Este año es la oportunidad de analizar y tomar en serio qué cambios o propósitos deseas comenzar a poner en práctica. Busca lo que tengas que hacer en este nuevo año, reza para que los alcances. Mira con ojos diferentes a las personas que se cruzan en tu camino, rompe ese hielo porque con Jesús todo propósito es posible.
Todo lo recibes de Cristo para que después lo compartas con los demás. Ese compartir necesitas vivirlo. Cristo quiere darte todo, quiere darte su perdón, su amor, su alegría, Él te lo da todo, solo espera que lo aceptes y si lo haces sentirás tu transformación. Te invito a que busques tus propósitos y así vivas tu día a día desde el amor.
Mi intención con este escrito es regalarte un poco de la alegría y satisfacción que siento al haberme propuesto hacer unos cambios en mi existencia, cambios que me están ayudando a desvelar (sigo con este propósito diariamente) el rostro del Señor.
Entrega a Jesús todo lo que no te deja vivir: tristeza, angustia, miedo, duda, rencor, odio, envidia… Si se lo entregas, Él va a entrar en tu corazón, lo transformará en misericordia, alegría, amor. Descubrirás que, pese a los problemas, sufrimientos, miedos, o enfermedades tu vida volverá a la normalidad y te parecerá mentira cuánto lloraste o sufriste.
Comenzar por lo primero
Uno de los primeros propósitos que puse en práctica fue el de agradecer al Señor diariamente todo el bien en mi vida, por supuesto, que ahora he aprendido también a darle gracias por las pruebas o piedras que se presentan, ya que ellas me enseñan a que debo aceptar su voluntad y darle más valor a lo positivo que a lo negativo.
Si sabemos ser agradecidos tendremos más facilidad de reconocer a Dios.
Otra práctica que partió como propósito que empecé hace cinco (5) años es el de hacer el rosario todos los días. Al principio me costaba concentrarme (aún ocurre, a veces) o no hacerlo, pero ahora ha cambiado a una necesidad. Necesidad que he convertido en oración por personas que no conozco y de las que escucho que están enfermas o que les ha ocurrido algo, por amigas que me piden que ore por ellas o sus familiares, igual por los difuntos.
Un propósito que puedes (si no lo has hecho) comenzar a practicar es el de orar. “Orar es dejar que Cristo entre en ti, en tu vida, y te ayude a ubicarte, a poner orden en tu corazón”. Todo es Gracia, acepta a Jesús en tu vida y aprende a vivir de Él. Ora, ora mucho, todos los días. Conversa con Él mientras vas en el auto, el tren, el autobús o mientras haces tus caminatas, recuerda que Él está en todas partes, que te escucha que te espera. A mí me encanta mirar el cielo cuando salgo en las mañanas a caminar o mientras manejo. ¡Dios! me encanta verlo y aprovecho para agradecerle, sonreírle y decir: ¡Bendito, bendito, bendito seas, Señor!
Visita al Santísimo Sacramento
En una ocasión, escuché a una amiga contar sobre la experiencia que se vive al visitar al Santísimo, no solo hablaba de su vivencia, contaba también las de otras personas. Poco tiempo después, por casualidad, descubrí en YouTube Cinco minutos con Jesús Sacramentado/ Edgarius, quien inicia su oración diciendo:
“…Querido Jesús, prisionero de amor abandonado en tantos Sagrarios y olvidado, el buen Jesús que sigue anhelando nuestra visita y pide un gesto de amor de la humanidad…”.
A partir de ese momento procuro ir cuatro o cinco veces en la semana a visitarlo. Este es uno de los propósitos que de seguro obtendremos mejores resultados.
Mi hermana me regaló una imagen de Jesús Misericordioso y todos los días le saludo y converso con Él, pero me siento mejor cuando lo visito, cuando estoy en su Santuario, aunque sea un ratito. Propósito que espero superar en este 2025.
En muchas ocasiones, nos ocurren cosas y pensamos que no podremos salir de ellas, nos da miedo enfrentarlas. Ve, visítalo, entrégale todo y verás que poco a poco Jesús te mostrará el camino, te dará la paz y la felicidad. Ese puede ser otro de tus propósitos.
¿Aún tienes a tus padres?
Da gracias a Dios por ellos, dale cariño, atención, regálale tiempo, llámalos todos los días si los tienes lejos, dedícales momentos gratos, sácalos a pasear. Haz oración por tus padres. Estos son regalos en los que no tienes que invertir dinero.
Propósito que puedes practicar no solo con ellos, también con tus hermanos, tíos, amigos, de seguro notarán tu cambio y aunque no te lo digan se sentirán contentos por eso.
Y la virgen María, ¿cuál es tu relación con ella, forma parte de tu vida?
Recuerda que María también te ama, así que no dudes en buscarla en pedirle:
“dame tus ojos Madre para saber mirar
si miro con tus ojos jamás podré pecar
Dame tus labios Madre
para saber rezar, si rezo con tus labios
Jesús me escuchará…
dame tu manto, Madre
que cubra mi maldad
cubierto con tu manto
al cielo he de llegar…”.
Nunca olvides que Ella es refugio de los pecadores, auxilio de los cristianos. Comienza con un Ave María, hazlo, despacito con amor. Es la oración que más le gusta. No dejes de agregar este propósito a tu vida.
Benedicto XVI dijo: “El cristianismo empieza cuando hay un encuentro con Cristo”.
Te han contado, has escuchado o visto muchas películas sobre Jesús, lo que hacía y decía, pero si no permites que entre en tu vida de una forma vivencial, Él no se hará real en ti.
De seguro sabes que Jesucristo ha dado su vida por ti, que murió y resucitó por ti, pero si eso no lo sientes, no lo crees, entonces, no será real.
Busca esa vivencia, identifica tus propósitos para este año y verás cómo tu vida se va transformando y la fe hará que lo notes, que lo sientas. Deja los miedos, los apegos las dependencias afectivas. Conoce el Reino de los cielos.
¿Eres capaz de poner en segundo orden tu trabajo, tus proyectos, eres capaz de darle el primer lugar a Dios y seguirlo inmediatamente?
Dile al Señor que lo quieres conocer, no por lo que escuchas de Él sino por lo que experimentes con Él.