Carlos, quiteño, a sus 48 años es multifacético, estudió Administración, Empresario exitoso, Consultor de empresas. Soltero.
Comparte sus actividades en proyectos sociales, involucrándose en el Albergue que dio acogida a venezolanos migrantes; así como proyectos con jóvenes dando apoyo moral y descubriendo vocaciones para acercarlas a Cristo y colabora con “10 Min con Jesús Al”.
Carlos actualmente está pasando por una prueba que le ha dado sentido sobrenatural a la salud, por lo que se dice ser un enamorado de Dios viviendo los mejores momentos de su vida, donde realmente siente cómo actúa Dios en su alma; padece una enfermedad catastrófica, provocada por una enfermedad autoinmune, y está en espera de la posibilidad de trasplante de hígado.
Hombre de oración y sacramentos. A partir de su enfermedad se vuelve más comprometido en su trato con Dios; “todo deja huella y cada dolor es tema de oración”ya sea para ofrecer o pedir por quienes también están pasando situaciones difíciles de salud; es cuestión de darle sentido a la tribulación, nos dice Carlos. De tal manera que se sabe escogido por el Señor al poderlo acompañar en la Cruz, permitiéndole actuar. Sorprende su serenidad y la forma sobrenatural con que ha enfrentado este duro trance, siempre con una sonrisa en los labios.
Preguntas para el diálogo
- Durante miles de años ha existido la creencia de que las enfermedades son un castigo divino. Si fuera así entonces: ¿Qué sentido tiene para un cristiano que Jesús curara a los enfermos? ¿Qué ejemplos concretos has visto en los desafíos de la vida de conocidos con enfermedades duras de aceptar?
- Según Carlos, cuando llega el dolor, dice que hay que tener fe porque es una puerta que se abre a bendiciones nuevas. ¿Es tu fe tan grande como para permitir que Dios en la tribulación, te moldee como el barro en manos del alfarero, para alcanzar la eternidad?
- La llegada de una enfermedad trae inestabilidad en el entorno de tus seres queridos, qué haces tú para que ellos ganen en fortaleza en vez de angustia? ¿Estás decidido a hablar del sentido sobrenatural de la enfermedad e invitarlos a orar en familia?
- Ante la tribulación o enfermedad, ¿cómo enfrentas tu oración con tu Padre Dios?, logras mantener ese diálogo sincero y filial; contándole tus otras ocupaciones ordinarias como el trabajo, amigos, proyectos; o te tumbas en el desánimo, quedándote en el papel de víctima?
Propuestas de acción
- En vista de tantas ideas erróneas de la época sobre las tribulaciones o enfermedades, conviene que busques acercarte al dolor y vivir las obras de misericordia corporales. Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Siempre hay oportunidad de participar de proyectos sociales que ayudarán a ver el sentido sobrenatural del dolor.
- Pedirle con frecuencia a Dios en la oración que aumente nuestra fe, convencidos de que el camino al cielo es aceptar su voluntad, aunque no se comprenda el dolor. Para los que aman a Dios, todo es para bien.
- Si queremos ayudar a los demás en situaciones difíciles, hemos de mostrarle el amor de Dios con nuestra presencia, amistad, comprensión y afecto; siendo generosos con nuestro tiempo y nuestra oración.
- Carlos nos asegura que en la enfermedad, además de la humildad, también la oración de petición, los retiros espirituales, jaculatorias y los amigos son medios para saber sobrellevarla, sin que el dolor sea estéril. Todo se trabaja y se medita para alcanzar el sentido sobrenatural.
Meditar con la Sagrada Escritura
- Se encontraron con un hombre que había nacido ciego. Ellos le preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó: este hombre, o sus padres, para que naciera ciego?”. Y Jesús les contestó: “Ni este hombre pecó, ni sus padres” (Juan 9:1-3). Cuando sufrimos, no es porque Dios nos esté castigando por algún pecado que hayamos cometido. Jesús lo dejó muy claro cuando Él y sus discípulos, al devolverle la vista, Jesús no solo curó al ciego, sino que demostró que aquellas ideas eran falsas (Juan 9:6, 7). Saber que Dios no es el causante de nuestro sufrimiento es un gran consuelo para quienes tienen enfermedades graves, ya que adquieren visión sobrenatural.
- Jesucristo “curó a todos los que se sentían mal” (MATEO 8:16). Las curaciones que hizo Jesús son solo una muestra de lo que el Reino de Dios hará a escala mundial.
- Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. (Lucas 10,37) El mejor ejemplo de la Sagrada Escritura es el de la Parábola del Buen Samaritano, que curó al herido y, al no poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados que necesitaba a otro a quien le ofreció pagarle. A ti y a mí nos corresponde igualmente acompañar en el dolor para dar un sentido sobrenatural.
- Jesús compara el reino de los cielos a «diez vírgenes, que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco con el Esposo, del cual nadie conoce el día ni la hora, estemos llenos del amor de Dios y al prójimo. Se trata de tener la mirada puesta en los bienes más altos, discernir con visión sobrenatural qué nos conviene elegir para ser felices.
Meditar con el Papa Francisco
Francisco: el dolor visto con los ojos de la fe
Igualmente el Papa Francisco ha tocado este tema en muchas oportunidades destacando siempre la importancia de enfrentar los momentos de dolor y tribulación de la vida, «con esperanza cristiana», que es aquella que «no muere jamás» porque nace de la plena confianza en Cristo. (08.12.2020)
- “Recuerden que Jesús mira con ternura a la humanidad herida” El viernes 3 de enero de 2020 el Papa Francisco dio a conocer su mensaje para la XXVIII Jornada Mundial del enfermo que se celebrará como es habitual el 11 de febrero y que lleva como título el pasaje del Evangelio según san Mateo capítulo 11 versículo 28: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré».
El Santo Padre recuerda que estas palabras pronunciadas por Jesús “indican el camino misterioso de la gracia que se revela a los sencillos y que ofrece alivio a quienes están cansados y fatigados”, ya que “expresan la solidaridad del Hijo del hombre, Jesucristo, ante una humanidad afligida y que sufre”.
- 76. La persona que ve las cosas como son realmente, se deja traspasar por el dolor y llora en su corazón, es capaz de tocar las profundidades de la vida y de ser auténticamente feliz[70]. Esa persona es consolada, pero con el consuelo de Jesús y no con el del mundo. Así puede atreverse a compartir el sufrimiento ajeno y deja de huir de las situaciones dolorosas. De ese modo encuentra que la vida tiene sentido socorriendo al otro en su dolor, comprendiendo la angustia ajena, aliviando a los demás. Esa persona siente que el otro es carne de su carne, no teme acercarse hasta tocar su herida, se compadece hasta experimentar que las distancias se borran. Así es posible acoger aquella exhortación de san Pablo: «Llorad con los que lloran» (Rm 12,15).Saber llorar con los demás, esto es santidad. (A la luz del maestro 75-76 Exhortación apostólica Gaudete et exultate, Papa Francisco)
Meditar con San Josemaría
¿Estás sufriendo una gran tribulación? —¿Tienes contradicciones? Di, muy despacio, como paladeándola, esta oración recia y viril:
«Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. —Amén. —Amén.»
Yo te aseguro que alcanzarás la paz. (691 Camino)
Sufres en esta vida de aquí…, que es un sueño… corto. —Alégrate: porque te quiere mucho tu Padre-Dios, y, si no pones obstáculos, tras este sueño malo, te dará un buen despertar. (692 Camino)
Punto 213: A veces, cuando todo nos sale al revés de como imaginábamos, nos viene espontáneamente a la boca: ¡Señor, que se me hunde todo, todo, todo…! Ha llegado la hora de rectificar: yo, contigo, avanzaré seguro, porque Tú eres la misma fortaleza: quia tu es, Deus, fortitudo mea. Te he rogado que, en medio de las ocupaciones, procures alzar tus ojos al Cielo perseverantemente, porque la esperanza nos impulsa a agarrarnos a esa mano fuerte que Dios nos tiende sin cesar, con el fin de que no perdamos el punto de mira sobrenatural; también cuando las pasiones se levantan y nos acometen para aherrojarnos en el reducto mezquino de nuestro yo, o cuando —con vanidad pueril— nos sentimos el centro del universo. Yo vivo persuadido de que, sin mirar hacia arriba, sin Jesús, jamás lograré nada; y sé que mi fortaleza, para vencerme y para vencer, nace de repetir aquel grito: todo lo puedo en Aquel que me conforta, que recoge la promesa segura de Dios de no abandonar a sus hijos, si sus hijos no le abandonan. (Amigos de Dios. Capítulo La Esperanza del Cristiano).
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