Hay un principio de teología clásica que se llama el sacramento del momento presente, hic et nunc o “aquí y ahora” como se le conoce popularmente. A Dios no se le encuentra en el pasado, ni en el futuro sino en el presente, en cada momento, en cada segundo.
No importa si es un momento ameno o un momento difícil. Cada momento es una oportunidad para aceptar a Dios o rechazarlo. Un momento para encontrarse con Dios o para evadirlo. La verdad sea dicha, solo estando presentes podemos mejorar, aceptar, perdonar.
Eso fue lo que logró hacer Monseñor Romero, el santo de América. Su figura es digna de admiración por su lucha por las libertades civiles en el siglo XX y está a la altura de Martin Luther King Jr. ¿Lo conocías?
¿Quién es Mons. Romero?
Quiero presentarte una profunda reflexión personal sobre la memoria, presente del pasado parafraseando a san Agustín, de san Óscar Romero; buscando estar más atentos aquí y ahora, luchando por un futuro mejor.
Justamente, hoy se cumplen 41 años del martirio de Monseñor Romero, quien puso su vida y su arquidiócesis al servicio de la justicia y la reconciliación de El Salvador. “La voz de los sin voz”, como le decían, denunció violencia, atropellos contra los derechos humanos y civiles por parte del gobierno luchando contra los asesinatos cometidos por los escuadrones de la muerte, entre ellos a amigos sacerdotes.
Monseñor Romero fue mártir no solo por su forma de morir sino por su lucha en vida. Murió en el momento más sagrado para un Obispo. Solo conozco de dos santos más en la historia que han muerto mientras celebraban la Santa Misa.
Óscar Romero por su parte muere ante el altar, justo al inicio del ofertorio, con el corporal abierto, listo para poner ahí el pan que más tarde va a convertirse en el Cuerpo de Cristo que se ofrece en la Cruz, después de haber comentado en la homilía que si el grano de trigo no muere, no da fruto. Todo esto por defender a los pobres.
Compromiso de Cristiano
Me resulta impresionante y admirable la franqueza con la que hablaba: “Una religión de misa dominical pero de semanas injustas, no gusta al Señor. Una religión de mucho rezo pero con hipocresías en el corazón, no es cristiana. Una Iglesia que se instala sólo para estar bien, para tener mucho dinero, mucha comodidad, pero que olvida el reclamo de las injusticias, no sería la verdadera Iglesia…”.
Para construir un futuro mejor, es necesario entender el pasado para ser generosos en el presente. Por eso entiendo la decisión del actual presidente de El Salvador, Nayib Bukele. En el 2015 era alcalde de San Salvador. En honor a la memoria de Romero y a la sensibilidad del pueblo salvadoreño restituye el nombre de una de las avenidas principales de su ciudad que por una época tomó el nombre de la persona a la que se le atribuye el asesinato intelectual de Romero.
Todo esto gracias a la distancia del tiempo que nos permite ver el mismo fenómeno con una perspectiva diferente. Esa distancia es lo que nos permite entender el triunfo de la verdad de uno de estos fenómenos: Óscar Romero, hijo de Guadalupe, santo de América. Y sin embargo, por más que hubo este triunfo de la verdad, no se ha resuelto el motivo de su lucha: la desigualdad rampante, la evasión certera, la corrupción grosera en América Latina.
El Santo de América
En nuestro presente, Monseñor Romero es santo. Cuando el Papa lo convierte en santo, nos está diciendo que es un modelo para los católicos en todo el mundo.
Lo que nos dice Francisco al canonizarlo es que la Iglesia debe estar del lado de los necesitados y, por lo tanto, la Iglesia debe sostener, como un ejemplo para todos, a este hombre que dio su vida por los pobres. Lo interesante es que fue canonizado junto a Pablo VI.
Pues esto es evidente, ya que Monseñor Romero actuaba siguiendo el magisterio de Pablo VI, su Papa contemporáneo. No podemos entender el pensamiento de san Óscar Romero sin este Papa y su exhortación apostólica Populorum Progressio
Este documento es fuente de inspiración para el mismo Papa Francisco y mantiene una actualidad impresionante. Hay en esta encíclica algunas frases que son inolvidables. Como estas que nos lleva a reflexionar sobre lo esencial del progreso:
“La avaricia de las personas, de las familias y de las naciones puede apoderarse lo mismo de los más desprovistos que de los más ricos, y suscitar en los unos y en los otros un materialismo sofocante”. “La búsqueda exclusiva del poseer se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser”.
