María José Ruiz, es de Costa Rica, hija tercera de una familia numerosa. Siempre le gustó la investigación, por lo que estudió Educación personal y actualmente está haciendo su doctorado en Texas. Trabaja dando clases en la Universidad. Colabora con un proyecto de gente joven, promocionando Tierra Santa.
Sobre su encuentro inicial con Dios, María José nos comenta que siente que su historia es producto de la Misericordia de Dios. Además de nacer en una familia católica practicante de vida de oración, padres, abuela; el Espíritu Santo la fue llevando por lugares y sitios con personas que rezaban y se las notaba felices. Y con lo “curiosa” que se dice ella, entre todas esas personas, observando esos patrones, siempre cuestionaba y las abordaba sobre ese misterio que veía entre rezar y ser feliz; llegando a la conclusión de que estar cerca de Dios es una ganancia.
María José nos dice que este proceso para llegar también a hablar con Dios, fue como un conectar hechos, frases, anécdotas, consejos de quienes la oración era vida en ellos. Su imaginación crecía ante las distintas respuestas:
“Espera estoy hablando con Dios”; “Estoy haciendo lo que yo solo puedo hacer”. “Pondré un audio para rezar porque después ya no podré hablar con Dios” y terminando con que Dios debería ser como el “Best friend for ever”, porque es con quien al final de los tiempos te irás a dar el gran abrazo.
María José y su relación con Dios
A partir de entonces María José comenzó a hablar con Dios 5 minutos diarios, sin fallar hasta llegar a los 30 minutos y actualmente se le pasa el tiempo volando; llegó a reconocer que a Dios no se lo conoce teóricamente sino que toca bajarlo al corazón y como a todo amigo se lo ve con regularidad, se fija citas y más aún se dio cuenta que es el único amigo que lo sabe todo y nunca la hace esperar.
A pesar de que a veces prefiere buscarlo en las iglesias, lo ve muy humano. En otras ocasiones lo trata por medio de lecturas o audios, dependiendo de las circunstancias de estudio o de su imaginación.
Tan humano que suele practicar el juego de ponerle sus ocupaciones o inquietudes físicamente en sus manos para que las agarre. Nos dice también María José que la oración debe ser vida y por eso hay que decidirse a pasarle el control de nuestras vidas en sus manos.
Sin embargo también nos dice María José que hay días difíciles y que justo allí es cuando más quiere tener esa cita con Dios y echarle más leña al fuego de ese amor ¿Quién mejor que él para que la ayude a recuperarse?
Cara a sus amigos, se maneja con naturalidad, los pone en su oración y muchos saben que tiene un encuentro con un joven de 33 años, al que no le puede fallar. También saben que rezar para ella es como para algunos su “mindfullness”.
Nos recomienda mucho usar la imaginación de cada encuentro con Dios, hasta llegar a ponerle una silla a su lado o sentirse sujetada de su mano; creciendo siempre en la virtud de la esperanza de saber que vamos a resucitar y a encontrarnos en el cielo con ese Best Friend ahora si for ever!
Preguntas para el diálogo
1. “Pedid y se os dará, buscad y hallareis” con frecuencia podemos caer en la tentación de que esta frase es una quimera, ya que no se nos concede lo que pedimos. María José siempre mantuvo una actitud de investigación y espera.
¿Has llevado bien la contrariedad ante las preguntas sin respuestas y los sueños que no se cumplen en la vida cotidiana?
2. “Haz lo que debes y está en lo que haces” refiere al detalle de estar en las cosas pequeñas, observando; camino por el que María José fue descubriendo en los demás ese hablar con Dios en la intimidad.
¿Tienes presente de modo especial vivir los pequeños detalles para una buena convivencia?
3. La docilidad y sencillez nos disponen a escuchar con atención las sugerencias que nos puedan hacer para crecer en nuestra vida interior.
¿Manifiestas con responsabilidad personal y humildad tus deseos de recibir consejos para tu vida espiritual?
4. Pocas cosas hay tan maravillosas como saber que nunca estamos solos. Que siempre Dios nos escucha, como si existiera un teléfono rojo para atendernos, nos dice María José.
¿Procuras ver en la oración, una relación personal de amistad, con esa necesidad de hablar, contar tus cosas y ser escuchado?
Propuestas de Acción
1. No podemos perder de vista que en la lucha cotidiana puede estar presente la cruz, la contrariedad de cualquier tipo, y esta suele ser una de las grandes armas que usa el Espíritu Santo para conformarnos con Cristo. La santidad no consiste en triunfar siempre o en tener respuesta a todo, sino como nos dice María José pasarle a Dios el control de nuestras vidas.
¡Qué importante es ver los acontecimientos con visión sobrenatural! -en cada una de las actividades diarias- Dios lo sabe todo.
2. Para la inmensa mayoría de los cristianos la santidad se alcanza en la vida ordinaria. Así María José descubrió la felicidad, viendo a la gente con sus distintas cualidades interactuar con Dios.
