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Mario Rafael Monteverde

Licenciado en Comunicación Social. Profesor de Literatura y Filosofía. Máster en Administración de Empresas.

7 min

HABLAR CON JESÚS VI: ¿Qué me dice Dios?

Para identificar con cierta claridad lo que dice Dios en la oración, debemos captar la primera idea que venga a nuestra cabeza. Esta suele ser la más fiable, porque si comienzas a darle vueltas a más cosas que vayan apareciendo, lo más probable es que tu mente te traicione y ponga en tu cabeza ideas que son más tuyas que de Dios.

Esta primera idea captada, la podemos ir trabajando con nuestra inteligencia.  Es recomendable ir escribiendo (en alguna libreta o en alguna aplicación de tu teléfono) las cosas que vayamos recibiendo de Dios en la oración.  De este modo no se nos olvida y nos servirá después para ver por dónde nos está llevando Dios a cada uno de nosotros.

Voy a ponerte un ejemplo.  Supongamos que empiezas a hacer tu rato de oración. Estás recogido, has quitado de tu cabeza todo ruido interior, y estás dispuesto a hacer la voluntad de Dios en cualquier cosa que te pida.  Comienzas a preguntarle sobre cómo debes actuar después de una discusión que has tenido con tu madre.

El Señor, pone inmediatamente en tu cabeza la idea de perdón, lo que te puede hacer entender que lo que Dios te pide es que vayas a hablar con tu madre y le pidas perdón por la discusión que han tenido. Pero luego puede aparecer en tu cabeza la idea de salir y de tener un día libre que despeje tu cabeza de lo que ha ocurrido.

Tanto la idea de pedir perdón como la de despejar la cabeza son cosas buenas, pero es más probable que la idea de perdón haya venido de Dios, al ser la primera en llegar a tu cabeza.

Esto no quiere decir que siempre la primera idea venga de Dios, pero al menos casi siempre será así. Tu conciencia también juega un papel importante para darte cuenta si aquella idea viene de Dios. Así que es bueno escuchar lo que tu conciencia te dice.

¿Qué te inspira Dios?

Por último, hay que tener certeza de que las ideas que nos ha inspirado Dios en nuestra inteligencia, vienen de Él. Al inicio puede costarte discernir lo que viene de Dios de lo que viene de ti mismo.  Por eso es bueno hablar regularmente con una persona con buena formación que te acompañe espiritualmente, alguien que tenga experiencia y con la que tengas mucha confianza.

Algunos lo llaman director espiritual o acompañante espiritual.  Esa persona te podrá ayudar a identificar si efectivamente alguna idea ha venido de Dios o no, e intentará ayudarte a seguir sus caminos.

Por si acaso, esto no quiere decir que la persona a la que le cuentes esto sea infalible, pero normalmente tienen la gracia de Dios para ayudarte.  Además, dos cabezas piensan mejor que una, y que se lo cuentes a otra persona bien formada, te podrá dar una mejor perspectiva de las cosas.  Con el paso del tiempo, si eres constante en la oración, poco a poco sabrás identificar la voz de Dios con mayor facilidad.

Es muy recomendable reflexionar sobre lo que has recibido de Dios.  Cuando acabamos de hablar con alguien de un tema importante, o terminamos de ver algún vídeo de alguna persona que ha dicho cosas interesantes o leído algo que nos ha llamado la atención, solemos reflexionar sobre aquello, para poder asimilar las ideas que he recibido.

Lo mismo pasa con la oración.  Nunca está de más tomarse un tiempo para reflexionar sobre las cosas que Dios nos ha podido comunicar. Tampoco se trata de ser exhaustivos con esto.  La idea es asimilar lo mejor posible aquellas cosas que Dios nos ha hecho ver para sacarles el mejor provecho.

Otras formas de comunicación

Quisiera comentarte algo fundamental para la vida interior: Dios no siempre responde en ese instante.  En ocasiones parece que le preguntamos cosas al Señor en la oración, y no recibimos ninguna respuesta.  Puede ser que tal vez te haya faltado recogimiento, o que no estés dispuesto a cumplir su Voluntad, pero si no se debe a esto, lo más probable es que Dios no quiera responderte en ese momento.

Esto no debe molestarte ni inquietarte, simplemente quiere decir que el Señor ve conveniente que por el momento es mejor no responder o que todavía no estás preparado para algunas cosas.  Si sucede, la recomendación es clara: confía en Él, que sabe más.

En ocasiones –pasa más seguido de lo que supones–, Dios usa otros medios para responder. Alguna vez te contestará a través de algún suceso de tu vida, también podría comunicarte lo que te quiera decir mediante alguna de las lecturas de la misa, o incluso podría decirte algo a través de alguien que te dice justo las palabras precisas que necesitabas. Todo eso lo irás descubriendo con el tiempo, lo importante es la apertura a la gracia y la confianza en Dios.

