¿Cómo planea un santo?. Planear es un ejercicio muy humano y cotidiano, en el que tratamos de organizar nuestro presente, para configurar un futuro deseado. No obstante, puede que nuestras vidas se vean repletas de planes, que en muchas ocasiones y por distintas situaciones, no logramos materializar; lo que nos llena de frustración y temor frente a lo que ha de venir. Tampoco existe un instructivo que contenga los pasos a seguir para planear con éxito, por más preparados que parezcamos estar siempre habrán situaciones externas que no lograremos controlar: somos criaturas frágiles, en la montaña rusa de la vida.
En vista de todo esto, hace unas semanas me ha surgido la pregunta ¿cómo planea un santo? Por lo que compartí mi inquietud en redes sociales; como resultado, obtuve respuestas muy diversas que me llevaron a querer profundizar sobre el tema. Lo mejor de atreverse a indagar sobre temas de fe, es que las respuestas van surgiendo espontáneamente, como si Dios las pusiera delante de ti; como respondiendo a cada duda que hay en tu corazón.
Tener el corazón dispuesto
Es común escuchar expresiones como “no hagas planes, deja que Dios los haga por ti”; lo que en primera instancia me parece la promoción descarada de la pereza, pues puede llevarnos a esperar que todo caiga del cielo de manera providente, y la verdad es que tampoco creo que a Dios le agraden los hombres sin iniciativa.
Todos aquellos llamados a una misión en la historia de la salvación han tenido la iniciativa de emprender lo que Dios les encomienda, si se hubiesen quedado quietos esperando el “momento propicio” para hacer lo que se les pide, seguro estaríamos contando otra historia. Así, para cumplir lo que planea a plenitud la voluntad de Dios debemos tener el corazón dispuesto a movilizarse, incluso a veces por caminos desconocidos, y para lograrlo se debe tener una estrategia.
Por ejemplo, San Ignacio de Loyola preparó toda una estrategia para mejorar la oración, los conocidos Ejercicios Espirituales o San Francisco de Asís quien supo responder prontamente a la voz del Crucifijo de San Damián, que le pedía reparar la Iglesia.
La oración como medio de planeación
Ahora bien, ¿cómo sé que mis planes son agradables a Dios? La respuesta es sencilla: ¡ora! La oración, antes que un monólogo, en el que le expreso a Dios mis necesidades, es un diálogo en el que me dejo encontrar por Él, en el que le abro mi corazón y Él amorosamente me responde, es hablar con un amigo, definitivamente el mejor de todos.
Me dirás que en ciertas situaciones es difícil conocer con certeza el plan de Dios para tu vida y que escuchar Su voz es cada vez más complejo en el mundo de la inmediatez y del ruido. No obstante, es necesario diariamente buscar momentos de silencio, en los que podamos saciar nuestra alma del agua que brota para la vida eterna (cfr. Juan 4, 14).
Buscar lo bueno, lo agradable y lo perfecto
Hace un tiempo atrás un sacerdote me dijo que la Biblia era el proyecto que Dios había creado para mi felicidad, y en su momento no me tomé en serio sus palabras; pero con el tiempo he descubierto que la Sagrada Escritura contiene todas las respuestas que el corazón humano anhela escuchar.
Y justo ahí fue donde encontré las respuestas a la pregunta con la que inició todo esto. En el Salmo 1 dice que es feliz quien se recrea en la Ley de Yahvé, y que por lo tanto “Todo cuanto emprende prospera” (Salmo 1, 3); por lo tanto, el justo, aquel que cumple los mandamientos de Dios, verá realizados sus planes; por el contrario, no dan fruto los planes de quien pone la confianza en el hombre (cfr. Salmo 145).
Unión de voluntades
Por lo tanto, el creyente para que sus planes sean agradables a Dios, debe buscar en todo momento “lo bueno, lo agradable y lo perfecto” como lo dice San Pablo en la Carta a los Romanos capítulo 12, versículo 2; es decir, que su voluntad se una a la voluntad de Dios; lo que lo llevará a ser verdaderamente santo.
Dios no menosprecia nuestras capacidades humanas en la construcción del Reino de los Cielos. Si bien, a veces nuestros planes dan gloria a Dios, nunca debemos cerrarnos a la Providencia Divina, pues los caminos del Señor son más altos que los nuestros, la clave está en siempre planear con ayuda de la oración, preguntándole al Señor lo que espera de nosotros.
Te invito a meditar este pasaje de la Sagrada Escritura:
«Propio es del hombre hacer planes, pero la última palabra es de Dios. A los ojos del hombre todos sus caminos son puros, pero el Señor juzga las intenciones. Encomienda al Señor tus obras, y tus proyectos tendrán éxito.» Proverbios 16, 1-3
Resumen: El mejor instrumento que tiene el cristiano para planear es la oración, para ello debemos buscar lo que es bueno, agradable y perfecto al Señor, dejándonos interpelar por Su Palabra que es fuente de vida, de tal manera que nuestra voluntad se una a la voluntad de Él.
Te dejamos esta meditación para que te ayude a profundizar el tema: Ser como Dios
Foto de Portada de César Fárias