Rosa de nacionalidad española, se describe como una mujer normal y corriente, madre de 2 hijos, trabaja en una empresa familiar junto a su esposo. Una cualidad que la distingue es su pasión por el teatro, disfruta en el escenario y enseñando a los niños a actuar.
Por ser una mujer observadora y curiosa Rosa pudo dar un salto en su vida de trato con Dios; luego de una charla y un video de San Josemaría, invitada por una amiga. Rosa entra en una etapa llena de inquietudes, hasta que se reconoce hija de Dios y fue como permitir que la luz del sol haya entrado en su corazón dándole un giro a su vida.
Pasa de ver a ese Dios lejano, al que no se le podía decir nada por temor al castigo a querer activar y mantener una relación interactiva con ese Jesús que está allí, siempre dispuesto sin límite de cobertura hasta verse en el recogimiento de la oración, como un personaje más dentro de los evangelios.
Preguntas para el diálogo Secretos de la Oración Rosa
1.Ante una jornada tensa de trabajo, eres consciente de que es cuando más debes buscar y defender tu espacio de oración, para contarle a tu Padre lo que te pasa, aunque te sientas un desastre, seco o bloqueado; ¿Pones los medios para estar con Él en el mejor lugar, y hacer ese “click” agarrado de un crucifijo, rosario o cualquier imagen o lectura espiritual?
2.Para Rosa entrar en el mundo del Evangelio, le permite conocer más a Jesucristo y ver que espera Él de ella. Te pasa acaso a ti también, cuando lees la parábola del hijo pródigo que eres otro igual a él, capaz de cometer los peores errores y horrores o tal vez que al sentirte bueno y cumplidor de la ley, eres ese hermano mayor, que ve la injusticia de que a otros les va mejor, mientras a ti no te salen las cosas. ¿Eres capaz de encararte a tu Padre con rabia pero con confianza y preguntarle, qué espera de ti?
3.Al igual que para una salida con amigos, haces un esfuerzo para coincidir y poderte reunir, sin embargo, cada reunión es distinta, con retrasos, interrupciones sin que falte calor humano y buen humor y no siempre nos sale igual cada encuentro, aunque seamos los mismos. ¿Crees que en la oración con Dios vale la pena ponerle fe para conectar en el silencio interior, para conocerme y conocerlo (apartando el móvil-celular) y hacerlo a diario sin que estos momentos sean iguales de satisfactorios?
4.Normalmente estamos en la mira de nuestras amistades ¿cuido que no haya en mi porte exterior algo chocante que desdiga de mi identidad de cristiano-a, especialmente ante aquellos que no han encontrado la fe?
Propuestas de acción
1.Buscar con ilusión ese momento de oración, no solo porque sabes que es bueno sacar un plan de vida espiritual, sino porque estás convencido de que en ese compartir con Dios lo que te pasa, vas a lograr identificar lo que Él espera de ti, las bondades y los peligros en el recorrido de esta historia de amor.
2.Considerar la lectura frecuente de los evangelios, para que busques a Cristo en sus distintas manifestaciones, lo encuentres haciendo el bien y le pidas que te enseñe a amar su voluntad, como si sus almas se fundieran la una con la otra.
3. La oración es la puesta en práctica de la fe; Dios quiere reinar en cada uno de nosotros, no por la fuerza sino por el amor de nuestras voluntades. Simplificate y avanza al paso de Dios, que Él lo ve todo, nos quiere y nos comprende, aunque hayan interrupciones.
“Cada alma tiene su manera de amar. No me prives de la tuya. Yo no confundo las cosas. Yo disfruto vuestras maneras especiales…” (#1558 El Sentir del corazón – Gabriela Bossis)
4. Más que enseñar y dar discursos a tus amistades, procura que vean como disfrutas de tu trato con Dios.
Meditar con la Sagrada Escritura
- “Estén siempre alegres en el Señor; se los repito, estén alegres” (Flp 4, 4); “Estén siempre alegres. Oren sin cesar” (1Tes 5, 16). El motivo de esa alegría, obviamente, es Cristo: estar con Él, sentirnos acompañados por Él. Dios es un Padre bueno que nos ama y que no duda en darlo todo por sus hijos. Nos manda a su hijo para hacer este mensaje visible; no dudó en darlo todo, morir en una cruz por amor, para salvarnos, por lo que nada ni nadie puede quitarnos esa alegría.
“Pues todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío”. (Jn 17.10) Así debe ser tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
- Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: Yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí. (Jn 17. 22-23). Esfuérzate por crecer en esta vida, vivir de acuerdo con lo que conoces de tu fe y transmite su Palabra con el ejemplo.
Meditar con el Papa Francisco
- El discípulo misionero tiene que ser plenamente consciente que no está solo en la tarea misionera, sino que “Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él” (Evangelii Gaudium, 266). Es esa convicción de que Jesús camina a nuestro lado lo que nos da el valor para seguir adelante, desafiando todos los obstáculos y adversidades.…Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie” (Evangelii Gaudium, 266).
- Conocer a Dios no consiste en primer lugar en un ejercicio teórico de la razón humana sino en un deseo inextinguible inscrito en el corazón de cada persona. Es un conocimiento que procede del amor, porque hemos encontrado al Hijo de Dios en nuestro camino. Jesús de Nazaret camina con nosotros para introducirnos con su palabra y con sus signos en el misterio profundo del amor del Padre. Este conocimiento se afianza, día tras día, con la certeza de la fe de sentirse amados y, por eso, formando parte de un designio lleno de sentido. Quien ama busca conocer aún más a la persona amada para descubrir la riqueza que lleva en sí y que cada día se presenta como una realidad totalmente nueva.
(Discurso de S.S. Francisco, 11 de octubre de 2017).
Meditar con San Josemaría
- Si no tengo ganas, ¿No es auténtico? Video tertulia con San Josemaría
Son tantas las escenas en las que Jesucristo habla con su Padre, que resulta imposible detenernos en todas. Pero pienso que no podemos dejar de considerar las horas, tan intensas, que preceden a su Pasión y Muerte, cuando se prepara para consumar el Sacrificio que nos devolverá al Amor divino. En la intimidad del Cenáculo su Corazón se desborda: se dirige suplicante al Padre, anuncia la venida del Espíritu Santo, anima a los suyos a un continuo fervor de caridad y de fe.
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