“¡Soy testigo del impresionante poder de la oración!”
Colombiana de nacimiento, pero ecuatoriana de corazón, María Paula Riofrío es la hija mayor de 5 hermanos. Graduada en la Universidad de Navarra con doble especialización en Periodismo y Relaciones Públicas; hoy vive en Austin, Texas y es la presidenta fundadora de Smart Fashion ATX, empresa dedicada a elevar la dignidad de la mujer a través de la moda y la cultura.
¿Quien es María Paula?
María Paula, nació en Bucaramanga, Colombia, y ese mismo día los médicos informaban a sus padres que “La niña no viviría más de tres días.” María Teresa, su madre, tenía 20 años recién cumplidos cuando todos los sueños e ilusiones -que tiene una madre con su primer hijo- se vinieron abajo.
Entre la confusión, el dolor y el impacto, no era capaz de dejar de llorar. “Yo he aprendido de San Josemaría –le decía Nelson al oído- que cuando las cosas se salen de nuestras manos, hay que ponerlas en las manos de Dios”. “Si tú y yo solucionamos esto llorando, pues lloremos hasta inundar el mundo entero –continuaba Nelson animando a su joven esposa- Pero como no solucionamos nada, lo vamos a dejar todo en las manos de Dios y vamos a rezar por un milagro”. Así comienza la historia de oración, sacrificio y lucha de toda una familia.
Casi al instante, toda la familia se une en la misión de “rezar por María Paula”. Abuelos, tíos, primos, hermanos, y esos amigos que llegan a formar parte del núcleo familiar; todos se van uniendo en oración por la salud de esta niña que llega azul, enferma y débil…
Pasan tres días, una semana, un mes y la niña sigue viva. Así que sus padres deciden llevarla al Jackson Memorial Hospital en Miami.
Soñar en Grande
Si es cierto que María Paula ha vivido siempre entre hospitales, tratamientos y medicinas, no es menos cierto que sus limitaciones físicas jamás han sido un impedimento para desarrollar todo su potencial, soñar en grande y poner en marcha proyectos que llenan su corazón.
Desde fundar el periódico de su colegio Nuevo Mundo –junto con varios compañeros de clase-; dirigir el contenido editorial dos revistas (Samborondón y Hacia Lo Máximo); dirigir las relaciones públicas del Consulado de Ecuador en Miami y Medical Missions for Children (un nonprofit internacional con base en Boston); hasta poner su propia empresa en la industria de la moda.
“Todo esto ha sido posible a que mis padres y mi familia jamás me trataron como una persona enferma o limitada en ningún aspecto”, confiesa María Paula. “He crecido siempre con la firme convicción de que, con la ayuda de Dios y verdadera dedicación, puedo lograr alcanzar los retos que me propongo… Sabiendo que, cuando llego a mis límites, Dios está ahí para darme una mano”.
Los hospitales –muy frecuentes en la vida de María Paula- además de ser un lugar muy conocido, llegaron a ser un segundo hogar en el más amplio sentido de la palabra.
“Guardo los mejores recuerdos de los hospitales”, asegura. “He sido muy feliz, genuinamente feliz, en los muchos hospitales que he visitado alrededor del mundo”, nos cuenta. “Es más, en los hospitales he vivido momentos cruciales de mi vida: Mi primera comunión la hice en un hospital, y fue precisamente en el Miami Children’s Hospital donde Adrián y yo nos enamoramos”.
La Vida es Bella
Casada y viviendo en California, María Paula ingresa en la lista de pacientes candidatos a trasplante doble (corazón y pulmones). Cirugía que finalmente se dio el 17 de septiembre de 2011; y a la que entró con 50% de posibilidades de morir en el quirófano.
En el hospital, esperando por un donante que haga match comienza a escribir un blog que titula “La Vida es Bella”, con el objetivo de transmitir un mensaje muy claro: “Se puede ser feliz, genuina e inmensamente feliz, incluso en un hospital esperando por un donante. Cuando observamos las cosas con los lentes del amor, la vida es realmente bella, y lo es para todos, sin importar las circunstancias personales por las que estemos pasando”, fue lo que escribió como en su primer post. (www.fromstanfordhospital.blogspot.com). Hoy su blog lo han leído más de trescientas mil personas en todo el mundo.
