Muchas son las maneras que han tenido los cristianos a lo largo de la historia para manifestar su devoción a quien hizo las veces de padre del Redentor. Entre ellas se destaca la contemplación de los “dolores y gozos de san José” los siete domingos anteriores al 19 de marzo.
De San José las escrituras nos hablan muy poco, pero la devoción popular ha insistido en contemplar o considerar, los principales misterios acontecidos a lo largo de su vida en la tierra entretejidos de gozos y dolores, en los que se refleja de algún modo toda vida humana, la nuestra, y en la que encontramos luz, serenidad, fortaleza, sentido sobrenatural, amor a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo y a la Santísima Virgen.
Como nos ha recordado el Papa Francisco, la vida de San José fue un acto continuo de fe y obediencia en las circunstancias más difíciles y oscuras en que le puso Dios. Él es al pie de la letra el administrador fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su familia.
PRIMER DOMINGO DE SAN JOSÉ
El dolor: cuando estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa.
La alegría: cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la encarnación.
Oh castísimo esposo de María, glorioso San José,
¡qué aflicción y angustia la de vuestro corazón en la perplejidad en que estabais sin saber si debíais abandonar o no a vuestra esposa sin mancilla!
Pero ¡cuál no fue también vuestra alegría cuando el ángel os reveló el gran misterio de la Encarnación!
Por este dolor y este gozo os pedimos consoléis nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa muerte semejante a la vuestra, asistidos de Jesús y de María.
Padrenuestro, Ave y Gloria.
– Aprovechar los domingos de san José para pedirle que nos enseñe a ser buenos obreros, puntuales, ordenados. Bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida.
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.