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Ser de María nuestra gran alegría ¿Qué nos enseña la fiesta de la Natividad de nuestra madre del cielo?

Maria Natividad

La Solemnidad de la Natividad de María se relaciona con una fiesta del Siglo IV, donde se conmemoraba la dedicación de una antigua Basílica Mariana en Jerusalén. Sin embargo, fue hasta el Siglo VIII que, con el Papa Sergio I, esta fiesta se empezó a celebrar en Roma.

La Iglesia únicamente celebra tres Natividades en su calendario litúrgico: la Natividad de Nuestro Señor el 25 de diciembre, la Natividad de Juan el Bautista el 24 de junio y la Natividad de María Santísima el 8 de septiembre. Es decir, la Iglesia honra el nacimiento de las 3 figuras principales de la encarnación y la redención.

El papel de la Virgen María en la historia de la redención del hombre es muy importante, de esto san Agustín nos dice: «Ella es la flor del campo de quien floreció el precioso lirio de los valles. A través de su nacimiento, la naturaleza heredada de nuestros primeros padres cambia», y es que pensemos por un momento que hubiese pasado si María hubiese dicho que no al plan redentor de Dios. Es trascendente la presencia de María en la historia de la salvación.

Una gran alegría debe inundar nuestro corazón, pues tenemos en el cielo a una Madre que nos cuida, que intercede por nosotros, que nos ama, una doncella preciosa, cuya fe, cuya esperanza, cuya pureza agradan a Dios.La vida de la Virgen María fue una divina aventura de amor, una aventura que todos estamos llamados a vivir. La inmensa aventura de amar.

¿Has pensado que puede enseñarnos la Natividad de María? Te invito a que descubramos juntos lo que la Virgen María le quiere decir a nuestro corazón en este día especial.

Nuestro regalo: poder llamarte Madre

Tenemos en el cielo a una Reina, a una intercesora, a la Madre de Dios, pero ante todo el título más hermoso y de mayor consuelo para nuestro corazón es que María es nuestra madre.

En el pasaje de la Crucifixión de Jesús, antes de morir, Jesús nos entrega a María como madre nuestra, «Hijo ahí tienes a tu Madre» (Jn 19, 25). En el cielo tenemos una madre de amor, una madre que nos comprende, que no es ajena a nuestras luchas e inquietudes. Una madre que nos ama y que siempre intercede por nosotros ante su hijo Jesús.

Una madre protege, una madre cuida, una madre consuela, una madre ama y ama profundamente. Es por esto que en esta fiesta tan hermosa de la Natividad de María te invito a que tu corazón agradezca por el precioso regalo que es tener en el cielo a la más hermosa de todas las Madres.

Te invito a que te acerques a Ella, con la confianza con la que un niño se abandona en brazos de su madre. Te invito a celebrar a la más hermosa flor del jardín del Señor.

Es en esta dulce madre del cielo que nuestro corazón descansará, ella que es buena madre, sabe que te inquieta y que te turba, ella mejor que tú, sabe qué necesitas, ámala, ámala con todo el corazón, porque su manto maternal es el mejor refugio.

Santa Teresita del Niño Jesús

Dice de la manera más hermosa la dicha de llamarnos hijos de María: «Mi querida Madre María, creo que soy más feliz que tú. Porque yo te tengo como Madre, y tú no tienes a la Santísima Virgen para amarla, como te tengo yo».

Se alegra el corazón ante la dicha de tener una madre en el cielo, el alma se sabe segura cuidada por tan bella doncella, que la natividad de María regocije tu corazón y puedas con mucha alegría y esperanza decir «es tu Natividad María, pero el regalo es mío de poderte llamar Mamá».

Quien acude a María jamás se verá defraudado

No existirá jamás oda que alcance a describir su hermosura, no habrá jamás historia donde su intercesión no se haya hecho manifiesta, pues tan buena Madre es María que jamás se ha oído decir que alguien haya sido desamparado por ella, digamos junto a san Bernardo Abad «animado por esta confianza, a vos también acudo». No pienses en la enormidad de tu culpa, no dejes que tus pecados e imperfecciones te alejen de su amor maternal.

Siempre en medio de la dificultad, encuentra en esta Estrella del Mar, la guía para que la navecilla de tu alma, halle buen puerto junto a Jesús, que siempre sepas que en medio de la dificultad puedes acudir a Ella, «clama, vuelve Invoca a la Señora, y serás fiel» (San Josemaría).

Que sea esta fiesta la que vuelva nuestro corazón al de nuestra madre, que siempre tengamos presente que María no desoye nuestras súplicas y que nuestro corazón sea dócil a sus brazos maternales, y siempre ten presente junto a san Josemaría que lo que necesites «pídeselo a la Reina».

Dicha la nuestra de contar con una madre amorosa, que siempre va a interceder por nosotros ante el Señor, por nuestras necesidades, pidamos al Señor y a su Madre Santísima, nos concedan un corazón dócil, un corazón abandonado en la divina voluntad, un corazón que unido a los de Jesús y de María sean capaces de endulzar este mundo tan necesitado e indiferente.

Es mi madre, mi María

Deja de lado la turbación, deja a la inquietud disiparse, María, la flor más bella del jardín del Señor, puede poner en tu corazón inquieto su paz, su consuelo y su amor de madre. Aunque no conozco tu situación particular, hay algo que sí te puedo asegurar: el amor maternal de María será tu gran gozo y alegría.

Hoy que el mundo está sumido en la indiferencia, en la desesperación, hoy que la tristeza se impone al amor, es el momento de confiar en la Virgen María, es momento de dejarnos amar por ella, es momento de hacer de su corazón Inmaculado un refugio seguro donde descanse nuestra alma.

Que sea nuestra madre, toda hermosa, que sea esta mujer que es obra perfectísima del amor de Dios, quien nos guíe noche y día, que ante la inquietud el corazón acuda a María y que tan confiada esté nuestra alma que podamos siempre exclamar

«¡qué sería de mí, mamá¡»

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