Advertencia sobre las riquezas
El predecesor del Papa Francisco, Pablo VI, ya reconocía que en el futuro próximo ya no bastarán las iniciativas locales e individuales. “La presente situación del mundo exige una acción de conjunto que tenga como punto de partida una clara visión de todos los aspectos económicos, sociales, culturales y espirituales”. Finalmente, para volver a nuestro tema del tiempo, ya decía en su época este Papa que el manto real impuesto a la Iglesia a lo largo de los siglos resulta hoy anacrónico.
Podemos ver un eco de estas frases en la encíclica del Papa Francisco, Fratelli Tutti: “Sólo el hombre que acepta acercarse a otros seres en su movimiento propio, no para retenerlos en el suyo, sino para ayudarles a ser más ellos mismos, se hace realmente padre.”
Estoy seguro que el ejemplo de Romero marcó muchas de las posturas del pontificado de nuestro Papa Francisco. Inclusive, Romero se levantó contra injusticias que Bergoglio omitió en su tiempo durante las dictaduras en Buenos Aires, pecados por los cuales la Iglesia argentina pidió perdón.
Dios sabe cómo hace las cosas, todo esto tenía que pasar. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.” Esto es parte del Evangelio del día en que asesinan a Romero. Podríamos ir tan lejos como para afirmar que uno de esos frutos es parte del pensamiento del Papa Francisco.
Justamente la santificación de Romero tiene sentido en el contexto del pontificado del Papa Francisco, primer Papa latinoamericano, que manifestó al explicar la elección de su nombre que quiere “una Iglesia pobre para los pobres”; por más que fue Benedicto XVI quien desbloquea el proceso para canonizarlo. El nombre de Francisco significa amor a los pobres, defensa de la paz y de lo creado. Un papa latinoamericano, que ha palpado una realidad distinta, propia del continente americano con un estilo de vida sencillo, austero, cálido, cercano a la gente.
Sus enseñanzas
La pregunta ahora para nosotros es ¿qué podemos aprender de Óscar Romero en este preciso instante? El mismo Satanás estuvo enfrentado a ese sacramento del momento presente en el inicio de la creación y eligió mal, muy mal. Nosotros tenemos esa misma lucha día a día, hora a hora, minuto a minuto y segundo a segundo.
Pues la santificación de Óscar Romero nos exige luchar por la justicia y la igualdad social. ¿Queremos ser parte de la solución o del problema? Su ejemplo debe seguirse. “La oración es la cumbre del desarrollo humano”, solía decir. Pues esa cumbre se apoya en una base sólida que necesita de todos para que todos duerman con techo, se alimenten bien y accedan a la educación.
Cómo dijo Juan Pablo II en una visita en un barrio pobre de Guayaquil : “Que nadie se quede tranquilo … mientras haya una familia sin vivienda, un niño sin escuela, un enfermo sin atención…”. Debemos salir de esta cultura del descarte sin permitir que nadie se quede atrás.
Cada momento es una oportunidad para encontrarte con Dios o para escaparte de él. Cada persona también, en el rostro de un migrante, de tu amigo que sufre, de tu pareja que llora, de tu hijo ignorado.
Termino recordando otras palabras de esa gran encíclica de Pablo VI que nos llama la atención. “Han oído la llamada de los pueblos que sufren, ustedes los que trabajan para darles una respuesta, ustedes son los apóstoles del desarrollo auténtico y verdadero que no consiste en la riqueza egoísta y deseada por sí misma, sino en la economía al servicio del hombre, el pan de cada día distribuido a todos, como fuente de fraternidad y signo de la Providencia”.
Ayudemos a todos a alcanzar esa cumbre en su desarrollo. ¿De qué apostolado estamos hablando si no podemos siquiera ayudar al más necesitado? Hoy, aquí y ahora. En la práctica, ya basta de teoría. Monseñor Óscar Arnulfo Romero te pedimos: ¡ruega por nosotros! Y ahora me pregunto: ¿Sabemos usar ese regalo del tiempo, aquí y ahora a nuestro favor y a favor de todos?