JESÚS NOS EXPLICA LAS PARÁBOLAS
“En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”
(Mt 13, 36).
Y Tú los miras…Tú nos miras a nosotros, Señor, ahora que estamos haciendo este rato de oración, que estamos platicando contigo y nos explicas la parábola, interesantísima.
“Tú nos miras y ¿cómo te miramos nosotros? ¿Cómo te imaginamos físicamente?
Es importante tener una imagen tuya en la mente. Te imaginamos recién nacido; te vemos en la gruta de Belén; en el pesebre, te vemos niño trabajando en el taller de José; te vemos en Tu vida pública, explicándonos la parábola…
Yo te imagino como… un poco como el protagonista de la serie “The Chosen”, un poco más alto, un poco más delgado también (está medio gordito ese Jesús) y también un poco como aquellas imágenes que tenemos de la Sábana Santa: con el pelo largo, la barba larga, la nariz grande».
CADA DÍA DIOS NOS DA NUEVAS OPORTUNIDADES
Hace pocos días estaba en Los Ángeles y fuimos con un grupo de jóvenes al Museo del Holocausto. Salimos algunos, que vimos rápido el museo, otros se quedaron adentro y los esperamos.
Mientras tanto, ahí en el parque (porque este museo está en un parque muy grande) estábamos sentados y yo miré a un señor que estaba ahí cerca, que se parecía a Jesús (a esa imagen de Jesús que te acabo de describir). Y pensé: “Hey man, you look like Jesus!”
Se acercó uno de los jóvenes a platicar conmigo, me preguntó algunas cosas interesantes, teológicas; quizá después de haber visto el museo le vinieron a la mente esas preguntas sobre el mal, sobre la libertad, ¿por qué Dios no nos dio una segunda oportunidad?
¿Por qué Dios no nos dio una segunda oportunidad? Bueno pues realmente Dios, “Tu, Señor, nos das miles de oportunidades, todos los días una nueva oportunidad para volver a Ti, para crecer en amor a Ti, para alejarnos del mal.”
Siempre que nos acercamos a la confesión es una nueva oportunidad; siempre que hacemos un acto de contrición, Dios nos está dando una nueva oportunidad.
No, no, no ¿por qué no desde el principio? Como si no hubiera existido pecado original. Que no hubiera habido mal, bueno, pues sí, habría estado bien, pero Dios sabe más; Dios sabe más.
PARÁBOLA DE LA CIZAÑA Y EL TRIGO
Y Dios, precisamente, con esta parábola de la cizaña nos explica el origen del mal. Es realmente emocionante escuchar lo que Él nos dice:
“El sembrador de la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del demonio; el enemigo que la siembra es el demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo y los segadores son los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
Entonces, los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre”
(Mt 13, 37-43)
Esta parábola, trigo y cizaña, nos da para meditar sobre el mal, sobre el origen del mal. Dios no es la causa del mal, eso es como lo primero. Y el mal no es fundamental, el mal no es necesario, ahora existe; pero tiene un principio que es: la libertad creada.
El demonio, un ángel perfectísimo, que le dio la espalda a Dios. Y, obviamente, con su mala decisión hizo mucho mal a otros, a otros ángeles que lo siguieron y después al hombre, porque él nos tentó.
LUCHAR POR SER TRIGO
Pero, nosotros los hombres, que somos menos perfectos que los ángeles, que conocemos de un modo más imperfecto, nosotros vamos poco a poco y nos equivocamos en nuestras decisiones; por eso, Dios, nos da otra oportunidad. A nosotros sí nos da otra oportunidad; al demonio no, a nosotros sí.
“Gracias Señor por darnos tantas oportunidades y ayudarnos a aprovecharlas”. A aprovecharlas porque también con esta parábola, nos damos cuenta de que el trigo y la cizaña están mezcladas y no sabemos bien si somos trigo o somos cizaña.
“Estamos haciendo oración, procuramos portarnos bien, estamos más cerca del trigo, pero podemos darte la espalda”.
ESCUCHAR A JESÚS EN LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL
Hace poco leía unos párrafos del libro de José Antonio Fortea, “Summa Daemoniaca” y hablaba cómo él era director espiritual de una persona que había recibido muchos dones de Dios y que empezó a engreírse.
Empezó a dejar de escuchar los consejos de la dirección espiritual y este sacerdote le advertía: Oiga, pues, escuche lo que le estoy diciendo… Y esta persona se ensoberbeció y dejó de escuchar, dejó de ser dócil a la dirección espiritual y terminó cometiendo pecados muy graves, perdiendo esos dones que Dios le había dado.
Nadie tiene asegurada la salvación. “Señor ayúdame a ser humilde de verdad, ayúdame a ser dócil. Ayúdame a no desaprovechar todas las oportunidades que me das para acercarme a Ti, para rectificar, para alejarme del mal y saber que el mal estará presente en el mundo hasta el final”.
PSEUDO JESUS
Y eso, es también para nosotros, razón más para no confiarnos. No podemos estar seguros de que vamos a ser siempre trigo. Le pedimos a Dios: “Señor, ayúdame a no separarme de Ti, no permitas que nunca me separe de Ti; no confiarme”.
Continuamos hablando de diferentes cuestiones, al final este muchacho se fue, yo me quedé ahí solo y se acercó el “pseudo Jesus”, y me dijo:
– Hey, ¿tú eres sacerdote?
Yo: Sí soy sacerdote.
– Ah pues, es que vi que traías el cuello, el alzacuellos y me pareció que fueras sacerdote.
– Sí, pues, efectivamente yo soy sacerdote.
– Hey man you look like Jesus!
No me aguante y se lo dije. Y él se impresionó, se quedó un poco serio pero alegre y me dijo:
– Thank you.
Le gustó que le haya dicho eso y me explicó, después de un rato, que se había dejado la barba larga porque le faltaban unas piezas dentales y que con la barba se disimulaba un poco. Que en este momento no tenía posibilidad de ponerse unos implantes, pero sí de dejarse la barba larga.
Estuvimos conversando un buen rato, agradable y, al despedirnos, me volvió a agradecer que le haya dicho que se parecía a Jesús.
Pues,
“…al final vendrán los ángeles y arrancaran a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados y los arrojaran al horno encendido…”,
y no habrá mal en el mundo, pero tampoco en el mundo habrá necesidad de implantes dentales, en el mundo futuro, en el cielo; porque todo será perfectísimo, todo será nuevo; incluso, nuestra misma realidad corpórea. Dios nos va a restituir un cuerpo glorioso, un cuerpo perfecto.
También esa esperanza la tenemos, no habrá nada malo, nada imperfecto. “Señor, ayúdanos a ser de verdad trigo, a saber, aprovechar todas las oportunidades que nos das para volver a Ti y ayúdanos a estar cada vez más unidos a Ti”.
Se lo pedimos a nuestra madre, María Santísima.
Cuando escuché las reflexiones , verdaderamente me sentí cerca de Dios, pero leerla me me mueven el alma.
Cuando escuché las reflexiones , verdaderamente me sentí cerca de Dios, pero leerla me me mueven el alma.