Preguntas para meditar
1. ¿Asumes una postura de “victimismo” ante los problemas que se presentan en el camino, pensando “pobre de mí”, “por qué me pasan estas cosas?» ¿O te has planteado alguna vez que las contradicciones son una gran oportunidad para crecer y estar más cerca de Cristo?
2. ¿Te dejas llevar por la tristeza y la impotencia cuando descubres cosas que no puedes cambiar o buscas la solución de la mano de la Sagrada Familia –Jesús, José y María-?
3. ¿Te has planteado alguna vez el sufrimiento como una invitación de Cristo para tomar “tu cruz de cada día” y seguir sus pasos? ¿O crees que estas circunstancias son producto de un castigo divino?
4. A pesar de los múltiples progresos de la ciencia, en nuestros tiempos, el sufrimiento interior y físico de nuestros seres queridos suscita fuertes interrogantes acerca del sentido de la enfermedad y del dolor. ¿Consideras tú que nos estamos olvidando que (por muy fuerte, inteligente y capaz que seas) dependemos de Dios para todo? ¿Estás convencido de que nada pasa sin que Dios lo permita y que “todo juega a favor de los que aman al Señor”, como dice San Pablo?
5. Ciertamente el dolor, el sufrimiento y la enfermedad, incluso este tiempo de pandemia son un misterio; más aún cuando toca a la puerta y se trata de un ser querido. ¿Estás convencido de que Dios no deja nunca de escuchar las plegarias de sus hijos pequeños? ¿Te das cuenta de que Dios siempre responde a nuestras súplicas, aunque a veces la respuesta no coincida con lo que deseamos?
6. ¿Contrastas –en tu oración íntima- tus planes personales con los planes de Dios? ¿Crees que Dios es capaz de hacerte inmensamente feliz y capaz de tener planes muchos más grandes de los que tú mismo te propones?
Propuestas de acción
La realidad es que más tarde o más temprano, las contradicciones y el dolor tocan a la puerta de todos. Ricos y pobres, niños y ancianos, cultos o iletrados, a todos el Señor nos llama a “cargar con nuestra cruz” y seguirle.
Pero lo que importa en realidad aquí no son los hechos, sino la actitud que asumimos para tratarlos. O asumes la postura de víctima que es injustamente tratada; o tomas la vida tal y como llega y te decides a amarla tal y como es, con sus luces y sus sombras… Amarla, porque sabes que viene de las manos de un Dios Padre, que te quiere más que “todas las madres del mundo” y jamás puede desear que nada malo te suceda.
Estas son las propuestas de acción de María Paula:
1. Analizar con objetividad, en tu oración personal, los hechos y plantearte qué puedes asumir en este momento y qué se escapa de tus manos. ¿Qué es superior a todas tus fuerzas?
2. Trazar un plan de acción. Aunque haya circunstancias que nos superan, la verdad es que hay cosas que sí podemos hacer, que sí están en nuestras manos. Delante del Señor y con la luz del Espíritu Santo, pensar en aquellas pequeñas (o grandes) cosas que sí podemos hacer e ilusionarnos con las puertas que se nos pueden abrir.
3. Poner las cosas que se nos escapan de las manos, las que son superiores a nuestras fuerzas y capacidades, en las manos de Dios, confiando en que nadie mejor como Él para dar con la mejor solución. Con la convicción de que lo que venga, aunque no coincida con lo que esperábamos, siempre será lo mejor. Estar seguros de que Dios tiene planes mucho más grandes de los que nosotros mismos podemos imaginar.
4. Imitar a la Virgen que “guardaba y meditaba todas las cosas en su corazón”. No existe mejor lugar para analizar los acontecimientos que van pasando en nuestra vida que el silencio y la oración. Guardar las cosas en el corazón, es también guardarlas en el corazón de Jesús (cuando nuestra alma está en gracia), porque somos templos de Dios vivo y definitivamente, nuestras cosas jamás podrán estar en un mejor sitio, si están en el corazón de Jesús.