Un aspecto que conviene aclarar es que Dios no es intenso, no está dando órdenes ni pide cosas todo el tiempo.  Él también nos consuela, nos anima, nos acompaña, no siempre nos tiene que estar diciendo cosas, aunque en ciertos momentos nos comunique cosas concretas para mejorar o nos muestre cómo debemos comportarnos ante diversas situaciones.

¿Qué pasa si no tengo ganas?

Tengo que advertirte una cosa que tal vez ya lo hayas notado.  Es una idea que hemos mencionado antes, pero que es necesario reforzar. Y es que muchas veces no tendrás tantas ganas de hacer oración, sobre todo si no estás acostumbrado a rezar a diario.
Es en ese momento cuando debes de pensar:  ¿Por qué haces oración? Esa pregunta debes responderte tú mismo.  La esencia de la contestación normalmente será el amor: el amor a Dios, tu deseo de estar y relacionarte con Él.

Por eso la falta de ganas, las distracciones, o cualquier otra cosa –salvo casos excepcionales como una enfermedad, por ejemplo–, no son excusa para dejar de hacer oración.  Muchas veces no tendremos ganas de hacer cosas que nos convienen, como bañarnos, lavarnos los dientes, estudiar, o ayudar a una persona necesitada.

Pero es necesario entender que, en la vida, hay cosas que se tienen que hacer, aunque no tengamos ganas.  Solo imagínate qué pasaría si una madre no alimenta a su hijo porque no tiene ganas, si un obrero no quiere trabajar porque está desganado, o si un médico no quiere atender a un paciente necesitado porque tiene pereza.

A corto plazo puede parecer que no sirve de mucho, pero con el paso de los años, aquella persona que hace oración se va dando cuenta lo maravilloso que es tener a Dios tan cerca, y lo bien que le hace escucharlo y cumplir su Voluntad.

hora para preparación

¿Y si no tengo tiempo?

Puede ocurrir que lleguemos a pensar que no tenemos tiempo para la oración.  Hay muchas cosas por hacer: deberes, actividades extracurriculares, estudiar para un examen, encargos de la casa, etc. Sin embargo, cuando uno es sincero y examina su conciencia con honestidad, puede darse cuenta que siempre hay tiempo para Dios, siempre podemos encontrar en nuestro día diez, quince, o veinte minutos para dedicárselos al Señor.

Si piensas cuánto tiempo pasas en el teléfono (Internet), jugando videojuegos, viendo series o películas, o incluso a estar echado en la cama sin hacer nada, tal vez puedas darte cuenta que pierdes más tiempo del que creías.

Tiempo suele haber siempre, la pregunta es: ¿estoy dispuesto a dárselo a Dios? En definitiva, es necesario darse cuenta que no le estamos haciendo un favor a Dios, es Él quien nos hace un regalo a nosotros.

Dios ha sido muy generoso con cada uno, solo basta profundizar un poco para darnos cuenta de esto. Del mismo modo, podemos ser generosos con Él, entregándole un poco de nuestro tiempo para acompañarlo y escucharlo. Recuerda que Dios nunca se deja ganar en generosidad.

Ideas finales

He procurado dar una serie de ideas que te podrán ayudar a hablar con Dios, a hacer oración.  Pero la única forma de aprender a hacer oración es con la práctica. No existe otra forma. Aunque te pueda parecer difícil, tener una vida de oración vale la pena.  Así que te animo a que hables con Dios constantemente, sabiendo que tienes un Amigo que te ama de verdad, y que quiere lo mejor para ti.

Muchas veces requerirá esfuerzo, pero debemos siempre tener la certeza de que Dios trabaja en silencio en nuestra alma, aunque no lo notemos.  Es algo parecido al crecimiento de una persona: de un día para el otro no notamos nada, pero con el pasar del tiempo se puede apreciar cuánto ha crecido.  Lo mismo sucede con nuestra relación con el Señor.

Comprométete a ser un cristiano verdadero, que hace todo lo que esté a su alcance para amar a Dios sobre todas las cosas y que está dispuesto a dejar que Dios actúe en su alma para que llegue a ser aquel quien está llamado a ser.

una mano amiga

Un consejo final

Nos viene de Benedicto XVI, que nos recuerda que la primera escuela para la oración es la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura. La Biblia es un diálogo permanente entre Dios y el hombre, un diálogo progresivo en el cual Dios se muestra cada vez más cercano, en el cual podemos conocer cada vez mejor su rostro, su voz, su ser. Y el hombre aprende a aceptar conocer a Dios, a hablar con Dios. La Biblia, que es Palabra de Dios, es otro medio que tiene el Señor para hacernos llegar su Voluntad. Vale la pena leerla y meditar sus pasajes, especialmente los Evangelios, que nos narran la vida y obras de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.

Quisiera terminar hablando de la Virgen María, ella es maestra de oración, sin duda el ser humano que mejor ha hecho oración. Puedes pedirle ayuda para que te enseñe a escuchar la voz de Dios y que te conceda de Dios la gracia que necesitas para ser fiel en este camino de oración.


Escrito por

Mario Rafael Monteverde

Licenciado en Comunicación Social. Profesor de Literatura y Filosofía. Máster en Administración de Empresas.

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