande de fe. Tanto el caso de esta mujer con la hemorragia, como aquel hombre cuya hija ha muerto. Nos presenta situaciones que humanamente son imposibles.

¿Y qué vamos a hacer? ¿Recurrir a Dios? Recurrimos a Él que puede todo. Desde luego que el Señor no nos va a hacer a veces milagros tan patentes como que la comida aparezca de la nada. No. El Señor quiere que construyamos nuestra vida sobre roca firme en Él.

Señor, queremos confiar en Ti y menos en nosotros mismos, en nuestros propios esfuerzos. Ayúdanos a dejar de lado esa soberbia.

Cuando el ser humano, cuando los hombres nos volvemos soberbios y creemos que lo podemos todo con nuestra pobre inteligencia, nos damos cuenta de que es pequeñita.

UNA GOTA DE AGUA

YO ESTARÉ SIEMPRE CONTIGO

Hay una serie de televisión que es número uno en las listas, se llama Dark. Sería muy difícil explicárselas, por algunos temas que trata muy profundos y complicados, sin hacer un spoiler. Hay una cosa que dicen dos personajes, y es que…

“lo que sabemos es una gota de agua, pero lo que no sabemos es un océano”.

Y es verdad esto Señor. Desde luego tenemos unas capacidades muy grandes porque Tú nos has hecho. Pero es una gotita, una gotita en un océano. Y es que nos volvemos soberbios pensando que Dios no existe, no lo puedo comprobar, no me ha hablado, no lo he visto, entonces no existe.

TUS PALABRAS NOS DAN ÁNIMO

Hay cosas más grandes que nos superan. Y saber también que nosotros no podemos todo con nuestras propias fuerzas, y por eso tendremos que pedir ayuda, como aquel jefe de los judíos, va a pedir ayuda. Aquella mujer enferma, también va a pedir ayuda.

Tal vez ya lo han intentado todo. Cuántos remedios, cuantos médicos a los que había ido… Y el Señor le dice: ¡Ánimo! Y nos dice a nosotros ¡Ánimo!

Sea porque estemos un poquito, -digamos-, de bajón, bajoneados o desanimados, incluso sin esperanza; y que el Señor nos dice: ¡Ánimo, hijo mío! ¡Ánimo, hija mía! La fe que no es un consuelo de tontos. No. La fe hace que movamos montañas.

Y simplemente, para terminar el relato, nos cuenta que el Señor va a la casa de ese judío, y dice con mucha seguridad: “La niña no está muerta”. Y la gente no le cree.

Por supuesto, les está diciendo que la niña no está muerta y ellos la han visto que ha muerto…

YO SIEMPRE ESTARÉ CONTIGO

A veces, lo que el Señor nos puede pedir parece imposible. Pero no olvidemos la Palabra de Dios. No olvidemos quien es el que nos dice: ¡Ánimo, cree que tú puedes ser santo! ¡Cree que Yo te voy a hacer a ti santo!

Crees que puedes lograr esto: ¿Ser el mejor de tu clase, poder graduarte, poder terminar tu carrera, que puedes conseguir un trabajo, que esta enfermedad se puede vencer, o que a lo mejor cosas grandes van a salir de aquí? (…)

Cree, que yo nunca te voy a dejar solo, esto es lo que dice el Señor: Que estoy siempre contigo. ¡Ánimo! ¡Ánimo, hijo mío, Yo estaré siempre contigo!


Citas Utilizadas

Os 2, 16. 17-18

Sal 144

Mt 9, 18-26

Reflexiones

Señor ayúdame a construir mi vida en Ti. Quiero confiar plenamente. Poder dejar de lado esa soberbia.

Predicado por:

P. Ricardo

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