5. Leer el libro “El Hombre en Busca de Sentido” de Viktor Frankl.
Meditar con el Papa Francisco
Homilía: «Lo peor de esta crisis sería desaprovecharla, encerrándonos en nosotros mismos» https://www.notimerica.com/sociedad/noticia-papa-francisco-papa-peor-crisis-seria-desaprovecharla-encerrandonos-nosotros-mismos-20200531134203.html
Catequesis 19. La oración de intercesión
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Quien reza no deja nunca el mundo a sus espaldas… Así el orante reza por el mundo entero, llevando sobre sus hombros dolores y pecados. Reza por todos y por cada uno: es como si fuera una “antena” de Dios en este mundo. En cada pobre que llama a la puerta, en cada persona que ha perdido el sentido de las cosas, quien reza ve el rostro de Cristo.
El Catecismo escribe: «Interceder, pedir en favor de otro es […] lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios» (n. 2635). Esto es muy bonito.
Cuando rezamos estamos en sintonía con la misericordia de Dios: misericordia en relación con nuestros pecados —que es misericordioso con nosotros—, pero también misericordia hacia todos aquellos que han pedido rezar por ellos, por los cuales queremos rezar en sintonía con el corazón de Dios.
Esta es la verdadera oración.
En sintonía con la misericordia de Dios, ese corazón misericordioso. «En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos» (ibid.).
¿Qué quiere decir que se participa en la intercesión de Cristo, cuando yo intercedo por alguien o rezo por alguien?
Porque Cristo delante del Padre es intercesor, reza por nosotros, y reza haciendo ver al Padre las llagas de sus manos; porque Jesús físicamente, con su cuerpo está delante del Padre. Jesús es nuestro intercesor, y rezar es un poco hacer como Jesús; interceder en Jesús al Padre, por los otros. Esto es muy bonito…. (Audienica General. Biblioteca del Palacio Apostólico. Miércoles 16 de diciembre del 2020).
Meditar con san Josemaría
La Comunión de los Santos
Comunión de los Santos. -¿Cómo te lo diría? -¿Ves lo que son las transfusiones de sangre para el cuerpo? Pues así viene a ser la Comunión de los Santos para el alma. Camino, 544
Vivid una particular Comunión de los Santos: y cada uno sentirá, a la hora de la lucha interior, lo mismo que a la hora del trabajo profesional, la alegría y la fuerza de no estar solo. Camino, 545
Recuerda con constancia que tú colaboras en la formación espiritual y humana de los que te rodean, y de todas las almas —hasta ahí llega la bendita Comunión de los Santos—, en cualquier momento: cuando trabajas y cuando descansas; o cuando se te ve alegre o preocupado; cuando en tu tarea o en medio de la calle haces tu oración de hijo de Dios, y trasciende al exterior la paz de tu alma; cuando se nota que has sufrido —que has llorado—, y sonríes. Forja, 846
Todos los cristianos, por la Comunión de los Santos, reciben las gracias de cada Misa, tanto si se celebra ante miles de personas o si ayuda al sacerdote como único asistente, un niño, quizá distraído. En cualquier caso, la tierra y el cielo se unen para entonar con los ángeles del Señor: Sanctus, Sanctus, Sanctus… Es Cristo que pasa, 89
Sobre los Santos, decía san Josemaría en Es Cristo que pasa:
- «No. Las verdaderas biografías de los héroes cristianos son como nuestras vidas: luchaban y ganaban, luchaban y perdían. Y entonces, contritos, volvían a la lucha»[5]. Este enfoque realista hace que el testimonio de los santos sea mucho más creíble.
Porque querer ser santo es como nacer otra vez, como ver todo con una nueva luz; en definitiva, ser una nueva persona: transformarnos, poco a poco, en el mismo Jesucristo, «dejando que su vida se manifieste en nosotros»[1]. Los santos ya han recorrido los caminos del reino de Dios: han subido sus montañas, han descansado en sus valles y también han experimentado los rincones un poco más oscuros. Por eso nos llenan de esperanza.
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