Permítele al Espíritu Santo que te haga descubrir toda la riqueza que llevas dentro, a fin de que puedas encontrarte con Cristo en todo lo que ves, lo que oyes y lo que vives.
3. María José tuvo algunas personas, que le dieron consejos y en especial una que le recomendó tratar a Dios como su “Best friend”. Podemos suponer que la docilidad nos convierte en personas inútiles, dependientes, influenciables, faltos de carácter y de decisión, pero cualquiera que desee desempeñarse satisfactoriamente o mejorar en su vida personal, se pone voluntariamente en manos de un experto.
El espíritu curioso y dócil nos da la madurez para evitar empeñarnos en nuestros propios caprichos.
4. “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Santa Teresa de Jesús)
María José nos invita a ver a ese Dios, como aquel amigo de 33 años con quien tenemos una cita, y poder imaginar que agarra nuestras manos, en un acto de inteligencia y de abandono, hablar con quien al final de los tiempos nos daremos un gran abrazo.
Meditar con la Sagrada Escritura
1. Mateo 7, 7 – 12 «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!
Descubrir siempre la voluntad de Dios y pedir la Gracia para cumplirla, porque el siempre da lo que necesitamos.
2. 1 Juan , 4 8 Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor.
9 En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él.
No dudemos nunca de que es nuestro Padre y quiere lo mejor para nosotros.
3. Lucas 11, 5 – 13 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: «Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle», y aquel, desde dentro, le responde: «No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos», os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.
Aunque no sepamos pedir ni agradecer, recordemos que Él es infinitamente bueno y misericordioso y nos está esperando siempre, basta un pequeño movimiento.
4. Juan 14, 1-12 «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.
Somos católicos porque creemos y seguimos a una persona que es Padre y nos ama.
Meditar con el Papa Francisco
1. De manera directa, pero con afecto, Jesús dice: “Si ustedes, pues, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?”
Cuánta sabiduría hay en estas palabras. Es verdad que en cuanto a bondad y pureza de corazón nosotros, seres humanos, no tenemos mucho de qué vanagloriarnos. Pero Jesús sabe que, en lo que se refiere a los niños, somos capaces de una generosidad infinita. Por eso nos alienta: si tenemos fe, el Padre nos dará su Espíritu.
Nosotros los cristianos, discípulos del Señor, pedimos a las familias del mundo que nos ayuden. Somos muchos los que participamos en esta celebración y esto es ya en sí mismo algo profético, una especie de milagro en el mundo de hoy que está cansado de inventar nuevas divisiones, nuevos quebrantos, nuestros desastres. Ojalá todos fuéramos profetas.
Ojalá cada uno de nosotros se abriera a los milagros del amor para el bien de su propia familia todas las familias del mundo, y estoy hablando de milagro de amor y poder así superar el escándalo de un amor mezquino y desconfiado, encerrado en sí mismo e impaciente con los demás. (Homilía de S.S. Francisco, 27 de septiembre de 2015).
2. Porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra y al que llama, se le abrirá. Pero se necesita, buscar y tocar a la puerta. Nosotros, ¿nos involucramos en la oración? ¿Sabemos tocar el corazón de Dios?
En el Evangelio, Jesús dice: ‘Pues si ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan! Esto es algo grande.
Cuando oramos valientemente, el Señor nos da la gracia, e incluso se da a sí mismo en la gracia: el Espíritu Santo, es decir, ¡a sí mismo! Nunca el Señor da o envía una gracia por correo: ¡nunca!
¡La lleva Él mismo! ¡Él es la gracia! Lo que pedimos es un poco como el papel en que se envuelve la gracia. Pero la verdadera gracia es Él que viene a traérmela. Es Él. Nuestra oración, si es valiente, recibe lo que pedimos, pero también aquello que es lo más importante: al Señor.(Cf. S.S. Francisco, 10 de octubre 2013, homilía en Santa Marta).
Meditar con san Josemaría
1. Hacedlo todo por Amor. -Así no hay cosas pequeñas: todo es grande. -La perseverancia en las cosas pequeñas, por Amor, es heroísmo. (Camino, 813)
2. La santidad «grande» está en cumplir los «deberes pequeños» de cada instante. (Camino, 817)
3. Me dices: cuando se presente la ocasión de hacer algo grande… ¡entonces! -¿Entonces? ¿Pretendes hacerme creer, y creer tú seriamente, que podrás vencer en la olimpiada sobrenatural, sin la diaria preparación, sin entrenamiento? (Camino, 822)
4. ¿Has visto cómo levantaron aquel edificio de grandeza imponente? -Un ladrillo, y otro. Miles. Pero, uno a uno. -Y sacos de cemento, uno a uno. Y sillares, que suponen poco, ante la mole del conjunto. -Y trozos de hierro. -Y obreros que trabajan, día a día, las mismas horas…
¿Viste cómo alzaron ese edificio de grandeza imponente?… -¡A fuerza de cosas pequeñas! (Camino, 823)